El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante su comparecencia en Moncloa / EUROPA PRESS

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante su comparecencia en Moncloa / EUROPA PRESS

Política

Sánchez rompe con el independentismo para mantener el acuerdo

El Gobierno catalán acusa a Sánchez de abandonar la negociación, pero los partidos independentistas mantienen la carta de permitir la tramitación de los Presupuestos

9 febrero, 2019 00:00

Ruptura formal, a la espera de cómo transcurra la manifestación de este domingo de las distintas derechas en la plaza Colón de Madrid. Punto de inflexión, porque el Gobierno de Pedro Sánchez no quiere saber nada sobre el derecho de autodeterminación. Pero el compromiso se mantiene para seguir adelante, porque cualquier otra alternativa es mucho peor. Eso es lo que tienen entre manos el Ejecutivo español y el Govern de la Generalitat, con la puerta abierta que mantienen todavía los partidos independentistas para permitir la tramitación de los Presupuestos, en el último segundo, retirando las enmiendas a la totalidad en la votación de la próxima semana en el Congreso.

Esa es la situación, dentro de un marco endiablado de relaciones entre la vicepresidenta Carmen Calvo, la consejera de Presidencia, Elsa Artadi y el vicepresidente de la Generalitat, Pere Aragonès. Fue Calvo quien, poco antes de iniciar la comparecencia de prensa en la Moncloa, comunicó a la parte catalana que daba por rotas o suspendidas las relaciones.

Aguantar el bochorno

La figura del relator, para que ejerciera un papel de coordinador en una mesa de partidos, se podía tolerar, pese a toda la presión que ha ejercido la derecha española y parte, también, del propio PSOE. Pero el Gobierno necesitaba una seguridad que el independentismo no quiere ofrecer todavía. Pretendía Calvo que el PDeCAT y ERC retiraran las enmiendas a la totalidad de los Presupuestos. Con ello, y pese al bochorno que hubiera aprovechado la derecha española, Sánchez ganaría más de un año, y en 2020 las cosas pueden ser muy diferentes.

Ni Artadi ni Aragonès quisieron llegar a tal extremo, aunque en el PDeCAT y en ERC se desean aprobar las cuentas. Pero nadie quiere aterrizar antes de ahora, y menos en vísperas del inicio del juicio a los políticos presos.

El expresidente José María Aznar, junto al actual líder del PP, Pablo Casado, en la Convención del partido / EFE

El expresidente José María Aznar, junto al actual líder del PP, Pablo Casado, en la Convención del partido / EFE

José María Aznar y Pablo Casado

¿Y la sociedad española?

¿Solución temporal? Todos parados. Sánchez se quita de encima la cuestión del relator, y cobra una cierta iniciativa que pasa por un mensaje claro: ni se traspasan las líneas rojas ni se mantiene la posición inmovilista que caracterizó a Mariano Rajoy. La situación de Cataluña sólo se puede resolver con una negociación política, pero ésta no puede pasar por el reconocimiento del derecho de autodeterminación. A partir de aquí, que cada uno acepte sus responsabilidades y decida sus próximas acciones. Ahí se ha instalado ahora Pedro Sánchez.

La incógnita del propio presidente del Gobierno, como indican fuentes socialistas, es saber hasta qué punto esa posición será compartida por la sociedad española. Las encuestas del CIS señalan que la mayoría social está por la vía del diálogo, pero siempre dentro de los parámetros de la ley.

Manuel Valls (c) junto a Albert Rivera (d) en una manifestación en Barcelona / EFE

Manuel Valls (c) junto a Albert Rivera (d) en una manifestación en Barcelona / EFE

Manuel Valls y Albert Rivera, en una manifestación

El cabreo constitucional

El PP y Ciudadanos, sin embargo, con la ayuda de Vox, buscarán la máxima movilización de esa sociedad que ha dado síntomas de hartazgo respecto a la situación catalana, que entorpece toda la dinámica de la política española. Lo que ocurra el domingo, con la participación de todos los líderes de la derecha, Pablo Casado, Albert Rivera y Santiago Abascal, con el concurso también de Manuel Valls, el alcaldable de Barcelona que ha decidido participar a pesar de las enormes dudas que ha suscitado en su propio equipo de campaña, y con el desmarque de Lliures (el partido catalanista que lidera Antoni Fernández Teixidó) determinará la suerte de Sánchez y de todo el independentismo.

La conclusión a la que han llegado Casado, con el apoyo de José María Aznar, y Rivera es que ahora la calle será el reflejo del cabreo de los constitucionalistas, de la España que cree que el independentismo ha jugado demasiado. Sólo con una movilización masiva, con una muestra de rechazo, se podrán equiparar las fuerzas y llegar a una posterior negociación con el Gobierno catalán que pase por más o menos autogobierno, por más o menos condicionamientos.

El análisis de Borrell

En el PSOE se conoce y se comparte, --no de forma hegemónica-- ese diagnóstico. Quien lo defiende con claridad es Josep Borrell, que lo ha verbalizado: tal vez el momento del ibuprofeno ya ha pasado, porque no ha servido de mucho. La expresión del líder del PSC, Miquel Iceta, ha hecho fortuna, pero también refleja que el deseo de modificar una situación se ha dado de bruces contra la realidad de un independentismo que no sabe ni puede aterrizar, aunque quisiera, justo cuando comienza el juicio a los dirigentes independentistas presos.

Sin embargo, y las fuentes independentistas no quieren darlo todo por perdido, queda una pequeña posibilidad: ofrecer aire, aunque sea por dos meses, a Pedro Sánchez con la cuestión de la tramitación de los Presupuestos.

Porque ese es el hecho central: Sánchez querría esas cuentas, y la oposición entraría en una crisis de nervios si se aprueban. El jefe del Ejecutivo socialista podría seguir en la Moncloa hasta el final de la legislatura, en 2020, aunque en ese intervalo algunos dirigentes territoriales pudieran perder el poder, tras las elecciones municipales y autonómicas del 26 de mayo.