El independentismo consolida su control de los colegios profesionales catalanes
Las quejas internas por el uso partidista a las organizaciones tienen un impacto muy limitado en procesos de renovación que muestran sus verdaderas crisis internas
12 mayo, 2018 00:00Los colegios profesionales catalanes han sido pasto de discrepancia interna en los últimos meses. La convocatoria del 1-O propició que una cincuentena de organizaciones de todos los perfiles, desde los médicos a los enólogos o los logopedas, se unieran a un manifiesto a favor del derecho a decidir. Un paso que sublevó a los que piden que no se use de forma partidista las organizaciones y que incluso llegó a los tribunales llevado por los contrarios al independentismo, como ocurrió entre los arquitectos catalanes. Pero este malestar no ha implicado una renovación de las cúpulas.
El ejemplo más claro de ello es, precisamente, el de las elecciones de este último colectivo, que concluyeron el pasado jueves. Assumpció Puig, representante del sector convergente según reconocen desde la propia organización, ha sido confirmada como decana de la institución. Con más de 1.200 votos, pasó la mano por la cara a sus dos candidaturas rivales. Ramon Torra obtuvo 600 apoyos y Enric Mir sólo 385.
Falta de movilización
Fracasó el intento de renovar el colegio profesional por dos motivos, destacan las mismas fuentes. El primero de ellos es estrictamente temporal. Reconocen que no se puede dar forma a una alternativa en la gestión de una institución de este perfil en meses. Se requiere de un trabajo más constante que hasta ahora nadie ha realizado.
¿Cambiará? Fuentes de la candidatura de Torra aseguran que está dispuesto a ejercer el papel de oposición y de fiscalizar el trabajo de la actual decana para conseguir el relevo en cuatro años. Pero es un rara avis entre los colegios. La letanía de las organizaciones y la desafección que genera entre los profesionales más jóvenes se explica también como uno de los motivos de que las actuales juntas se hayan afianzado.
Crisis colegial
Los colegios profesionales están en crisis. Sufrieron la caída de adhesiones por el hachazo al mercado laboral de la recesión y, lo más complejo para su futuro, se demostró su limitado papel para poder revertir este tipo de situaciones. Aunque entre sus servicios básicos están el ofrecer formación a los colegiados y la bolsa de trabajo, la utilidad real de estas herramientas ha sido limitada.
Más allá de los colectivos con colegiación obligatoria, no han sido capaces de atraer a las nuevas generaciones de profesionales. Y la necesidad de estar colegiado para ejercer la profesión es cada vez más limitada por la oleada de directivas liberalizadoras de la Unión Europea que han acabado con, por ejemplo, el poder de los colectivos de ingenieros al visar proyectos.
Imagen de archivo de una votación en un colegio profesional / EFE
Caída de colegiados
El número de asociados ha entrado en caída libre --aunque se es extremadamente opaco a la hora de ofrecer cifras-- y las juntas directivas se han centrado en intentar evitar la pérdida de ingresos que suponía su nueva realidad, a la que no han sabido dar la vuelta con la llegada de la recuperación económica y la mejora del mercado laboral.
El debate político catalán ha dado la puntilla a la situación. Los colegios profesionales son tan plurales como la sociedad en general y el uso partidista ha incrementado aún más la distancia entre las direcciones y las bases de los colectivos que no comulgan con el ideario independentista. “El hartazgo es tal que incluso es complicado armar candidaturas alternativas”, indican fuentes del Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de Cataluña.
Falta de candidaturas rivales
Este colectivo celebró sus elecciones en el momento álgido del procés, a finales de noviembre. Se presentaron dos candidaturas que se enfrentaron, pero ambas eran del entorno independentista. Una, la de Josep Canós, se identifica más cercana con el sector negocios tradicional de convergencia y la de su rival, Òscar Gimeno, con Òmnium Cultural. Los conatos de buscar otra alternativa que confrontara estas ideologías fracasaron.
Al final, las elecciones se celebraron en clave de renovación. Canós representaba a los continuistas y Gimeno a los que pedían aire fresco para la institución. Este último perdió por tres votos de diferencia en unos comicios con una participación extraordinariamente baja.
Baja participación electoral
El Colegio Oficial de Arquitectos de Cataluña (Coac) tiene unos 10.000 asociados, pero sólo votaron en las elecciones 2.391 personas. En el Colegio de Periodistas de Cataluña ni siquiera fue necesario poner las urnas.
Sólo la candidatura encabezada por Neus Bonet se presentó a la reelección del cargo entre críticas del papel que ha ejercido en un momento de tensión en el sector en el que se ha llegado a atacar medios de comunicación por cuestiones políticas, como ha sido el caso de Crónica Global por parte de Arran. La decana tardó horas en condenar el ataque y sólo dio el paso tras ser interpelada al respecto.
Vicio de los procesos
En el Colegio Oficial de Médicos de Barcelona (Comb), Jaume Padrós revalidó la presidencia el pasado 14 de febrero en un polémico proceso electoral. El facultativo se impuso por aclamación al no presentarse ninguna candidatura rival. La lista opositora a Padrós, cercano al mundo convergente e independentista acérrimo, no se presentó al proceso electoral al considerarlo viciado.
Otro de los motivos por los que muchos opositores a las actuales directivas declinan dar el paso. Explican que el control de las listas de afiliados y la baja movilización generalizada en las profesiones desincentiva exponerse a un pulso electoral.
El problema de fondo, según los representantes consultados, es que esta crisis institucional compromete su futuro.