El disputado voto del independentista converso
El millón de catalanes que abrazaron el secesionismo sin tener sentimientos identitarios, así como la movilización de los 800.000 indecisos serán claves en las próximas elecciones catalanas
17 febrero, 2020 00:00Muerto el procés, ¿se hundirán las formaciones independentistas? Nada de eso. La opinión de los politólogos, así como los sondeos de intención de voto, indican que en las próximas elecciones catalanas --Quim Torra no ha dicho aún la fecha, pero se celebrarán este año-- los equilibrios entre los bloques independentista y no independentista serán muy ajustados. Otra cosa es la estrategia de pactos, esto es, si se vuelve al eje izquierda-derecha o se mantiene el secesionista/constitucionalista.
Sin embargo, hay factores que pueden alterar esas proporciones. Entre ellos, la recuperación del voto converso –un millón de catalanes han abrazado el secesionismo desde 2012, según algunas fuentes--, la movilización de los indecisos --800.000 repartidos mitad y mitad en el bloque independentista y unionista-- y el catalanismo que CDC dejó huérfano –unos 100.000--.
Como se sabe, nuevas formaciones catalanistas pugnan por hacerse con una bolsa de electores, cifrada en 100.000 personas, que se sienten huérfanas de una Convergència moderada. Entran en juego formaciones como Lliga y Lliures, a la espera de aglutinar a otros partidos como Units per Avançar --hoy coaligados con el PSC en el Parlament--, al llamado grupo de Poblet, denominado El País de demà, o a la decisión final que tome el PDeCAT. Esto es, si suelta amarras definitivamente del núcleo duro de Carles Puigdemont, cada vez más aislado y que, según los sondeos, lidera el partido con el voto menos fiel.
Es precisamente esa fidelidad, o la ausencia de ella, la que puede ser decisiva en esos nuevos comicios, a los que el votante independentista llega frustrado porque la prometida república catalana nunca se implementó o porque realmente nunca creyó que eso podía ocurrir, pero optó por un voto de castigo contra los recortes, el Gobierno de Mariano Rajoy o las ansias de más autogobierno.
El disputado voto converso / CG
Entre un 20 y un 25% de independentistas 'de pata negra'
Recuperar a ese electorado neoindependentista, que en su día votó a PSC o ICV, será una de las claves de las futuras elecciones, según Gabriel Colomé, profesor titular de Ciencia Política en la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB). Calcula que esos secesionistas de pata negra solo son un 20-25%" --es decir, unos 500.000 votantes del total de dos millones que sumó el electorado de JxCAT, ERC y CUP en 2017--, y que el resto abrazaron esa ideología.
“Recuperar ese voto pasa por presentar propuestas concretas, desgastar el procesismo y demostrar que se quiere gobernar para el 75-80% de los catalanes”. Otra cosa, dice Colomé, “es la fractura, pues se tardará una generación en revertirla”.
El politólogo Oriol Bartomeus sitúa el porcentaje entre independentistas veteranos y conversos en “mitad y mitad, según responden los encuestados en los últimos sondeos”, pero advierte de que no es tan fácil recuperar ese voto para posiciones no secesionistas porque “en ocasiones, los conversos son más duros que los auténticos. No veo que necesariamente esa vaya a ser la clave de las próximas elecciones”.
En sus últimos trabajos, Bartomeus pone el acento en la gran bolsa de indecisos que, según los datos del último barómetro del CEO, hay tanto en el sector independentista como no independentista, lo que le lleva a asegurar que nada está decidido de cara a los próximos comicios catalanes, aunque “los primeros salen con ventaja”.
“En el espacio independentista, hasta 400.000 votos para decidir a partes iguales por JxCat y ERC. Al otro lado, un número similar de votos a ganar, en este caso todos provenientes del resultado extraordinario de Ciudadanos hace tres años”.
La estrategia de ERC, PSC... ¿y JxCAT?
ERC es la formación independentista que más claramente ha dado un golpe de timón para ocupar la centralidad catalana –“ensanchar la base”, afirman los republicanos-- que un día monopolizó CDC. Una estrategia que, según explicaba a este medio Ernesto Pascual, profesor de Estudios de Derecho y Ciencias Políticas de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), también podría seguir “el mundo PDeCAT-Junts per Catalunya-Crida. Si los presupuestos salen adelante, tanto en España como en la Generalitat, empezaremos a hablar de políticas públicas y no de independencia”.
Por su parte, las 44 propuestas políticas, económicas y sociales que Pedro Sánchez presentó a Quim Torra en la reunión mantenida en el Palau de la Generalitat iban en esa misma línea de acabar con el mantra procesista y dirigirse a ese electorado harto de confrontación, ¿y también de debate identitario?
Los motivos de la conversión al secesionismo
Los motivos de la conversión al independentismo son diversos y los diferentes estudios realizados demuestran que la cuestión identitaria no está entre los principales. El Centro de Estudios de Opinión (CEO) de la Generalitat analizó por primera vez el sentimiento independentista en 2014. Teresa Blade, del máster de investigación en Sociología de la Universidad de Barcelona, analizó ese informe en un estudio titulado El movimiento independentista catalán, más allá de la identidad y los cálculos económicos.
En este volumen explica la evolución de separatismo desde las primeras consultas populares celebradas entre 2009 y 2011 y su aumento constante desde 2010, tras la sentencia que recortó el Estatut, hasta superar el autonomismo y el federalismo a partir de 2012. Blade explica que la relación entre identificación nacional y actitudes favorables a la independencia no es una relación necesaria, pues introduce como factor importante el contexto político.
"Independentistas de toda la vida"
En aquel primer sondeo del CEO ya se distinguía entre quienes se sentían independentistas “de toda la vida” y quienes se habían vuelto independentistas en los últimos años. Curiosamente, el porcentaje de personas de cada uno de estos dos grupos era el mismo, del 24,9%, mientras que el 45,7% de los encuestados declaran que no se sienten independentistas, el 2,8% no lo saben y el 1,7% no contestan. Los motivos principales para votar a favor de la independencia en un referéndum demostraba que la autogestión económica, la capacidad de decisión y la mejora de Cataluña, mientras que el sentimiento identitario siempre se mantuvo por debajo.
Los resultados de las elecciones autonómicas de 2015, cuando CDC y ERC se presentaron en coalición con el nombre de Junts pel Sí, ya permitieron vislumbrar ese trasvase de voto de catalanes descontentos, que no eran independentistas de pata negra, pero que decidieron votar a formaciones que sí lo eran. Así, Catalunya Si Que Es Pot --confluencia de izquierdas en la que participaba ICV-EUiA--, registró una fuga de votos hacia la CUP y JxSí. Asimismo, la CUP se nutrió de antiguos votantes de ERC y, como se ha dicho, de ICV-EUiA.
Puigdemont, el que tiene el voto menos fiel
Un año después de los comicios de diciembre de 2017 --con victoria de Cs neutralizada con la mayoría de JxCAT, ERC y CUP--, un sondeo del Instituto de Ciencias Políticas y Sociales (ICPS) --adscrito a la Universitat Autònoma de Barcelona-- apuntaba una fuga masiva de votantes de JxCAT. Así, los neoconvergentes eran la fuerza política con menos fidelidad de voto, pues un 28,5% de su electorado parece estar dispuesto a cambiar de partido. De esa fuga de votos se beneficiarían principalmente ERC y la CUP. Cs, por su parte, pierde votos a favor del PSC y, en menor medida, del PP. Los votantes de los antisistema y del PP eran los más fieles.
Más recientemente, el mismo ICPS volvía a indagar en esa fidelidad a través de otra encuesta realizada por la empresa Gesop basada en 1.200 entrevistas personales, que indicaba que PSC y CUP son las formaciones que tienen mayor fidelidad de voto, no así Ciudadanos y PP.
Intercambio de votos dentro del mismo bloque
En el caso de JxCAT, el cambio de voto asciende a un 16,3% --del que se benefician ERC y CUP, y en menor medida los comunes, pero también una bolsa de votantes indefinidos--, cifra que en el caso de ERC baja a un 15% --el trasvase de votos se iría a Junts, pero también a CUP y al votante que no se define--. Es decir, que habría un intercambio de votos dentro del mismo bloque de formaciones independentistas, lo cual abona la tesis de que en unas futuras elecciones no habría demasiados cambios entre el bloque secesionista y constitucionalista, de ahí la importancia de la decisión final de los catalanistas moderados o independentistas desencantados con el procés.
Ese mismo sondeo indicaba que si mañana se convocara un referéndum para decidir la independencia, el 46% de los encuestados votaría a favor, la cifra más baja desde 2012 (49,2%), año en el que arrancó el procés. El porcentaje de quienes votarían "no" se sitúa en un 31,5%, frente al 29,2% de 2012. El resto no votaría o votaría en blanco. Esa tendencia a la baja sería confirmada posteriormente por el CEO.