Pablo Iglesias (i), líder de Unidas Podemos, con Ada Colau (d), alcaldesa de Barcelona / EFE

Pablo Iglesias (i), líder de Unidas Podemos, con Ada Colau (d), alcaldesa de Barcelona / EFE

Política

Los cinco regalos del pacto Sánchez-Iglesias para Ada Colau

La alcaldesa de Barcelona se prepara para ganar, y mucho, con un eventual Gobierno progresista entre PSOE y Unidas Podemos

13 noviembre, 2019 00:00

Son los cinco regalos a Ada Colau que deja el pacto entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias para un Gobierno "de coalición progresista". La alcaldesa de Barcelona será una de las más beneficiadas del acuerdo entre el candidato del PSOE a la presidencia del Ejecutivo y el líder de Unidas Podemos, si finalmente la entente permite investir al primero y formar gabinete de centroizquierda en el Palacio de la Moncloa. Cinco son los aspectos que la aúpan con la entente de nueve puntos presentada ayer lunes.

1. Colau, ¿ministra? Muchos en las redes sociales lo daban por hecho ayer tras la firma del documento en el Congreso de Diputados y el posterior abrazo entre los dos líderes en la Cámara baja. La munícipe de Barcelona y líder de BComú parece un paso más cerca de recabar una cartera del futuro Ejecutivo, sostenía una cantidad importante de internautas. En privado, el entorno de los comunes en Cataluña descarta a su líder absoluta como ministrable. "No lo conseguirá, pero no por voluntad propia, sino por los vetos cruzados entre PSOE y Unidas Podemos", sostuvo un cargo en conversación con este medio. Por contra, las voces consultadas sí apuntaban a otros dos nombres de la cuota catalana de Podemos: el cabeza de lista por Barcelona, el el polémico Jaume Asens, o la portavoz de Catalunya en Comú Podem, Jéssica Albiach. En cualquier caso, el acuerdo de Gobierno de progreso avala, por si hubiera alguna duda, la dirección de Colau y Adrià Alemany, su marido, al frente de los comunes en la autonomía. La primera edil se sacude sus fantasmas y despega para próximas metas, sean en el Consejo de Ministros o el Palau de la Generalitat.

2. Argamasa para el acuerdo BComú-PSC. El abrazo de la Carrera de San Jerónimo tiene una derivada a nivel municipal en Barcelona. "Si habían tensiones en el gobierno comunes-PSC en Barcelona, que las había, un Gobierno con el mismo color las aplastaría. Se impondría la necesidad de sintonía", explicaron otras fuentes consultadas. El pacto de gobierno local Colau-Collboni ha reducido sobremanera la sobreexposición de la pasada legislatura, al relegar las competencias de los comunes a cuestiones menos nucleares para la ciudad. Se destaca el factor corrección socialista en la gestión del Ejecutivo local en materias como las cuentas públicas --que el anterior teniente de alcalde, Gerardo Pisarello, dejó tocadas--, urbanismo, turismo o movilidad. El PSC ha conseguido pacificar la gestión y orillar a los comunes de la interlocución con el mundo económico, uno de las pesadillas del mandato anterior. Un eventual Gobierno de centroizquierda en Moncloa contribuiría a la détente municipal en Barcelona. No en vano, el gabinete sociocomún anterior se rompió por la aplicación del artículo 155. "El acuerdo pondría sordina al ruido identitario, aislando al Gobierno municipal", describió una fuente municipal.

Objetivo de todos: aprobar las cuentas

3. Presupuestos. La Ada Colau alcaldesa no consiguió concitar mayorías para aprobar un solo presupuesto municipal en su primer mandato (2015-2019). Prorrogó los de 2016 y 2019 y utilizó cuestiones de confianza los ejercicios 2017 y 2018. Por lo que respecta a las cuentas de 2020, el bipartito se ha esmerado más. Ha presentado unas cifras que alcanzan los 2.898,2 millones de euros, expansivas (+9,5%), con aumentos de hasta 92 millones de euros en inversión. Para ello precisan Colau y su equipo de dos cosas. Una, que se aprueben los Presupuestos Generales del Estado (PGE) para 2020, que el Ejecutivo local cree que verán la luz. Las cuentas del Estado aumentarían las transferencias al Ayuntamiento de Barcelona del orden de 83,5 millones de euros. Y dos, BComú y el PSC necesitan apoyos para aprobarlos. Los números presentados por los ediles Jordi Martí y Montserrat Ballarín (PSC) en octubre llevan un claro acento ERC. Los republicanos se ofrecieron a aprobarlos a cambio de concesiones en agosto. El presidente municipal de los independentistas, Ernest Maragall, se hace desear. El acuerdo de Madrid podría pasar por las cuentas de Barcelona... y quizá por las de la Generalitat de Cataluña para 2020, que no se aprueban por mayoría en el Parlament desde 2017.

Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, con Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, el 21 de diciembre / EFE

Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, con Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, el 21 de diciembre / EFE

4. Una lista de carpetas a desbloquear. Hay más. Un Gobierno "afín", tal y como describieron ayer cargos de los comunes a este medio, serviría también para desbloquear carpetas en Barcelona. Asuntos que, después, podría presentar el Ejecutivo sociocomún como logros de mandato. La lista es tan larga que merecería un artículo propio. Pero en una negociación entre Estado y Ayuntamiento podrían entrar las obras de la Estación del AVE de La Sagrera; la aportación de la administración central al transporte metropolitano --los comunes se quejan de sobresfuerzo municipal frente a infrafinanciación de Generalitat y Gobierno--; la reconversión del Frente Marítimo; la colaboración en la cobertura de la Ronda de Dalt; la redefinición de la ampliación de la Ronda Litoral; el traspaso de la B-23 a Generalitat para crear carriles bus-VAO o esfuerzos conjuntos en materia de vivienda, y más concretamente, en contención del alza de los alquileres.

El Govern, puenteado

5. Barcelona como interlocutora. Un Gobierno en Moncloa con el mismo color que el del Ayuntamiento de Barcelona serviría de rampa de lanzamiento para aupar a Colau como interlocutora del Ejecutivo en Cataluña. Ello sería posible por la esclerosis imperante en el Palau de la Generalitat, la parálisis y bronca permanente en el Parlamento catalán y la incapacidad del president Quim Torra para tejer alianzas con el mundo económico regional, que se está buscando la vida por sí mismo. En este escenario, el diálogo Moncloa-plaza de Sant Jaume sí podría funcionar si Colau y Collboni se avienen. ¿Ejemplos? La Comisión Bilateral Estado-Barcelona hace años que no se reúne, pese a que la alcaldesa y el entonces presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, pactaron reactivarla en diciembre de 2018. El momento podría ahora ser propicio: sortearía el galimatías --y falta de horizonte político-- que reina en estos momentos en el seno del Gobierno autonómico. Colau se podría erigir en figura clave en Cataluña y, de paso, preparar el terreno por si cambia de opinión y concurre a las próximas elecciones a la Cámara autonómica.

De momento, el Gobierno afín a Colau no se ha concretado y, lo que es más, cuenta con firme oposición del centroderecha y el independentismo catalán. Pero el acuerdo sorpresa entre Sánchez e Iglesias suena como buena música para la alcaldesa y Collboni, que aguardan su turno. El concurso de ERC con una eventual abstención, contra lo que podría parecer, podría ser también beneficioso para el bipartito barcelonés.