Jordi Basté, director y presentador del programa 'El món a RAC1' en las instalaciones de 'Crónica Global' / CG

Jordi Basté, director y presentador del programa 'El món a RAC1' en las instalaciones de 'Crónica Global' / CG

Política

Jordi Basté: “Todos convertimos nuestra vida en una tertulia, siempre la buscamos”

El periodista considera que si la baja participación del 14F favoreció al independentismo, la responsabilidad es de los no soberanistas que prefirieron abstenerse

7 marzo, 2021 00:00

Las tertulias radiofónicas se inventaron como un espacio informativo divertido y entretenido de elaboración mucho menos costosa que los reportajes y las noticias. Todas las emisoras de radio las incluyen en sus magacines --especialmente en los matutinos-- con más o menos éxito.

Las que organiza Jordi Basté en su programa, El món a RAC1, líder en el panorama radiofónico catalán, son muy seguidas y criticadas, dos aspectos que gustan casi por igual al periodista.

La alineación de sus tertulianos es plural, aunque con una mayoría sensible al soberanismo y otra mayoría sosegada, que no tienen por qué coincidir. El propio Basté considera que Cataluña vota una vez y otra a favor de un diálogo para cambiar su relación con el resto de España.

--Las tertulias aún juegan un gran papel en el terreno de la información y de la opinión.

--Yo soy el presidente del club de fans de las tertulias. El problema es la palabra que las define, que ya no significa lo que significaba originariamente. Se ha prostituido, está gastada. Decirle ahora tertuliano a alguien es como insultarle. Hemos de buscar otro término, opinadores quizá; no sé. Pero hay que decir que todos convertimos nuestra vida en una tertulia, la estamos buscando permanentemente. Y más que lo haremos cuando acabe la pandemia: haremos cenas para encontrarnos y hablar con los amigos.

--¿Por qué le gustan tanto?

--Por varias razones, entre ellas porque crean un estado de opinión. Es verdad que hay que cambiar más a los protagonistas, pero también lo es que la radio matutina tiene un cierto ritual, dado que la gente está acostumbrada a unas voces y si las cambias has de hacerlo con cuentagotas y poco a poco. Cada uno tiene sus tertulianos de referencia, pero a la vez todo el mundo se queja de los tuyos, y esa es la mejor señal porque quiere decir que te escuchan. Siempre le digo al equipo del programa que es tan importante mantener a la gente que nos quiere como a la que no.

--A veces, se elevan demasiado las voces.

--Cuando me dicen que en las mías hay crispación contesto que es mentira. Depende del día. Los lunes, por ejemplo, sí hay un poquito de crispación, pero el martes no.

--Los viernes tiene el día más tranquilo.

--Sí, los viernes tengo un grupo que se entiende, que hace tertulia más social. En la del jueves también me pasa; en la del miércoles cada vez más con la incorporación de Melero, con Francesc Marc, con Anna.

--El lunes es la excepción.

--Sí, es la más batalladora, sí, pero está bien que haya un poco de batalla.

--Eso tiene mucho que ver con los tertulianos. Puede que en Madrid las tertulias sean más agresivas porque los periodistas son más peleones entre ellos.

--Si, pero luego se van a comer la mar de amigos. Lo he hablado con Carlos Alsina, de Onda Cero, un gran comunicador al que conozco solo a través de los mensajes. Da la impresión de que estén en guerra civil permanente. ¡Y qué va! Luego se van a comer. Cuando fui a recoger el premio Rey de España de Periodismo pensaba "aquí algunos apenas me vean me van a matar"; y en absoluto, unos abrazos que para qué. Y, sí, pensé, "aquí la gente se pega unas grandes leches entre ellos, pero luego no pasa nada".

--Hace 10 años la prensa catalana hizo un editorial conjunto poco antes de la sentencia del Constitucional sobre el Estatuto de 2006. ¿Cree que hoy sería posible un gesto de ese estilo?

--No tengo ni idea, pero creo que aquello estuvo bien. La vida democrática funciona por mayorías, pero en los últimos años todos nos hemos colocado una etiqueta que no podemos quitarnos. Y he de decir que las redes sociales no han ayudado nada: o estás conmigo o contra mí.

--¿Por qué estuvo bien?

--Antes había una mayoría que pensaba que el Estatuto de 2006 era una buena solución para salir de ésta. El PP lo tumbó cometiendo un enorme error que es el que nos ha llevado hasta aquí. Ahora hay que sentarse y abrir el diálogo, también desde el punto de vista periodístico.

--¿Por qué ha llegado ese momento?

--Hay una mayoría en Cataluña que dice el "a por ellos, se ha acabado", una mayoría que ahora está por el no pasarán. Hay una mayoría opositora al Govern actual o al que pueda venir, una mayoría creada por el PSC y el PSOE que dice que esto se va arreglar hablando, indultando y sin independencia; o sea, no pasarán. Antes, la mayoría estaba en el no pasarán, pero hubo un partido que se excedió –Ciudadanos-- y fue al a por ellos. Y la gente en Cataluña ha dicho no queremos el a por ellos. La oposición no independentista será no pasaréis; ya no es de ataque, sino de pausa, de centralidad.

--En ese periodo de 10 años el panorama ha cambiado mucho.

--Es verdad que hay 11 escaños de Vox, pero eso ha significado que Ciudadanos ha caído en picado, que el PP sea de nuevo casi residual. O sea, de grupos de derecha son los 11 de Vox, más los de Cs y el PP. Eso es nada. La mayoría no independentista ha dicho que hay que hablar, como la mayoría independentista. Incluso hay una parte importante de JxCat que sabe perfectamente que hay que hacerlo.

--¿Quiere decir que las cosas no han cambiado tanto?

--Como en la época del editorial conjunto, Cataluña ha dicho que esto lo vamos a arreglar sentándonos a hablar. No sé dónde llegaremos, si a un referéndum vinculante, o no vinculante; a un pacto fiscal como en el País Vasco, o a nada. Lo que sabemos es que una mayoría de este país está, como siempre ha estado, por hablar y discutir.

--Entonces, ¿la radicalidad que ha destilado este proceso de 10 años solo ha tomado forma en los diputados de Vox, en un extremo, y los de la CUP en el otro?

--Creo que Vox y la CUP no son comparables, ni siquiera en radicalidad. La CUP quiere la independencia cuanto antes, pero ERC también la quiere. Y he de añadir que cuando dicen que la baja participación del 14F ha favorecido a los independentistas, tengo que pensar que los no independentistas no tenían muchas ganas de participar.

--¿A dónde hemos llegado, entonces?

--¿Con un 50% se puede proclamar la independencia? No, pero da mucha más legitimidad y de cara a Europa significa que un día podrán decir a España: "Oiga que ahí tienen un problema, que más del 50% de la gente que va a votar ha dicho que quiere un Estado independiente, y eso no se resuelve a leches".