Jordi Basté, periodista y director de 'El món a RAC1' en la redacción de Crónica Global / PABLO MIRANZO

Jordi Basté, periodista y director de 'El món a RAC1' en la redacción de Crónica Global / PABLO MIRANZO

Política

Jordi Basté: “No entiendo que la prensa de papel, en pleno declive, tenga tanta influencia"

El periodista cree que la radio se ha sabido adaptar mejor a internet que la televisión, lo que le permite expandirse y conservar la esencia de lo que siempre ha sido como medio

7 marzo, 2021 00:00

Jordi Basté es el periodista más influyente de Cataluña. Dirige el programa El món a RAC1, el matutino líder de la radio que ha convertido la cadena del Grupo Godó en la primera del país, muy por delante de Catalunya Ràdio, y a gran distancia del resto.

Viene del mundo del periodismo deportivo, lo que ha dejado su impronta en el estilo del programa que hace, rompedor en el panorama radiofónico. En paralelo, reinventa su fórmula con frecuencia y lo hace apoyándose en las redes sociales.

Puede que esa innovación constante esté detrás de la sorpresa que le produce la influencia política que aún conservan los diarios de papel, cuando su difusión ha caído en picado, como sus cuentas de resultados, mientras los digitales han irrumpido con fuerza en el escenario informativo, las radios consolidan y aumentan su audiencia y las televisiones conservan su implantación e incluso sus divisiones de pago no paran de crecer.

--Pregunta: ¿Por qué cree que la prensa de Madrid es más crítica que la de aquí?

--Respuesta: Si tú coges los diarios de Madrid verás que son mucho más unidireccionales. En la mayoría de cabeceras de Barcelona encuentras articulistas que se contradicen, lo que no ocurre allí, donde ves lo que podríamos llamar pensamiento único. Defiendo que cada uno escriba lo que quiera, pero a veces echo en falta opiniones distintas. No comparto demasiado eso de que es más crítica.

--En Madrid no tienen empacho en pedir la dimisión de un político, por ejemplo. Cosa que en Barcelona no ocurre.

--Bueno, de políticos que no piensan como ellos. ¿Crees que en Madrid se piden muchas cabezas de los propios, de los suyos?

--A eso me refiero. Si pides su cabeza, muy tuyo no es, desde luego.

--Seguramente somos muy críticos con nosotros mismos, muy poco con el poder; además, cuando miramos a Madrid siempre vemos lo que tiene de bueno, que es mucho, pero también tiene aspectos negativos. Y desde aquí somos muy poco críticos con Madrid, no solo con el poder político. No hablo de la Cataluña independentista contra Madrid y el Estado.

--Ya, ya. Todo esto es anterior, de siempre. Pero es posible que la prensa madrileña sea mucho más crítica, con sus adversarios, de acuerdo, pero contrasta con una prensa catalana muy plana.

--Si, de acuerdo. Pero después de la ferocidad vienen los abrazos, las comidas y las cenas en los restaurantes. Es alucinante: te cortan la cabeza, pero a continuación ellos mismos te la llevan al Gregorio Marañón para que la suturen.

--El hecho es que se produce, y aquí no.

--Fíjate que todo el tiempo estamos hablando del papel, no de los audiovisuales que además de información también publican opinión, y no han tenido ni tienen la fuerza que ha tenido el papel. Es una cosa que me tiene fascinado, porque aun ahora en el declive en que se encuentra todavía tiene una fuerza política que ni la radio, ni la televisión, tampoco los nuevos medios digitales, tienen. ¿Por qué? No encuentro la repuesta a que lo que se escriba en El Mundo, La Vanguardia, El País o El Periódico sea todavía mucho más influyente en la política que lo que se pueda decir en cualquier otro soporte.

--Su influencia supera ampliamente su difusión.

--Si, pero con el visto bueno de la política. Conservan una influencia bestial, de manera que a la hora de filtrar o exclusivar una noticia los políticos prefieren hacerlo a un medio de papel que a otro de muchísima más difusión, sea el que sea. No entiendo que además no se discuta sobre ello.

--Pues es un debate interesante.

--El equipo de mi programa, que es gente más joven que yo, se sorprende de la importancia que le damos al papel, que aún tenemos como un elemento de gran relevancia.

--Cuando 'El món a RAC1' hace los resúmenes de la actualidad publicada y de la opinión, efectivamente cita artículos del 'Abc', de 'La Razón'…

--Exacto, y en cambio a los digitales les damos mucha menos bola. Estamos todavía en un marco mental que lo favorece. Es verdad que el papel ofrece más opinión que el digital y la radio, lo que explicaría la influencia editorializante, pero no en la información.

--Algunos grupos de comunicación regionales tratan de hacerse con grupos nacionales, como ha ocurrido en 'El País' y la cadena SER. Otros lo consiguen, como es el caso de Prensa Ibérica y el Grupo Zeta. ¿Qué cree que está pasando?

--Me duele decirlo porque soy un nostálgico, pero el papel se está convirtiendo en un ejercicio vintage. Antes, bajabas a la calle y lo comprabas; ahora tienes que coger el coche, no hay quioscos. Sus marcas se sustentan en las webs, pero claro, ahí estamos todos, también las radios. Con ese panorama, hay empresas que dicen "venga, vamos a quedarnos con todo aquello que ha sido importante en el papel". Un gran cambio que los inversores están captando con mucha viveza: "Vamos a usar ese espacio donde está el papel para globalizar la radio, el digital, la televisión y el propio papel".

--Parece que la radio y la televisión se ven menos afectadas por esos cambios.

--En la radio, menos. Pero con la televisión pasa un fenómeno curioso: la gente sigue viendo la tele, pero esa palabra ya no significa lo mismo que antes. Pasa un poco también con el vocablo diario: sí es un diario, pero digital. La televisión es en realidad una pantalla, donde mis hijas, por ejemplo, ven en Youtube a unos personajes sentados en unos sofás carísimos que dicen cosas raras. En cambio, tú y yo vemos un partido de fútbol que da Movistar o el informativo de Telecinco. Sin embargo, puedes oír la radio gracias a soportes distintos, incluido internet, pero al final todo es radio. El término conserva su significado. 

--La televisión, no obstante, es más interactiva. Puedes echar para atrás y repescar el programa y el corte que quieras. En la radio es más difícil.

--Sí, y lo explica un motivo. La radio es muy matinal, mientras que las franjas de más audiencia de la tele son nocturnas. En la radio pesa mucho la frescura, la gente quiere información fresca. Lo primero que hago a las 04.30 de la mañana cuando me levanto es enviar un mensaje a mi gente y a los 10 minutos me conecto con los principales diarios digitales, a ver qué hay. En términos alimenticios, diríamos que vamos al pescado fresco, ya no hay congelado. ¿Dónde irá el congelado? A las plataformas que antes considerábamos fundamentales, donde estarán los reportajes, los grandes textos, los podcast, al tipo de televisión como el que entendíamos antes. Aquel maravilloso eslogan que tenía CNN+ de Está pasando, lo estás viendo.

--Y además la radio es más adaptable.

--La tele siempre tenía la chica y el chico guapos, mientras que la radio era el patito feo del panorama audiovisual, pero ha aparecido internet y el patito se ha casado con la tía buena. ‘Tú eres más feo, pero eres mejor y más rápido, nos entenderemos’, ha dicho. Nos entendemos, por eso sobrevivimos. A la televisión le ha costado mucho más.