La abstención es cosa de pobres (en Cataluña)
En Matadepera, el municipio más rico de España, solo el 33% de los electores pasó de las urnas y Puigdemont sacó el 42,4%, mientras que en Sant Adrià el 59,4% no fue a votar
4 abril, 2021 00:00Las elecciones autonómicas del 14F batieron un récord histórico en abstención. De los 5.624.067 electores llamados a urnas, solo acudieron 2.884.845; o sea, que el 48,7% prefirió quedarse en casa. El precedente más próximo a esas cifras se produjo en 1992, con una abstención del 45,1% y una victoria aplastante de CiU, que se llevó 70 diputados y el 46,7% de los votos. La caída de la participación de febrero pasado fue más impactante porque veníamos del 21 de diciembre de 2017, unas elecciones históricas también, pero por lo contrario: solo pasaron de las urnas el 21% de los electores.
Esa subida de casi 30 puntos en la inhibición política no se ha producido por igual en todo el territorio catalán. En los municipios más ricos el miedo al contagio que habían difundido los medios de comunicación públicos y concertados tuvo un impacto nulo, tampoco afectó el desastre de un Govern en funciones desde hacía un año ni la pelea de gallos pública --el famoso chicken game-- entre los dos partidos gobernantes.
Los ricos, con Puigdemont
Los territorios más ricos, según las estadísticas del IRPF, registraron más participación que la media catalana y en casi todos ellos el vencedor fue Junts per Catalunya (JxCat), el partido neoconvergente liderado por Carles Puigdemont desde Bélgica. Quizá eso explique la tranquilidad con que la clase pudiente se ha tomado el fracaso de la investidura de Pere Aragonès (ERC) y ha hecho rápidamente las maletas esta Semana Santa en dirección a sus destinos preferidos. Han sido ellos, sus representantes en el Parlament, los que han hecho descarrilar el nombramiento del nuevo presidente de la Generalitat, una institución descabezada desde hace más de un año.
Si tomamos de referencia la ciudad con la renta bruta más alta de Cataluña y de España, Matadepera –con una media por hogar declarada en 2018 de 218.788 euros--, la abstención solo fue del 31,91%, casi 20 puntos por debajo de la global. Adicionalmente, el partido más votado fue JxCat (42,36%), seguido a distancia por ERC (16,25%). El conjunto de las opciones independentistas obtuvo nada menos que el 74% de los votos.
La abstención el 14F, cosa de las clases medias y bajas
Matadepera frente a Sant Adrià
El contraste con Sant Adrià de Besòs, con una renta media de 25.556 euros anuales, es brutal: la abstención fue del 59,36%, más de 11 puntos por encima de la media; casi el doble que en Matadepera. Y los resultados, lógicamente, también reflejan esa diferencia. El conjunto del nacionalismo apenas recogió el 30% de los sufragios, mientras que el ganador fue el PSC, con el 34% del total. El partido de Carles Puigdemont obtuvo el 7,72% y la CUP, el 3,71%. ERC consiguió una honrosa segunda posición, aunque con la mitad de los apoyos que los socialistas.
Esta vinculación entre municipios ricos, fuerte participación y victoria separatista se repite en todos los casos, con excepciones como la de Sant Just Desvern –58.875 euros anuales de renta familiar, lo que la sitúa como la segunda ciudad más rica de Cataluña y la quinta de España-- que obedece a la presencia en su vecindario de progres socialistas expulsados de la colindante Barcelona. El PSC fue el primer partido con el 22,19%, seguido muy de cerca por JxCat (20%) y ERC (19,47%). Aun y con la victoria de la lista de Salvador Illa, el bloque independentista obtuvo el 50,79% de los votos.
Mayoría nacionalista
En Sant Cugat del Vallès, la tercera ciudad catalana más rica, solo se abstuvo el 32,83% del electorado, 16 puntos por debajo de la media. Y el 54,71% de quienes votaron lo hicieron a favor de opciones nacionalistas, con JxCat (24,35%) y ERC (17,9%) a la cabeza. Alella, la cuarta población más rica de la autonomía y la octava de España, reprodujo el mismo esquema: 37,5% de abstención y triunfo de JxCat (27,5%) y ERC (21,5%); el 59,35% de los votos fue a parar a las listas del separatismo.
En el otro extremo, junto a Sant Adrià, está Santa Coloma de Gramenet, con 23.208 euros de renta y el 55,6% de abstencionistas, siete puntos por encima de la media; el independentismo reunió el 23,6% de los votos, mientras que el partido ganador fue el PSC, con el 41,7%, seguido por ERC con el 15%. Algo parecido a lo que ocurrió en L’Hospitalet de Llobregat, con una renta de 25.365 euros y una abstención muy por encima de la media, el 53%. El PSC consiguió el 38,9% de las papeletas, seguido a mucha distancia por ERC, con el 15,8%, menos de la mitad. JxCat se hizo con el 7,2% y la CUP con el 3,5%. Los independentistas reunieron el 26,6% de los apoyos.
¿Vale la pena ir a votar?
Los datos sugieren que, aunque los partidos independentistas lo nieguen, las clases pudientes son la vanguardia del nacionalismo catalán, sobre todo el que se siente representado por Puigdemont, y mantienen una movilización más intensa que las clases populares, opuestas al secesionismo, pero menos sensibles ante la cuestión. Algo que contrasta con el posicionamiento creciente de las organizaciones empresariales en contra de la deriva de los últimos gobiernos de la Generalitat, presididos por nacionalistas radicales. Una de las explicaciones posibles a esa diferencia quizá sea el perfil del rico convertido al separatismo, más rentista y profesional que empresarial.
Del análisis de las cifras también se infiere que cuando se activa la participación de los trabajadores, como ocurrió en diciembre de 2017, la atribución de escaños que establece la ley electoral vigente amortigua su impacto. En aquella ocasión, el bloque constitucionalista obtuvo 150.000 votos más que el independentista, pese a lo que el primero obtuvo cinco diputados menos: 65 frente a 70. Este 14 de febrero, los partidos nacionalistas ganaron por 30.000 votos, lo que les llevó a los 74 actas parlamentarias, 13 más que que las 61 de sus oponentes. Para más inri, en las dos ocasiones el partido ganador pertenecía al bloque no separatista.