El expresidente Artur Mas (i), y su responsable económico, Andreu Mas-Colell (d), los responsables del Gobierno nacionalista que aplicó duros recortes todavía no revertidos/ EFE

El expresidente Artur Mas (i), y su responsable económico, Andreu Mas-Colell (d), los responsables del Gobierno nacionalista que aplicó duros recortes todavía no revertidos/ EFE

Política

“La cruzada nacionalista ha sustituido a la religiosa en las escuelas catalanas”

El economista Luis Molina, analiza para 'Crónica Global' la relación entre nacionalismo y desigualdad: “Es curioso que la idea de que ‘España nos roba’ venga de las regiones más ricas”

1 julio, 2019 00:00

Luis Molina Temboury, miembro de Economistas Frente a la Crisis, acepta el reto de Crónica Global de analizar la relación entre los nacionalismos y desigualdad. Considera que tanto el independentismo catalán del círculo de Convergència como el nacionalismo españolista del PP se ha desarrollado "para tapar la corrupción" y no como pantalla ante las diferencias sociales, pues "la burguesía catalana independentista, partícipe de la burbuja, de la crisis, de los recortes y promotora secular de la falta de igualdad, no necesita esa cortina de humo adicional, como tampoco la élite españolista de Madrid". 

Una persona durmiendo en la calle / EFE

Una persona durmiendo en la calle / EFE

"Con los eslóganes habituales, comunes a todas las derechas del mundo, ya tienen humo más que suficiente", explica este experto. Quien, además, asegura que "en el espectáculo del nacionalismo regionalista, el rico siempre quiere desprenderse del lastre del pobre. Es curioso que la idea de que España nos roba venga de las regiones más ricas".

Desigualdad como "fenómeno natural"

Como ejemplo de esas consignas "habituales", detalla reflexiones como "La desigualdad no es el problema sino la pobreza"; "Pagar impuestos es de tontos, el dinero está mejor en el bolsillo de la gente"; "Autofinanciarse la educación, la sanidad y la pensión es más barato y mejor"; "Todos queremos forrarnos y no reconocerlo es de envidiosos"; "Los ricos son justos triunfadores porque son los mejores"; "Enriquecerse hasta el infinito es un derecho"; "La falta de igualdad deriva de la libertad"… “Y una larga lista de chorradas disfrazadas de sentido común para que la mente del pueblo llano conciba este fenómeno como algo natural”.

Molina entiende que el nacionalismo de Convergència y del PP es una misma estrategia que les viene funcionando tan bien como para que la Comunidad de Madrid pueda seguir en manos de los populares, "con sus antecedentes de récord. Pero esa cortina de humo sigue demorando una solución al problema principal, la desigualdad y su peor efecto asociado, una pobreza en las capas de abajo que alimenta un populismo de confrontación y ha resucitado al franquismo".

Junqueras, el ferviente católico

El economista alude también a una "segunda fuerza del independentismo catalán" en referencia a ERC. "Una izquierda que declara defender valores progresistas, no suelta cortinas de humo ni teme confrontar su discurso nacionalista a campo descubierto porque su aspiración no es material. Su máximo dirigente es un ferviente católico dispuesto al sacrificio en defensa de la verdad revelada", afirma Molina, en alusión a Oriol Junqueras. "Su misión es tan superior que la urgente secesión de Cataluña le resulta compatible con el amor a los no catalanistas y al resto de los españoles, algo fuera de este mundo. Como en el caso del País Vasco, una práctica irracional profundamente arraigada, el catolicismo, sostiene y empuja a la otra, el nacionalismo, aunque en este caso, afortunadamente, no hay asesinatos de por medio".

La tercera fuerza que impulsa la corriente independentista en Cataluña, a su juicio, es la más preocupante, pues "viene de las escuelas, donde se ha sustituido la cruzada religiosa por la nacionalista, la otra fe de los elegidos. Ahí florece una juventud rebelde y heroica contra un enemigo que viene del exterior, como los marcianos, y también una hornada de buenos chicos que secundan las piruetas intelectuales de sus sacrificados y bondadosos colectivistas mayores".

Una escuela de Lleida con pancartas a favor del independentismo / CDR

Una escuela de Lleida con pancartas a favor del independentismo / CDR

De ahí que "declararse antinacionalista implique ser condenado al ostracismo, si no marginado o acosado, en un ambiente en el que no se habla de otra cosa". No obstante, confía en que la racionalidad vuelva a las escuelas y que "las ideologías demostradamente peligrosas del pasado tengan el lugar que les corresponde y empiece a concienciarse a las nuevas generaciones de los problemas reales del presente, como una desigualdad extrema y creciente que está detrás del cambio climático y de otros graves problemas que amenazan con llevarse por delante a la humanidad. Los mundos de Yupi en exclusiva no existen en la globalización. Hay que asumirlo".

Fomentar el miedo vs. derribar fronteras

¿El nacionalismo forma de esa corriente que fomenta el miedo en lugar de derribar fronteras? Molina cree que sí, aunque ve a la Unión Europea más fuerte de lo que parece. "Las fronteras, hoy por hoy, están lejos de poder ser derribadas. La UE se construyó para superar la diferencia basada en la nacionalidad, no hay que olvidarlo, y viene derribando fronteras interiores en políticas como la libre circulación y el mercado interior, pero los Estados siguen fuertes. La arquitectura del euro, por ejemplo, se cimentó sobre equilibrios de poder entre Estados miembros y poderes financieros nacionales, no sobre los intereses de los europeos".

Donald Trump espera ingresar 6.800 millones con los nuevos aranceles a productos y marcas de la UE / EFE

Donald Trump espera ingresar 6.800 millones con los nuevos aranceles a productos y marcas de la UE / EFE

Ese equilibrio, añade, podía sostenerse en tiempos de bonanza, pero al llegar la inevitable crisis "precisamente por los excesos financieros, ha sido desastroso. El espectáculo de la inmensa mayoría de la población griega empobrecida y humillada por las exigencias de la banca alemana, del BCE y de una institución foránea como el FMI será difícil de olvidar". El economista cree que "los muros y concertinas que hoy se levantan no son, paradójicamente, para evitar los efectos de las diferencias entre países limítrofes, sino para camuflar la que hay dentro de los ricos y poderosos. El nacionalismo xenófobo de Trump, a diferencia del independentismo catalán, sí es claramente una cortina de humo frente a la desigualdad. Trump nunca reconocerá que la diferencia económica y social es el problema, pero los muros que levanta tampoco contendrán su escalada en EEUU".

La desigualdad en España y Cataluña

Respecto a la posición de España y Cataluña en materia de desigualdad, el experto afirma que hay datos estadísticos muy precarios sobre la distribución del patrimonio. "La concentración en todos los países es brutal, como significa ese dato conocido de que el 1% de la población mundial, los que más tienen, posee más riqueza que la mitad de la población, los que tienen menos. Pero ese dato es engañoso. Entre el 1% de arriba hay un alto porcentaje de gente simplemente acomodada. Muy acomodada en términos comparativos, desde luego, pero con nulo poder de decisión sobre la actividad económica".

España, explica, no destaca por ser un país excesivamente desigual en cuanto al patrimonio, pues es inferior a la de Suecia, que es uno de los países de la UE en este aspecto. "Ahora bien, en términos de renta variable, que no es significativa de la concentración del poder de decisión pero sí del nivel de vida, España ocupa una posición mala o muy mala dentro de la UE. Y sin rentas, aunque sea de la beneficencia, ni siquiera se puede sobrevivir. La desigualdad de rentas en España es muy elevada y alienta sentimientos destructivos y autodestructivos. El nacionalismo otra vez".

En cuanto a Cataluña, hay pocos datos estadísticos y están más enfocados a medir la diferencia entre comunidades autónomas que dentro de cada una de ellas. "En Cataluña se da una distribución salarial algo mejor que la de Madrid; y en Andalucía, peor que en las dos primeras. Pero la renta disponible engloba otras rentas que no son salarios. Sobre esto no hay estadísticas publicadas".

Redistribución

Respecto a la redistribución de las desigualdades, el Instituto de Estudios Fiscales hizo un estudio en 2017 según el cual Andalucía era la comunidad que redistribuía mejor los ingresos y gastos públicos, pero "también hay que tener en cuenta que su punto de partida es una desigualdad mayor. Cataluña, en ese estudio, distribuía como el promedio. Madrid era la que distribuía peor, sólo superada por las Islas Baleares. Pero las diferencias intracomunitarias no son excesivamente notables. En ese sentido España es un país bastante vertebrado".

Otra cosa son las diferencias entre comunidades autónomas. Según la última Encuesta de condiciones de vida --la de 2018, elaborada sobre datos de 2017-- la renta media por persona en Cataluña era 13.338 euros. En Madrid era algo menos, 13.279 euros, y en Andalucía 9.258. El promedio en España fue 11.412 euros. "O sea, que la asignatura pendiente no son las diferencias en la distribución dentro de las comunidades, sino las diferencias regionales. Y esas diferencias son, otra vez, un motor de las ideas nacionalistas".

Los palos de ciego de Rivera

Sostiene Molina que el nacionalismo "no fomenta el individualismo, sino todo lo contrario. Surge de una idea colectivista. Los liberales europeos, principales impulsores del individualismo de mercado, no simpatizan en absoluto con el nacionalismo. Por eso el Grupo de la Alianza de los Liberales y Demócratas por Europa (ALDE) ha expulsado al PDeCAT y no tanto por la corrupción, que ha podido soportar sin problemas el PP en el Grupo del Partido Popular Europeo habiendo sido condenado por ella en los tribunales españoles".

El líder de Ciudadanos, Albert Rivera / EFE

El líder de Ciudadanos, Albert Rivera / EFE

Pero los liberales europeos "tampoco entienden" que Albert Rivera, líder de Ciudadanos, "cierre filas con otro nacionalismo, el español, que no sólo contribuye a desequilibrar el mercado común, sino que retrotrae a tiempos de la Europa desmembrada de la Segunda Guerra Mundial. Los liberales pueden hacer la vista gorda con la desigualdad pero no pueden perdonar el regreso de los grandes nacionalismos del pasado".

"Rivera --añade-- va dando palos de ciego con su exaltación del españolismo. Tal vez pensó que con el experimento andaluz se le había allanado el camino, pero para el liberalismo europeo una cosa son las tensiones regionales de los Estados miembros y otra muy distinta llevar el franquismo como aliado hasta Bruselas" asegura el experto, y asegura que "el ultraliberalismo en lo económico de Vox tampoco cuela. Sus tres diputados estarán entre los apestados que quieren dinamitar la Unión desde dentro".