Divide et impera es una frase que se atribuye a Julio César y que con el paso de los años se ha convertido en una de las estrategias políticas más habituales. El presidente de la Generalitat, Quim Torra, parece que ahora quiere ahondar en ella al recuperar la bandera del derecho a decidir ante el empresariado catalán. Como mínimo, ante el que considera que será más propicio a sus reivindicaciones, como ocurre con los miembros de Pimec, el foro escogido para hacer estas declaraciones.

Es consciente de que la fórmula de la autodeterminación es la más vendible, ya que el camino de la unilateralidad genera directamente anticuerpos entre los ejecutivos del territorio. Pero su credibilidad al reivindicar el camino de un nuevo referéndum sobre la independencia en Cataluña es limitada.

Sus predecesores en el cargo tenían capacidad para modular el discurso según el auditorio en el que se encontraban. Torra no. Si algo se le tiene que reconocer es que nunca ha engañado respecto a sus intenciones, especialmente las secesionistas. Intentar dividir al empresariado catalán entre los que apoyan el derecho a decidir y los que no responde a una estrategia basada en la convicción de que habrá otro otoño caliente; el que seguirá a la sentencia del Tribunal Supremo sobre el 1-O y que según parece acabará con otra convocatoria electoral anticipada.

Pero, a diferencia de lo que ocurrió a finales de 2017, ahora el president cuenta con el apoyo de los empresarios de la Cámara de Comercio de Barcelona y no para reivindicar precisamente un nuevo referéndum. El presidente de la organización empresarial, Joan Canadell, y el equipo de Eines de País ya han anunciado que la institución trabajará por la proclamación de la república porque consideran que la independencia es la mejor alternativa para que las empresas catalanas ganen competitividad.

Más ahora que han conseguido un poder reforzado tras alcanzar el control de la institución. No es menor ante el nuevo intento de los líderes independentistas de atraer al empresariado. Como mínimo, para que reivindique el derecho a decidir ante un Gobierno central en plena constitución. Torra aprieta para sumar más adhesiones a su proyecto. Intenta ahondar en la división en un colectivo heterogéneo y que no siempre ha sabido sumar.

Canadell incluso pidió a los empresarios en su primer discurso como presidente de la Cámara que deben pensar en que sus clientes y proveedores probablemente son independentistas. Poco después, uno de los ejecutivos allí presentes reconoció que esto podría ser verdad, pero recordó que los accionistas no piensan lo mismo. Ni siquiera visualizan la independencia como una cuestión posible en Cataluña, ni en el corto ni en el medio plazo. De nuevo, una división al 50%.