Dice Emiliano García-Page que “esta legislatura debe servir para que los independentistas pierdan la esperanza” y les advierte de que “o se pliegan a Sánchez o será el presidente más implacable”.

El presidente de Castilla-La Mancha ya no es el verso libre dentro del PSOE que fue en otros tiempos. La amplia mayoría absoluta lograda en las autonómicas del 26M le refuerza como uno de los barones socialistas con más poder. Y ha dejado atrás sus críticas al líder del partido, al que ahora muestra su apoyo sin fisuras.

La intervención del presidente Sánchez en la sesión de clausura de las jornadas del Círculo de Economía en Sitges ya apuntaba en la línea del presidente castellanomanchego, aunque con algo más de sutileza. El jefe del ejecutivo no hizo ninguna mención al procés ni a las exigencias de negociar en base a la declaración de Pedralbes que un día antes lanzó el el vicepresidente autonómico, Pere Aragonès. Un silencio que ha generado la indignación y el desconcierto en ERC.

No sabemos si Sánchez será implacable con los independentistas, lo que sí parece claro es que es difícil llegar a acuerdos con una formación política que hace menos de dos años promovió y ejecutó un intento de secesión ilegal; que desde hace un año gobierna Cataluña en alianza con un enajenado y huido de la justicia; que hace cuatro meses optó por rechazar los presupuestos para tumbar el Gobierno; que hace un mes humilló sin contemplaciones al líder del PSC para evitar que presidiera el Senado; que hace una semana su portavoz seguía apelando a la “consolidación de la República catalana”, y cuyo exportavoz en el Congreso Joan Tardà aseguraba este mismo fin de semana que, si el Gobierno no aceptaba sentarse a negociar con ellos, “no se puede renunciar a la desobediencia”.

El que fuera secretario de Estado de Seguridad durante el 1-O, José Antonio Nieto, acaba de alertar de que “de seguir así, el peor momento del conflicto de Cataluña no ha llegado”. Puede considerarse un análisis excesivamente alarmista, pero lo cierto es que el Govern acaba de reemplazar al jefe de los Mossos d’Esquadra por un conocido talibán independentista, Eduard Sallent. Y que, desde enero, el encargado de reinsertar a los presos encarcelados en las prisiones catalanas es otro fanático nacionalista, Amand Calderó, que ya ha maniobrado para que Oriol Pujol Ferrusola disfrute de una situación similar al tercer grado que la justicia rechazó.

No hay que ser muy avispado para entender que el ejecutivo autonómico de ERC y JxCat se prepara para acompañar la respuesta del independentismo radical en las calles ante una sentencia condenatoria contra los promotores del procés, y para agilizar la recuperación de su libertad.

Con este panorama, más vale que García-Page esté en lo cierto.