Algo de optimismo, ganas de alzar la mirada y buscar soluciones, aunque la situación sea complicada. Los empresarios que participan estos días en las jornadas económicas de Sitges que organiza el Círculo de Economía respiran con un cierto alivio. La preocupación se mantiene, pero han comenzado a interiorizar dos cuestiones: la primera que deben actuar, en distintos frentes, y exigir lo que crean necesario. La segunda es que también deben realizar una autocrítica sincera, analizar los datos, y dejar de esconderse o de pensar que la culpa siempre es del otro.

Eso se ha vivido estos días en el Círculo de Economía, añorados de aquello que defendía Vicens Vives, precisamente el impulsor del lobby empresarial, cuando apostaba por las minorías creativas, las que saben dirigir y actuar. Las intervenciones de Josep Sánchez Llibre, al frente de Foment del Treball, y de Xavier Faus, que se perfila como el nuevo presidente del Círculo de Economía, en sustitución de Juan Jose Brugera, insuflaron el ánimo entre los asistentes. "Algo nuevo", "con claridad", "con arrojo", "de frente". Esas fueron algunas de las expresiones utilizadas posteriormente en los corrillos.

¿Están en lo cierto, pueden los dos nuevos dirigentes empresariales cambiar las cosas? Tienen perfiles distintos, pero los dos responden a las nuevas exigencias del momento. Lo sucedido en la Cámara de Comercio de Barcelona, con la infiltración, a través de unas elecciones, del independentismo a partir de microempresas y pymes, ha abierto los ojos a muchos empresarios y directivos catalanes. No se trata de edificar un muro, ni de reprochar nada o decir que son uns “saltataulells”, expresión en catalán que sirve para definir muchas actitudes. De lo que se trata es de buscar argumentos y encontrar soluciones, y estar a pie de obra, algo de lo que se ha olvidado la llamada burguesía catalana en los últimos decenios.

Sánchez Llibre constató algo que parece lógico. Las grandes empresas catalanas que se fueron deberían volver y, al mismo tiempo, el poder político debería dejar de jugar con fuego. Admitir que en una sociedad moderna nunca más se tomarán decisiones como las de octubre de 2017, que todo pasa por el respeto a la ley y que, de una vez por todas, se atenderá a la gestión de las “cosas”, recordando, como se ha hecho estos días en Sitges, por parte de Brugera, la frase de Ortega y Gasset cuando en una conferencia en La Plata, en 1939, emplazaba a dejarse de juegos artificiales: “¡Argentinos, a las cosas, a las cosas! Déjense de cuestiones previas personales, de suspicacias, de narcisismos”.

El presidente de Foment sabe llegar a acuerdos. Lo ha hecho toda la vida. Es un político que lo ha visto todo, y que conoce como pocos el tejido empresarial. No tiene miedo e irá de frente, con el Gobierno de Madrid, con el gobierno catalán, y con las propias empresas catalanas. Le ha dado dinamismo a Foment, que no para de generar actividades. Es un actor en la política y la economía catalanas.

En el Círculo estará Xavier Faus, que tampoco tiene ningún miedo. Señala lo que cree que no funciona en la economía catalana, y tiene claro que Madrid, ese genérico que representa el poder político y económico en España, también se deberá mover. Que existen cuestiones de fondo que están relacionadas con el reparto de ese poder, con la globalización, con la participación del tejido empresarial en la dirección de un país, y que España en su conjunto debería dotarse de más centros neurálgicos, con Madrid, Barcelona, pero también con otras ciudades dinámicas, consciente de que el mundo del dinero tiende a concentrarse en algunas grandes capitales mundiales.

Hay problemas internos que esa burguesía no ha querido solucionar: el patrón del modelo productivo, la dimensión empresarial, la mejora de la productividad del factor trabajo y del capital, y también la necesidad de plantarse ante dos poderes políticos: el español, pero también el catalán. Es decir, que cada uno ocupe el espacio que le corresponde, que colabore y ayude, pero desde posiciones firmes y de respeto.

Y después está el sentido de la realidad, y que guarda relación con esfuerzos que anunciaban una especie de fin del mundo, como el papel del aeropuerto de Barcelona. Es decir, medir bien qué se puede hacer y con qué objetivos.

Sólo con empresarios fuertes, modernos, que sepan el papel que les toca en estos momentos de la historia, esa burguesía podrá exigir compromisos al poder político. Y éstos, ese magma independentista que sigue instalado en la Generalitat, se moverán cuando vean que tienen gente valiente y seria en el otro lado. Todo eso ha comenzado estos días en Sitges. Los empresarios catalanes pasan al ataque, con dos nuevos alfiles: Sánchez Llibre y Xavier Faus.