Descubrimos el pueblo a 30 km de Barcelona que fue capital de Cataluña durante 92 días
Un municipio del Baix Llobregat, estratégicamente, situado en el siglo XIX y marcada por una grave epidemia
13 agosto, 2024 13:19Noticias relacionadas
La historia de Cataluña está llena de episodios fascinantes que nos invitan a reflexionar sobre el presente y el futuro. Al conocer más sobre la Corona de Aragón, el auge del comercio mediterráneo, la Guerra de Sucesión o el impacto de la industrialización, podemos ver cómo estos eventos han influido en la configuración de la sociedad actual.
Además, descubrir las luchas por la autonomía y la identidad nacional nos permite entender mejor los sentimientos y aspiraciones que aún perviven en la región.
Esparraguera: capital de Cataluña
Todos sabemos que Barcelona es la capital de Cataluña, sin embargo, hubo una época en la que fue Esparraguera, ¿lo sabías?
En septiembre de 1821, debido a una grave epidemia de fiebre amarilla provocada por mosquitos tropicales, Esparreguera se convirtió, temporalmente, en la capital de Cataluña. Este cambio ocurrió cuando las autoridades de Barcelona, incluyendo la Real Audiencia y el capitán general, se vieron obligadas a abandonar la ciudad para evitar la propagación de la enfermedad.
La elección del pueblo de Esparreguera como nueva sede no fue casual. La localidad, situada al pie de la sierra de Montserrat, estaba estratégicamente alejada de la costa, donde se concentraba el brote epidémico. Además, Esparreguera contaba con una carretera nacional que facilitaba el control militar y la rápida movilización en caso de rebeliones, lo cual era crucial en un momento marcado por tensiones entre absolutistas y constitucionalistas.
La epidemia de la fiebre amarilla
La crisis comenzó en junio de 1821, cuando un barco procedente de La Habana llegó a Barcelona con varios cadáveres a bordo. Pronto, los mosquitos, probablemente, transportados en las sentinas de los barcos, comenzaron a propagarse en la ciudad, provocando una 'enfermedad sospechosa' que infectó a muchos, causando síntomas como la piel y los ojos amarillentos.
La situación se agravó cuando la fiebre amarilla comenzó a propagarse a otras localidades cercanas, como Canet de Mar, Sitges y algunos pueblos de Mallorca, lo que llevó a un éxodo masivo de barceloneses hacia zonas más seguras, como las montañas y localidades periféricas. Ante la desesperación, las autoridades tomaron medidas extremas, como la instalación de campamentos en Montjuïc y la creación de un hospital en la villa de Gracia.
Finalmente, Esparreguera fue elegida como refugio para las principales autoridades de Cataluña, que permanecieron allí durante 92 días, mientras la epidemia continuaba su curso en Barcelona. Esta decisión, motivada tanto por razones sanitarias como estratégicas, reflejaba la grave crisis que vivía la ciudad y la necesidad de mantener el control administrativo y militar en un lugar seguro. La epidemia, finalmente, comenzó a remitir en noviembre de 1821, pero el impacto de aquellos meses marcó la historia de la región en la que murieron 6.244 personas.