La Diada del coronavirus ha sido un punto de inflexión en la construcción del relato independentista. Ha mutado desde una opción que convencía a familias y transformaba el 11S en una jornada festiva hasta la celebración actual, deslucida por la pandemia pero también por el enfrentamiento entre los partidos secesionistas y por las reivindicaciones de entidades que cada vez son más radicales y que entran en el terreno de lo freak.

El relato que se ha vendido hasta ahora ha sido el de unos buenos, los independentistas, que se enfrentaban contra los malos, los fachas o ñordos. Esta última etiqueta sirve cada vez para más colectivos. Desde los representantes de una derecha radicalizada (y también cada vez más freak) hasta sindicalistas, patronos, comunistas, socialistas, etc. Todos los que se han atrevido a desmontar las tesis secesionistas.

Entre ellas, los movimientos iniciados para frenar el intento de dar más poder a las cámaras de comercio. Es la alternativa del Govern a constituir una patronal independentista pata negra y que ha conseguido que patronales y sindicatos protesten con una sola voz. Todos ñordos, por supuesto. Incluso la consejera que intentó mediar entre los agentes sociales para apagar el incendio, Ángels Chacón, acusada de tibia y expulsada del Ejecutivo en el marco de la batalla entre los herederos de Convergència. Por cierto, se enteró de que había sido destituida sentada en una mesa con todos ellos.

Que el 11 de septiembre terminase con otro intento de revuelta callejera con contenedores quemados --otra pretensión de cap calents, como diríamos en catalán correcto-- es una muestra muy gráfica de lo que ha mutado el movimiento, CDR incluidos. Igual de significativo es el llamamiento a la desesperada de ERC para firmar el armisticio con JxCat y todas sus derivadas. Llega tras semanas de reproches cruzados que han dado incluso para varios libros.

La solución a este inmovilismo no se podrá encontrar de forma inmediata en las urnas. Los de JxCat (Carles Puigdemont) intentarán acabar la legislatura y los republicanos no están por salir del Ejecutivo. Tampoco parece que la oposición sea capaz de construir una alternativa que convenza a una mayoría alternativa.

En Cataluña, vamos directos a más de lo mismo. Con una única novedad: el hartazgo. ¡Feliz inicio de curso!