Un juzgado de las cercanías de Barcelona está teniendo dificultades para probar presuntos cargos penales contra agentes de Mossos d'Esquadra. La acusación reposa en pruebas que, de momento, no están siendo concluyentes.
A la espera de que el carril judicial se pronuncie, en el administrativo, del que también se ha recorrido una parte, surgen dudas. La División de Asuntos Internos (DAI) de los Mossos detuvo a los cuatro agentes 15 meses atrás y filtró los arrestos a los periodistas habituales. El modus operandi ni es nuevo ni es llamativo, pero sí lo son algunas de las pifias de la DAI en los últimos tiempos.
La más llamativa es el descalabro del llamado caso Macedonia, en la que quedó claro que un subinspector de la policía catalana no solo no estaba compinchado con un grupo de narcotraficantes ni cobró de ellos, sino que la División escondió al juzgado las transcripciones de las escuchas telefónicas que desmentían que el policía hubiera cometido jamás delito alguno.
Tamaña acusación le costó al funcionario público 12 años de calvario y apenas un cambio de destino a los compañeros que habían asegurado que el agente obró mal.
No es el primer lunar en la hoja de servicios de los chicos de Asuntos Internos, pues Uspac y su incombustible líder, Albert Palacio, también han alertado en el pasado de que el área se ha cebado con otros policías de forma injustificada. O, al menos, de forma temeraria. Las acusaciones del agente y líder sindical no son menores: asegura que la DAI filtra fake news a calzón quitado y que se pasa "la presunción de inocencia por el forro" (cita textual).
O la cabo Inma Alcolea, que ha denunciado doble rasero ideológico de los controllers internos, a los que ha ganado en los tribunales en alguna ocasión.
¿Tiene razón? Pues no se sabe. A la luz de hechos como los descritos de Rubí, el Macedonia, las denuncias sindicales o el caso de Alcolea, creo que es razonable que a un observador externo le asalte la duda de si la DAI efectúa una diligente o garantista labor de fiscalización de la policía autonómica o se ha convertido en un organismo con vida propia. Una suerte de kraken con una agenda propia.
Una agenda que algunos podrían pensar que se centra en el propio desarrollo profesional de sus miembros o en emitir dictámenes para su autojustificación y mayor gloria mediática.
¿Acusa la DAI sistemáticamente a otros agentes de Mossos para su propia promoción? Eso es lo que sostienen algunos, que también son policías, y lo hacen de forma pública o en privado. Son acusaciones que deberían encauzarse desde la Dirección de la Policía, toda vez que, si fueran ciertas, son demasiado graves para coexistir con una policía democrática y del siglo XXI.
La excelente labor que desempeña la policía catalana precisa de esta unidad clave que actúe con rigor, profesionalidad y la necesaria discreción para salvaguardar los derechos de todos. Si existiera un rogue estate dentro de Mossos sería una mala noticia no solo para el cuerpo, sino para la sociedad en su conjunto.
Por el momento, lo que sabemos es que tenemos una División de asuntos poco internos.