“La mujer es una figura permanente en mis cuadros”
Formado en el taller de litografía de su padre, Didier Lourenço es conocido por sus telas vitalistas que reflejan escenas cotidianas
5 febrero, 2023 00:00Didier Lourenço (Premià de Mar, 1968) creció rodeado de arte. Su padre, Fulvio, tenía un taller de litografía en Premià de Mar y por allí pasaron algunos de los artistas más destacados de finales de los 80 y principios de los 90, como Josep Maria Subirachs, Ràfols-Casamada, Francesc Artigau y Josep Guinovart.
“La litografía sigue siendo un arte, a pesar de la competencia digital”, recuerda este pintor del Maresme desde su estudio en Premià de Mar, donde ha vivido toda su vida. Apoyadas en paredes y caballetes, una veintena de telas –protagonizadas por angulosas y coloridas figuras de paseantes, ciclistas o mujeres de labios rojos sobre fondos estampados— esperan a que Lourenço agarre el pincel y las dé por acabadas.
Presente en Instagram
“Siempre he pintado al óleo, una pintura que tarda mucho en secarse”, explica paciente el artista, que actualmente expone en la galería Barnadas, en el marco de la exposición colectiva de invierno. Hace ya bastantes años que Lourenço trabaja con esta galería barcelonesa, dice que le gusta su filosofía de espacio abierto y transparente, “con amplios ventanales que invitan a entrar”.
“A los artistas les cuesta explicar sus cuadros, de qué van, qué significan”, añade, “y la gente lo que quiere ahora al ver una pintura es sentirse identificada o escuchar una historia, no que les hables de estilo, de técnica, de materiales... ¡Quieren contenido!”, exclama. En ese sentido, Instagram le ha ayudado mucho. “Ahora cuando alguien me pregunta qué tipo de arte hago, le contesto: ve a mi Instagram, y así me ahorro el rollo”, se ríe.
Mujeres y un bodegón
Lourenço divide sus cuadros en tres temáticas: caminantes, ciclistas, mujeres invisibles. Los primeros, los más populares, están compuestos por hombres y mujeres de perfil geométrico que pasean absortos, quizás en sus pensamientos, excepto una mujer montada en bicicleta, que nos mira. “La mujer es una figura permanente en mis cuadros, es la que tiene el diálogo con el espectador”, dice. Una mujer anónima, universal, ni demasiado joven ni demasiado mayor. “No me inspiro en ninguna en particular”, asegura.
Lourenço recuerda de joven haber aprendido el oficio de litógrafo observando a su padre, aunque dedicaba más tiempo a la pintura. “El taller fue mi escuela –dice—, allí me entretenía pintando lo que le apetecía”. Sin embargo, no empezó a “creerse” que era artista hasta que en 1991 ganó el premio Banc de Sabadell en el certamen de Pintura Jove de la Sala Parés de Barcelona, con un original bodegón de frutas. “A partir de entonces, no he dejado de exponer en galerías”, recuerda.
Los pósteres son historia
De eso han pasado ya 22 años. Lejos quedan ya los tiempos en que pintaba paisajes mediterráneos indefinidos y fue contratado por una de las principales empresas de edición de pósteres de arte. Gracias a esta colaboración, sus cuadros fueron reproducidos para colecciones que se vendieron en todo el mundo y tuvo ocasión de viajar por diversas galerías de arte en Estados Unidos y Asia.
Sin embargo, los pósteres son un mercado que ha quedado obsoleto. Las tiendas de pósteres han prácticamente desaparecido, también han cerrado numerosas galerías de arte. “Ahora son las ferias de arte contemporáneo las protagonistas del mercado. Son encuentros que te permiten ver mucho arte en solo tres o cuatro días”, comenta Lourenço.
Cuadros alegres, optimistas
Muchos de los cuadros inacabados de su estudio se expondrán en sus próximas exposiciones, en Europa y Asia. “Son cuadros alegres, optimistas, supongo que por eso gustan”, dice, señalando una tela en la que un grupo de caminantes pasea disperso sobre un fondo ocre. Son figuras sobre un espacio plano, “que se aguantan por las sombras de los pies”, detalla Lourenço, admitiendo la influencia de la litografía en su forma de pintar. Pero si tuviera que definir el espíritu de sus coloridas pinturas, diría que reflejan el “carácter mediterráneo”.
“Ser del Mediterráneo tiene muchas ventajas, aunque como artistas no somos tomados tan en serio como en otros países”, dice. “En Estados Unidos, Francia, Alemania… la gente tiene más respeto por el artista, mientras aquí hay mucho prejuicio”, concluye.