Ya hace días que veo sorpresivamente que muchos conocidos que tengo en mi agenda se dan de alta en la aplicación de mensajería de Signal. El mensaje dice: "¡Fulanito o Menganita usa Signal!" En principio, no me parecía una información relevante, dado que es un programa que uso poco y con personas muy determinadas. De hecho, me lo tomaba con la misma indiferencia con la que me tomo las cantidades ingentes de mensajes de Messenger, Facebook, Twitter y los de una web que tengo, avisándome de que alguien está participando o enviando un mensaje sin el cual no podré seguir viviendo si no lo consulto inmediatamente. Sin embargo, en los últimos días, el mensaje de Signal parece haber cobrado nueva vida, siendo que un porcentaje nada despreciable de gente de mi agenda, que no se conocen entre sí, han decidido darse de alta, todos al mismo tiempo.
La cosa no pasaba de malsana curiosidad hasta que un amigo mío, nos envía el siguiente mensaje por un grupo de WhatsApp: “Estoy recibiendo avisos de gente de mi agenda de teléfonos que se incorporan a Telegram. ¿Sabéis por qué? ¿Ofrecen vales descuento de ahorro del hogar, o del Caprabo o algo así?"
Pregunto en mi entorno a una persona entendida si sabe si hay alguna relación entre Telegram y Signal, ya que parecen comportarse al mismo tiempo como una moda a seguir. Me responde que simplemente se trata del hecho de que mucha gente prevé movilizaciones dentro de poco y cree que estos canales son más seguros que el WhatsApp, en la investigación que pueda llevar a cabo la Guardia Civil, pero que con Telegram se equivocan, porque tampoco es seguro.
¡Ah! ¡Caramba! ¡Esto es el Tsunami Democràtic!
Hago una búsqueda rápida por Internet de “Tsunami Democràtic”, y veo que hay web, Twitter, Facebook, hashtag, y todo lo que hay que tener para estar en la ola destructiva. ¡Qué bien!
En la web, los mensajes son claros: “Tú eres la respuesta”, “Movilización inmediata”, y trae provisiones, porque parece que va para largo. Esta vez, a diferencia del 1-O, no dice si hay que llevar al abuelito y al bebé que tengamos a mano. Tampoco sabemos a dónde nos mandarán.
El Twitter es más completo, pide coche y cantimplora y darse de alta en Telegram, pero tampoco aclara mucho más:
Por lo que se ve, sólo hay unos pocos que saben a dónde van, los demás somos unos “mandaos”. Entiendo que la mayoría no quiere perderse la aventura ni los juegos de rol, así que corren a darse de alta en Telegram. De pequeños nos divertían los juegos de pistas y las gymkanas, y al que no quería jugar, le decíamos que “no le ajuntábamos”. Pues eso, a nadie le gusta que no le ajunten.
Algunos ya tienen tentaciones de hacer las listas de los nombres que se dan de alta en estas fechas de forma tan precipitada; otros agradecen que los instruyan en lo digital y les hagan rejuvenecer con aventurillas; y otros tienen tanta confianza en la revolución que irán donde los manden sin rechistar. Muchos, simplemente, nos mantenemos al pairo para que la onda no nos destroce. ¡Gracias, patriotas, por entretenernos con tanta dignidad!