Los culpables de la situación que padecemos no son los temporeros del Segrià, sean legales o no. Ni los habitantes del densificado barrio de la Torrassa de L’Hospitalet, ni siquiera los jóvenes que se van de botellón. No, ellos son contagiados que podrán seguir más o menos las reglas, pero no son culpables del caos en el que nos hallamos. Los culpables hay que buscarlos en la Plaça de Sant Jaume de Barcelona por su inacción, que cada día dejan obsoleto el “no se puede hacer peor”, porque sí, logran superarse día tras día y lo hacen peor.

Si repasamos la historia de los brotes en España vemos como todos los gobiernos autónomos han gestionado con solvencia sus problemas locales. En Málaga hubo un brote en un centro de acogida de inmigrantes gestionado por la Cruz Roja. Se aisló, se confinó y nunca más se supo. Se trataba de emigrantes ilegales, como en el Segrià, pero supieron hacerle frente. Ordizia importó un caso de Lleida. Redujeron aforos, hicieron pruebas y brote controlado. La franja de Huesca, con condiciones exactamente iguales al Segrià, dio un pasa atrás justo al final del estado de alarma y aunque su tasa de incidencia es alta tiene el brote mucho más controlado que al otro lado del río Cinca. De hecho, aunque Aragón no presenta buenos números es consistente en su paso atrás a las fases, presentan una altísima tasa de asintómaticos (70%) lo que evidencia que están haciendo muchas pruebas, toman decisiones con anticipación y su población sabe a qué atenerse.

En Cataluña no, somos los más listos. Nos saltamos la fase 3 porque era urgente recuperar las competencias que Madrit nos robó, ya sabemos el 155 sanitario. Pero tras dar la matraca todos los domingos en las conferencias de Presidentes autonómicos, tras cambiar el 'España nos roba' por 'Madrid nos mata' llegamos al erial actual, un Govern desbordado, dividido y desnortado que es incapaz de gestionar, a diferencia del resto de los 16 gobiernos autonómicos que están gestionando razonablemente bien esta fase y preparándose para el otoño.

Por ejemplo la Comunidad de Madrid está construyendo un mega hospital para infecciosos, un Ifema estable, que estará listo a finales de octubre. Porque no es un tema de suerte, es un tema de gestión y es evidente que aquí no están los políticos para gestionar sino para inventarse problemas, para buscar agravios y, en definitiva, para no hacer aquello por lo que se les paga, muy bien por cierto, pues el President de la Generalitat casi dobla su sueldo al Presidente Sánchez. Y a diferencia de directivos y empleados de un buen número de empresas, el President vicario e inhabilitado en primera instancia, pero pendiente de un recurso frente un tribunal que dice despreciar, ni siquiera ha tenido el gesto de bajárselo.

Descargar la responsabilidad futura en las espaldas de los ciudadanos incluida amenaza de confinamiento total es, simplemente, infame. Recomendar no abandonar Barcelona es hipócrita entre otras cosas cuando la mayoría de los consejeros residen fuera de nuestra ciudad, aunque hay que reconocer que el premio a la hipócrita del día se lo lleva nuestra incapaz alcaldesa al enviar a su pareja e hijos fuera de la ciudad. Y hacer descansar la ejecución de las medidas en los alcaldes, socialistas, de la corona metropolitana es de traca. Pero esto es lo que hemos votado, es lo que nos merecemos.

Galicia y País Vasco han premiado la gestión en las recientes elecciones. No hacen falta elecciones para conocer la popularidad del alcalde de Madrid. Catalonia is diferent y muy probablemente vuelva a votar con el corazón y no con la razón. Quien pone por delante la independencia a cualquier consideración poco le importa lo demás, está en su derecho. Los que no lo somos os pedimos que busquéis candidatos que quieran gestionar, será bueno para Cataluña, para los catalanes y hasta para el proyecto independentista. Aunque de momento parece que apostáis por una telepredicadora… no anem bé.