Es preciso reconocer que, de un tiempo ya largo a esta parte, la política se ha casado con la semántica. Quizá sea una obsesión particular. Pero es de reconocer que, desde los tiempos de Joseph Goebbels y aquello de una mentira mil veces repetida como cimiento de una falsa verdad, se ha aprendido mucho. LTI. La lengua del Tercer Reich es una obra maestra del sermoneo totalitario. El reencuentro es una excelente expresión para definir lo que nos pasa. La verdad: una expresión bien encontrada, producto del laboratorio comunicativo de La Moncloa. ¡Bien! Como siempre, sólo nos cabe esperar a ver en que se materializa.

Ahora que estamos de diálogo y esfuerzo de entendimiento, aunque no sepamos a ciencia cierta para qué, entre Cataluña y España, El reencuentro es un excelente título para una novela, pero también para la construcción de un nuevo “relato”. Sin artículo, simplemente Reencuentro, es una gran novela sobre la ascensión del nazismo, “una pequeña obra maestra” según su prologuista, Arthur Koestler, del judío alemán Fred Uhlman.

Obligado a huir de su Alemania natal, en donde toda la familia pereció bajo el terror nazi, vivió casualmente un tiempo en Tossa de Mar, de donde escapó al estallar la guerra civil. Casualidades de la vida. Es la historia de dos jóvenes: uno acabó alistándose en las huestes nazis y otro terminó en el exilio. No sé por qué, pero esto de la separación coyuntural por diferencias ideológicas me resulta extrañamente cercano: familia, amistades, conocidos, saludados, trabajo…

Podríamos recurrir al símil de “reencuentros en la tercera fase” para tratar de entender lo que nos está pasando. Sin embargo, dudo que a Steven Spielberg se le hubiera ocurrido un guion adecuado para describir lo que ocurre por estos pagos. ¡A saber quiénes son los alienígenas! En un esfuerzo de surrealismo, podríamos poner de banda sonora, en lugar de la compuesta por John Williams e Isao Tomita, aquello de ¡Que viva España! que tan popular hizo Manolo Escobar, en donde “la gente canta con ardor” y “la vida tiene otro sabor”.

La inteligencia se enfrenta a grandes dificultades en un mundo complejo  al tiempo que tan simple como el actual. Pero llega un momento en el que prácticamente todo da igual. Total, ¿para qué nos hemos de esforzar en entender lo incomprensible? Es de suponer que ya nos lo explicarán algún día o que ya lo entenderemos. Después de todo, mejor será pensar que lo ocurrido estos días no es El último encuentro, del húngaro Sándor Márai.

Por si hay alguna duda: me refiero al encuentro de Pedro Sánchez y Quim Torra.

Vaya por delante que, cualquier esfuerzo por tender puentes y tratar de limar asperezas me parece un intento loable. El problema es que la política se asemeja cada vez más a un circo sin pista ni domadores y con demasiado payaso. “¡Joder, que tropa!” proclamó un día el Conde de Romanones cuando comprobó que nadie le votó para ser miembro de la Real Academia. También es cierto, según las crónicas, siendo como fue de todo o casi todo, dicen que dijo el personaje que ”el futuro no existe, existirá”. Evidente, mal que nos pese. Siempre es un consuelo. Incluso pensar que siempre será mejor. Seamos optimistas, aunque tampoco sepamos porqué.

En ocasiones, resulta un ejercicio loable situarse en la posición del otro, sea aquel quien sea. Y, con frecuencia, es un buen ejercicio viajar, hasta por España. Le oí decir o leí una vez a Xavier Arzallus, presidente del PNV, que para los vascos era imprescindible “pasar de Pancorbo”, en el límite de Euskadi y Castilla Vieja que decían los antiguos, para entender España.

Es evidente que hay algo parecido respecto de Madrid y Barcelona. O cruzar el Ebro, si hablamos de sur a norte. Pues bien: estupenda visita la de Pedro Sánchez, aunque sea un terreno sembrado de minas. También es cierto que no tengo claro a quién pueden afectar más las minas, sean antipersona o de racimo.

Cuentan que Ivan Redondo comentó esto en la breve visita a Foment del Treball cuando le inquirieron por el difícil terreno que frecuentaban. Con la locuacidad de un oráculo proclamó que las minas “depende de quién las ponga”.

Hecho dudoso porque, al final, estallan para todos. Pero podemos empezar a imaginar que las concesiones o transferencias a Cataluña pueden ser tan discrecionales y antiguas como convenga. En teoría, logro de ERC pero puede ser  también capitalizado por Torra. El problema será explicarlo en otros sitios, cuando el campo empieza a arder. Total, se trata de echar una mano a “La Pragmática” ERC en su pelea con JxCat. Lo ha dicho Pere Aragonés: evitar que los beneficios de negociar con el Estado se socialicen con todo el independentismo y el coste solo lo asuma ERC.

Acabemos. Hay algo que no entiendo desde hace tiempo: nunca sé si las declaraciones de Miquel Iceta responden a una incontinencia verbal, si lo hace en nombre del PSC o si forma parte del libreto escrito en La Moncloa. ¿Cómo se puede anunciar una enmienda a la totalidad de los Presupuestos de la Generalitat hechos por ERC, cuando se tienen que negociar los del Estado con este mismo partido? ¿Le dieron instrucciones desde Moncloa o se ha vuelto majara?

Claro que, también, me dijo Julio Anguita una vez que “los jornaleros son un fósil de la historia” y su mayor bolsa de votos venía del medio rural andaluz. Ironías de la historia.