España cumple hoy 15 días bajo el estado de alarma decretado por el Gobierno. En tal periodo, se ha presentado la friolera de 260.000 expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) que afectan a 1,8 millones de trabajadores. Solamente en Cataluña, el número de ERTE ronda ya los 59.000, con 460.000 empleos. Nunca antes el mercado de trabajo sufrió un vendaval recesivo de semejante virulencia.

Sin ánimo de ser exhaustivo, hasta ahora los más cuantiosos son los de El Corte Inglés, con 26.000 personas; Alsea (Vips, Domino’s Pizza y Foster’s Hollywood), 22.000; Globalia (Viajes Halcón y Air Europa), 16.000; Seat, 14.800; Iberia, 13.900; Burger King, 12.000; Renault,11.600; Indra, 10.000; Decathlon, 9.000; Ford, 7.400; Primark, 7.000; y Tendam (Cortefiel, Pedro del Hierro, Springfield, Women’secret y Fifty), otros 7.000.

La situación del país es caótica. El presidente Pedro Sánchez decidió esta semana ampliar el tiempo de confinamiento inicial con otros 15 días más, hasta el 11 de abril.

Así, cuando se cumpla dicho plazo, España entera habrá estado parada casi un mes. Los daños económicos son incalculables, catastróficos. No se salva prácticamente ningún sector.

A los 5.000 muertos que ya se contabilizan, se suma la inseguridad que desde las administraciones se transmite al pueblo soberano. España afronta la mayor crisis desde la Guerra Civil en manos de un Gobierno sobrepasado por los acontecimientos. Nadie descarta que las excepcionales medidas de urgencia se vuelvan a prolongar.

Sánchez va dosificando los tiempos a su conveniencia, pero ya se habla de que el encierro pueda dilatarse hasta finales de abril.

España es el único país del mundo que al cierre empresarial ha añadido un cerrojazo informativo casi absoluto. Én efecto, el gran preboste de la Moncloa ha cambiado las ruedas de prensa por unos monólogos infumables de hasta 80 minutos, en los que divaga vaporosamente sin decir nada. Ya no se permite que un solo periodista asista sus comparecencias.

En vez de ello, han de cursar sus preguntas por vía telemática. Y en el Ejecutivo, es el secretario de Estado de Comunicación, quien criba y selecciona las cuestiones a las que se dará respuesta. Dicho con otras palabras, el jefe de propaganda de Sánchez decide ante sí y por sí qué preguntas pueden formularse al jefe de Gobierno.

No hay que ser un lince para concluir que cualquier materia incómoda para el presidente se queda en el tintero. España vive así una gigantesca ceremonia de la desinformación, a mayor gloria del sanchismo.

Por lo demás, es de destacar la enorme contribución de los hombres de negocios y de todo tipo de compañías, que han dado un paso al frente y han aportado recursos financieros y todo tipo de productos. Entre los grandes donantes figuran Banco Santander, BBVA, El Corte Inglés, Huawei, Hyundai, Iberdrola, Iberia, Ikea, Inditex, Juan Abelló, Juan Lao, Mango, Mayoral, Naturgy, Novartis y Telefónica.

En estos momentos dramáticos es de agradecer que esos industriales y otros titanes de la creación de riqueza contribuyan con su granito de arena a paliar un desbarajuste tremebundo y fuera de control.

Sin embargo he aquí que la cuadrilla del vicepresidente Pablo Iglesias les ha propinado a todos ellos una sarta de críticas a cual más despreciable y vomitiva. Esta campaña es reveladora de la torva catadura moral que exhibe la colección de arribistas acaudillada por el ultraizquierdista.

La nación se encuentra en circunstancias dramáticas. Al timón va una tropa apabullante de aficionados e inexpertos.