La súbita desaparición de nuestro rey emérito está suscitando unas curiosas reacciones entre los miembros más destacados del prusés. Carles Puigdemont --en una muestra de cinismo que, incluso viniendo de él, resulta sorprendente-- se muestra indignado ante el hecho de que el Borbón se haya dado el piro de su país sin avisar a nadie y sin ponerse previamente a disposición de las autoridades... Cuando eso es exactamente lo que él hizo en octubre de 2017 tras extender una cita a sus secuaces a la que no se presentó. Y encima huyó de manera indigna, embutido en el maletero de un coche, mientras que el emérito, por lo menos, se ha ido por su propio pie (o su propio bastón), esfumándose cual alumno aventajado del inolvidable Harry Houdini. Como se dice en estos casos, ¡habló de putas la Tacones!

Por su parte, los infelices a los que Puchi envió al talego también se han mostrado muy indignados por la actitud de don Juan Carlos, a quien le cederían gustosos esas celdas que no creen merecer porque lo único que hicieron, según ellos, fue obedecer el mandato del pueblo catalán. Mi reacción favorita, de todos modos, es la de Chis Torra, que ha organizado para mañana un pleno en el Parlament en el que piensa ciscarse en el discípulo de Houdini y en su primogénito, al que le va a pedir que abdique ipso facto. Hasta ahora, Torra solo tenía una idea en la sesera: el referéndum de independencia. Felicitémonos, pues, por el hecho de que ahora tenga dos: el referéndum y la abdicación inmediata de Felipe VI. Lamentablemente para él, ninguna de esas dos ideas tiene la más mínima posibilidad de hacerse realidad, pero si al hombre le da por tirar un poco más de dinero público --¿ya ha metido la mano en la pasta del Covid para alimentar a TV3 y salvar el Polònia?-- organizando un cónclave que no va a servir absolutamente para nada, nada podemos hacer para impedirlo los ciudadanos de a pie (los políticos que no comulguen con sus pampringadas podrían quedarse en casa, eso sí, consejo gratuito que doy a PP, PSC y Ciutadans).

El pleno de mañana plantea algunas cuestiones conflictivas. Para empezar, ¿qué mas le da al presidente suplente de la república catalana que no existe, idiota, lo que haga o deje de hacer el padre del rey del país de al lado? Es más, ¿no estaremos ante una injerencia de la república catalana en los asuntos internos del Reino de España? A ver, Chis, ¿no habíamos quedado en que Cataluña no tenía rey? Pues si no tenemos rey, ¿a qué viene tanta alharaca con la abdicación del titular del país vecino y la fuga de su señor padre? Son cosas de españoles, estimado vicario; usted, al Aplec del Cargol y a la Fira de la Ratafia, que es lo suyo. Además, no sé si se acuerda, pero está usted inhabilitado y a más tardar en septiembre u octubre lo van a enviar a casa (claro que se acuerda: por eso se subió no hace mucho la pensión de expresidente de la Gene, de la misma manera que nada más acceder al cargo se subió el sueldo). No se puede exigir la abdicación de un rey cuando uno no tiene competencias en la materia (bueno, en su caso, en ninguna materia) y los que realmente cortan el bacalao le consideran, con perdón, un pringao. Todo lo molesto y atorrante que usted quiera, pero pringao a la postre.

Yo también le considero un pringao, señor Torra, aunque le reconozco cierta habilidad para lucrarse con lo que usted cree que es la política. Para lo que le queda en el convento, de acuerdo, cáguese dentro. Es decir, celebre su grotesco aquelarre, exija la abdicación de Felipe VI, la independencia del terruño y cualquier otra cosa que se le pase por la galleta en esos momentos. Pero no pretenda, por favor, que nos tomemos en serio el cónclave de mañana. Como demuestra nuestra falta de reacción ante sus autosubidas de sueldo, los catalanes, incluidos los no lazis, tenemos unas tragaderas enormes, pero la frikada de mañana solo la pueden encontrar normal usted, las raholas, los cotarelos y los salaimartines. A disfrutarla, pringaos.