Créanme si les digo que este artículo es el que más me duele haber escrito: voy a criticar a Albert Rivera, no a Ciudadanos, sino a su presidente por su suicida estrategia.

El problema de Rivera no es su ambición política --todo líder debe tenerla--, sino que es un político veleta. La frase es socialista, pero es verdad. Es un impresentable...

Sé que es fácil decirlo a toro pasado y con dos corridas. Es como si Ernesto Valverde tuviera que volver a enfrentarse al Liverpool y al Valencia con el mejor jugador de la historia en sus filas: el problema de su equipo no estuvo en el campo, sino en la cabeza.

No hablo a toro pasado, lo avisé hace dos meses: no entendí la estrategia suicida de Rivera de convertir a Sánchez en su enemigo principal. Si Ciudadanos como partido ha caído en ese error de principiante es porque es el partido más presidencialista que existe en España. Es el pecado de los nuevos partidos, que se creen que han descubierto el mar.

La realidad es otra: su contrincante era el PP. Pretendía una quimera, competir contra un fuerte músculo territorial --que es un flotador que aguanta todas las tempestades-- como el del PSOE.

Seguro que muchos de sus conmilitones pensarán como yo; pero como le pasa al [sin] Iglesias con su lío con Iñigo Errejón, en una formación presidencialista como el partido demócrata de Obama o el republicano de Trump, el partido sigue a su líder carismático hasta el infierno.

La nueva política es como la vieja. Aristóteles hace mucho que lo predicó...

El indudable crecimiento del partido de Rivera se debe a la corrupción de PP, igual que la irrupción de Vox es hija de una reacción nacional contra el separatismo de la neoconvergencia. Dos y dos son cuatro, en la vieja política como en la nueva. El sol sale todas las mañanas por el mismo sitio y se acuesta desde que el mundo nació.

El problema de Rivera es que empezó diciendo que era socialdemócrata, pero es un arribista, que es una persona ambiciosa que progresa sin mostrar escrúpulos.

Los socialistas hubieran preferido estar con Ciudadanos mejor que con Podemos, pero la terquedad de Rivera le pasará factura, porque los votantes  socialistas no quieren que pacten entre ellos, pero los de Ciudadanos, sí.

Es el lío que se ha hecho Rivera, y creo que lo resolverá votando en las cuatro autonomías donde es decisivo: dos para el PSOE y las otras, al PP. No es que sea tonto, pero es menos listo de lo que se cree.