Hay desconcierto en la dirección republicana e irritabilidad en su portavoz en Madrid Gabriel Rufián como quedó de manifiesto la semana pasada en el Congreso. En estos últimos meses, como consecuencia de la crisis del Covid-19, el escenario político tanto en Madrid como en Barcelona ha cambiado y ahora mismo aparecen en el horizonte de ERC varios nubarrones que le complican su ascenso hacia esa posición hegemónica en Cataluña tanto tiempo soñada. La ansiada convocatoria electoral al Parlament que los republicanos creían tener cerca se complica porque Quim Torra, que nunca tuvo ninguna prisa, ha visto en las devastadoras consecuencias económicas y sociales de la pandemia la excusa perfecta para dar largas a la fecha de la cita con las urnas.

En el entorno de Carles Puigdemont trabajan con dos opciones para sacar provecho a las más que probable inhabilitación por desobediencia del president que el Tribunal Supremo dictará hacia otoño. Hay un escenario duro y otro blando. El primero, acariciado sobretodo en Waterloo, consistiría en que Torra no dimitiera ni convocara elecciones, y que el Parlament tuviera la papeleta de elegir a otro inquilino en la Generalitat. Los neoconvergentes insistirían en que no hacerlo sería tanto como doblegarse ante la “represión de la justicia española” y presionarían a los republicanos para que votaran a su candidato y a la CUP para que se abstuviera.

Sin embargo, la brutalidad de ese choque podría acabar por electrocutar a ambas fuerzas, pues equivaldría a exigirle a ERC que claudicase, y haría casi imposible que volvieran a gobernar juntos en la siguiente etapa. La opción blanda que prefieren en JxCat es alargar todo lo que se pueda la legislatura y, si no queda otra opción, convocar elecciones poco antes de que el Supremo dicte sentencia contra Torra, con lo que la campaña empezaría bajo un clima victimista que los beneficiaría. Entre tanto, no hay que olvidar la comisión de investigación en el Parlament sobre la gestión de las residencias de ancianos en la crisis del coronavirus, que perjudica sobre todo a ERC, con lo que JxCat tiene a su alcance otro instrumento de chantaje sobre los republicanos.

El segundo nubarrón para ERC es la nueva geometría de apoyos que tiene Pedro Sánchez en el Congreso tras la pandemia. Se ha producido un cambio de guión importantísimo porque Ciudadanos ha vuelto a la moderación y a la política útil. Lo ha hecho en las votaciones para las prórrogas del estado de alarma y ayer mismo acordando el decreto de “nueva normalidad”, como también ha hecho el PNV. La nueva estrategia de los naranjas hace que los republicanos ya no sean imprescindibles de cara a los Presupuestos para 2021. La legislatura, pues, ya no depende solo del pulgar de Rufián, lo que no significa que en el Gobierno no haya interés en negociar su apoyo, pero no al precio y con la teatralización de antes.

La crisis socioeconómica derivada de la pandemia obliga a todos los grupos, excepto a PP y Vox que compiten por liderar la oposición más dura, a buscar acuerdos y, por tanto, amplia las opciones de pacto con más actores, incluyendo a EH Bildu. Sánchez no solo sale vivo políticamente de la pandemia, sino menos dependiente de ERC, ya que Cs ha entrado en el mercadeo de los apoyos sin el veto del PNV. Los naranjas ya no son vistos por el nacionalismo vasco como el gran peligro que eran hace dos años, pues ahora mismo luchan por sobrevivir y como partido de centro liberal les son útiles para compensar los apoyos demasiado inclinados hacia la izquierda que tiene el Gobierno de coalición. En cambio para ERC el nuevo escenario es un importante contratiempo, ya que no puede venderse como la nueva fuerza catalana clave para la estabilidad de la legislatura en Madrid. Así pues, cede protagonismo para enorme regocijo de JxCat, que cuestiona de raíz su estrategia de diálogo. 

Finalmente, el tercer nubarrón es la iniciativa que impulsa el empresario de Mediapro Jaume Roures con una plataforma que por ahora es solo un think tank para unir a los comuns con los sectores más sociales de la CUP, pero que podría articularse políticamente en la nueva etapa que se abre marcada por el agotamiento del procés y la crisis socioeconómica derivada de la pandemia. Como ayer explicaba CrónicaGlobal, la iniciativa erosiona a ERC que está al margen de la operación. Todo lo que sea fortalecer a fuerzas soberanistas que se sitúan a su izquierda debilita las opciones electorales de los republicanos y equilibra en consecuencia su lucha con JxCat. En conclusión, en pocos meses a ERC se le ha complicado la perspectiva de ganarle a los neoconvergentes la partida en el campo independentista y negociar desde una posición de fuerza alguna solución sobre el contencioso política en Cataluña con el Gobierno español.