Me van a perdonar (o no) que insista en lo del obispo Novell, pero es que el tema me fascina y me entretiene a partes iguales. Y, además, cuando escribí el primer artículo al respecto me faltaban datos que conviene comentar (o no). Por ejemplo, aún no se había pronunciado al respecto sor Lucía Caram (¿no encontraron en TV3 a nadie más autorizado para hablar del asunto?, me pregunto), quien ha tenido el descaro de poner verde al amigo Novell e insinuar que no está en sus cabales. Y eso lo dice una monja de clausura que no se calla ni debajo del agua (¡la loca de la toca!) y que graba videos en las que se le ve triscando por el campo mientras canturrea que Leo Messi no se vende porque es patrimonio nacional. La misma monja que, hace unos años, declaraba estar enamorada de Artur Mas sin que sus superioras le llamaran la atención (puede que el sentimiento no fuese carnal, pero ella lo definía como amor). La monja de Tucumán que se hizo procesista para alcanzar más notoriedad y codearse con Pilar Rahola y otros figurones del régimen. ¿Y esa absurda se cree con derecho a criticar a un cura al que, aparentemente, le pican sobremanera las gónadas?

La actitud de las autoridades eclesiásticas también ha sido de traca, hasta el punto de que hay quien habla de la urgente necesidad de practicarle a Novell un exorcismo, pues se le considera poseído por el Maligno. Para una vez que la clerigalla no es noticia por tocar niños, sus mandamases deberían besar por donde pisa Novell. Igual que el ciudadano de a pie, satisfecho al ver que la sociedad pierde a un energúmeno homófobo, anti aborto, anti preservativo y ante casi todo y gana un hombre enamorado que, además, en vez de largarse con una beata, lo ha hecho con una señora que escribe novelas eróticas con ingredientes satánicos. Señores, que lo de los niños manoseados ya cansaba e iba siendo hora de renovar el repertorio de perversiones clericales. En ese sentido, Silvia Caballol es un personaje secundario magistral del sainete porque lo tiene todo: mujer (los clérigos, de los católicos a los islámicos, siempre les han tenido mucho asco a las mujeres, que, en el clero, bajo el eufemismo de monjas, ejercen el papel de criadas y se les deja hacer pastelitos, pero no decir misa), psicóloga (los curas echan de menos los tiempos en que la gente les contaba a ellos sus cuitas, unos tiempos que --lo siento, chicos-- no volverán jamás), escritora de textos erótico-satánicos en castellano (si por lo menos fuese una discípula de Isabel Clara Simó y escribiera en catalán sobre la postguerra en Manresa…), divorciada (¡de un moro!), madre de dos niños (¡presumiblemente morenitos y, por consiguiente, incapaces de pasar el casting para la Escolanía de Montserrat!) y a todas luces seductora, pues el ex obispo es evidente que come de su mano, hasta el punto de abandonar la diócesis sin despedirse ni de sus jefes ni de sus feligreses, no vayan a intentar liarle entre todos.

El caso Novell es lo más ameno, espectacular e inofensivo que le ha pasado a la iglesia catalana en décadas. Da para una película de Berlanga o de Betriu, que en paz descansen, y nos puede deparar honesto entretenimiento durante más tiempo que el caso Mainat, en el que uno depositó muchas esperanzas que la desidia de Paolo Vasile se ha encargado de defraudar. Si yo fuera el mandamás de Tele 5, ya me habría puesto en contacto con Novell para ofrecerle una silla de tertuliano en Sálvame de Luxe (¡y otra para la satanista erótica!). Desde que desapareció de la televisión el padre Apeles, se echa de menos un cura sandunguero que anime los aquelarres de Jorge Javier Vázquez (y una Jezabel de Suria tampoco es moco de pavo, sobre todo desde que no sabemos nada de María Lapiedra, el orgullo de Igualada). Y si la cosa acaba mal, siempre se les puede reunir por última vez en un plató para que interpreten un remake de la tangana entre Arévalo y Malena Gracia, ¿no?

Lo que no se puede hacer es matar el tema con unos comentarios de la monja Caram y la chorrada del exorcismo. A día de hoy, los españoles en general y los catalanes en particular no sabemos si estamos ante una enternecedora historia de amor o ante la evidencia de que, como decían los romanos, semen retentum venenum est. Entrevistando a la loca de la toca y tomándonos en serio la posibilidad de un exorcismo no llegaremos a ninguna parte. Y si ven que insisto en el tema, intenten no tenérmelo en cuenta: piensen que cada día me aburro más con el prusés y que cuando encuentro un tema que me motiva soy de los que muerden y no sueltan.