Un joven escritor hizo llegar a Samuel Johnson un manuscrito. La respuesta del célebre ensayista y poeta inglés fue demoledora: “Su libro es bueno y original, pero la parte que es buena no es original y la parte que es original no es buena”. Son varios los juristas que han evocado esta frase a la hora de analizar la ley de transitoriedad jurídica y fundacional de la república que, supuestamente, debe comenzar a aplicarse tras vencer el sí en el referéndum del pasado domingo.

Esa ley de ruptura copia los vicios intervencionistas del Estado español en el poder judicial que tanto critican los independentistas, mientras que el novedoso proceso participativo que debe concluir en la elaboración de una “constitución catalana” podría quedar en manos de entidades o representantes sociales poco neutrales.

Asistiremos a una sesión parlamentaria para debatir los resultados del referéndum o DUI que no será ni buena ni original, pero sí traumática y repetitiva

Pero previamente a ese proceso asambleario, el Parlamento catalán debe aprobar una declaración unilateral de independencia (DUI) a la que PDeCAT quiere quitarle la U por sus agresivas connotaciones, mientras que ERC y la CUP querían echarse ya al monte el pasado domingo. Dicho de otra manera, y para seguir con el hilo argumental de Johnson, asistiremos a una sesión parlamentaria que no será buena ni original, pero sí traumática y repetitiva. La DUI, pasada por el cedazo de un denominador común entre PDeCAT, ERC y CUP, se convertirá en un trasunto de aquella declaración de soberanía aprobada el 9 de noviembre de 2015. Polémica, sí. Susceptible de provocar la aplicación furiosa del artículo 155 por parte del Gobierno, también. Pero sin efectos prácticos.

Es muy probable, asimismo, que se reproduzcan aquellas sesiones maratonianas en las que, previo desacato a los letrados, al Consejo de Garantías Estatutarias y al derecho de los diputados de la oposición, se aprobaron las leyes del referéndum y de transitoriedad. 

Pocas originalidades, por tanto, en el procesismo catalán, que no en lo jurídico o social. Ahí la cosa avanza ¡y de qué manera!. Las investigaciones judiciales tienen el pie puesto en el acelerador, mientras que la Assemblea Nacional Catalana y Òmnium están demostrando estos días que la calle “es suya”. Una combinación explosiva y original en el timing independentista.