El Astut y la táctica Lola Flores
Como este texto está escrito antes de la Diada del lunes, no sé si los asistentes siguieron el consejo en la red de alguien --ignoro si de forma particular o en representación de alguna de los miles de asociaciones patrióticas creadas últimamente-- que les exhortaba a presentarse en la marcha con un billete de cinco euros que, en un determinado momento, todos debían sacar del bolsillo y blandir de manera épica. Espero que haya sucedido, ya que la imagen de miles de catalanes agitando un billete de cinco pavos es algo digno de verse, sobre todo ahora, cuando el mundo nos mira, aunque sea con estupor. Soy consciente de que la cosa se presta a comentarios malévolos sobre nuestro supuesto amor al dinero, pero no me negarán que la imagen resulta impactante como pocas, pues es una versión a lo Cecil B. de Mille del mítico monólogo del difunto Trias Fargas sobre la peseta catalana, que solía pronunciar, en vistas a denunciar el expolio al que nos sometían los españoles, enarbolando una única moneda de peseta.
Consejo de amigo, Artur, paga y calla y vuélvete al basurero de la historia, que es donde te envió la CUP, pues ya das un poco de pena andando por ahí cubierto de metafóricas verduras pochas, envoltorios de comida basura y colillas
Los cinco euros se supone que son para pagar la factura que el Estado le ha pasado a Artur Mas por tirar el dinero de todos los catalanes en el seudo referéndum del 9-N, aunque Jordi Sánchez --me resisto a ponerle el acento al revés: si él no respeta la gramática, yo sí-- dijo que cada catalán debía apoquinar diez eurillos para salvar de la miseria al Astut, quien no hace mucho se quejaba de que lo quieren dejar tieso. Hombre, Astut, no seas roñica, que no hay para tanto. Seguro que pudiste hacerte un raconet con las trapisondas del 3%. Y, además, los empapelados de última hora contribuyen a que el pago a escote de tu desahogo te salga bastante más económico. Así pues --consejo de amigo--, paga y calla y vuélvete al basurero de la historia, que es donde te envió la CUP, pues ya das un poco de pena andando por ahí cubierto de metafóricas verduras pochas, envoltorios de comida basura y colillas. ¡Un poco de dignidad!
Y ya de paso, dile a tu fiel sicario, el pitufo gruñón de la ANC, que lo de pedir limosna a los ciudadanos no es ni tan siquiera una idea innovadora, pues la puso en práctica hace años la gran Lola Flores cuando Hacienda se interesó por su contribución a las arcas del Estado, que no era la que tenía que ser. Cierto es que estas recaudaciones patrióticas suelen salir bien --dice el pitufo que ya llevan recaudados 800.000 euros, lo cual nos recuerda aquel lema libertario que rezaba Un patriota, un idiota--, pero seguir el ejemplo de una folklórica no es lo que todos esperamos de nuestro Moisés particular.