Comsa, la mayor firma catalana del ramo, atravesó durante el último decenio una crisis durísima. El calvario incluyó tres reestructuraciones del pasivo y la venta de un sinfín de negocios medulares. Pero tras la noche viene el día. Por fortuna, Comsa ha superado todas las dificultades, ha saneado su balance y ya se encuentra en la senda de la rentabilidad.

En 2021 logró sus primeras ganancias netas de dicho periodo. Obtuvo un saldo positivo de un millón, escaso, pero beneficio al fin y al cabo. En los nueve años anteriores, Comsa había encajado una ristra de quebrantos sucesivos cuyo importe conjunto alcanzó los 260 millones.

El capital de la compañía se encuentra en manos de dos sagas vernáculas, los Miarnau y los Sumarroca. Controlan respectivamente el 74% y el 26% del capital de la holding Comsa Corporación de Infraestructuras.

Este gigante de las vías férreas y la ingeniería ve la luz en 2009, cuando los Miarnau, fundadores de Comsa, deciden absorber su colega Emte, perteneciente a los Sumarroca.

Por esas fechas había estallado una crisis financiera que hundía a España en pertinaz depresión. En consecuencia, la década larga transcurrida desde entonces resulta aciaga. Las cuentas del conglomerado se sumergen en un océano de tinta roja y hay que entablar negociaciones con la banca para aligerar la carga insoportable de las deudas. Comsa ya lleva suscritos tres acuerdos de refinanciación, el postrero de ellos el año pasado.

Tras muchos esfuerzos, los débitos quedan ahora rebajados hasta 130 millones. Pero los daños patrimoniales sufridos son cuantiosos. Baste señalar que cuando comenzaron los problemas, Comsa atesoraba unos recursos propios de 400 millones. Tras los ajustes descritos, quedan reducidos a solo 88 millones.

Tampoco es desdeñable la caída de los ingresos que ha experimentado el grupo, debido en buena parte a la venta de filiales. Diez años atrás, la cifra de negocio rebasaba largamente los 2.000 millones. En 2021 se contrajo a 757 millones.

COMSA EN CIFRAS (en millones €)
Año Ingresos Resultado
2021 757 1
2020 778 -11,1
2019 776 -16,3
2018 1.100 -0,58
2017 1.085 -12,6
2016 1.030 -0,22
2015 1.130 -0,59
2014 1.360 -29,9
2013 1.570 -32,1
2012 1.710 -155
2011 2.170 1,9


La fundación de esta entidad arranca en 1891, cuando Jorge Miarnau Navás, de 19 años, que trabajaba de albañil en una compañía ferroviaria, monta en Reus su propia empresa, centrada en obras de vía y de renovación de las estaciones del ferrocarril.

A su fallecimiento en 1934, empuña el mando su hijo Juan Miarnau Ciurana, quien traslada la sede central a Barcelona y adopta la forma de sociedad anónima, titulada Hijos de José Miarnau Navás.

Treinta años después, la firma se transforma en Construcciones Miarnau, mientras toma el relevo la tercera generación, encarnada en Jorge Miarnau Banús. A finales de los 80, la razón social se sintetiza simplemente en Comsa SA.

Fiel a sus orígenes, la empresa es líder de España en su especialidad predilecta, a saber, las obras ferroviarias, con ventaja sobre los gigantes Acciona, ACS, FCC y Ferrovial. En su momento, arañó una porción de las tartas del AVE Madrid-Sevilla y el tramo Madrid-Barcelona-La Jonquera. También abordó otras rúbricas como obras hidráulicas, carreteras, autopistas, residencias, hoteles y energías renovables.

En resumen, Comsa sobrevive tras una racha de graves circunstancias adversas. Todavía mantiene una nómina de 5.200 empleados. Ha depurado sus cuentas y se ha deshecho del pesado lastre de las deudas. El precio satisfecho no es flojo: radica en una drástica disminución de tamaño, que le ha hecho perder muchos puestos en el escalafón nacional del sector.