Permítanme que conecte y dirija el aire del ventilador que me acompaña hacia ustedes, no vaya a ser que suden en exceso mientras leen estas líneas ya instalados en la achicharrante fragua de Vulcano estival. El ventilador será imprescindible, porque me dispongo a hablarles del adicional bochorno político que personalmente me suscita casi todo lo que pasa, y prácticamente de forma simultánea, en un lapso de tiempo relativamente breve, en nuestro país. Abróchense los cinturones y abochórnense conmigo.

Sonrojo y vergüenza me supone todo lo referido a nuestra Giganta del Pino, doña Laura Borràs, presidenta del Parlament, dechado de clasismo, soberbia y arbitrariedad parlamentaria, que se resiste a dimitir. Ya saben que la de Junts x Puchi presuntamente --y esperaremos a variar ese adverbio mientras no haya sentencia firme-- defraudó 260.000 euros cuando dirigía la Institució de les Lletres Catalanes (ILC) fraccionando contratos a favor de su amigo Isaías Herrero. Y el juez añade que "lo hizo con absoluta conciencia de lo que hacía". Tras un segundo proceso de instrucción del caso, el TSJC la va a sentar finalmente en el banquillo de los acusados por los muchos indicios que contra ella se acumulan en concepto de malversación, prevaricación, fraude y falsedad documental. Esta señora, según el reglamento de la cámara, debería dimitir de in-me-dia-to si nos atenemos al artículo 25.4 del reglamento de la cámara catalana.

¿Lo hará, en uno de esos raptos de falsa dignidad, al estilo de Mónica Oltra? De hacerlo, yo desearía verla bailar y dar saltitos alborozados --como hizo la presunta encubridora de abusos sexuales--, con su bolso de Armani y convenientemente rodeada del escalfor (calor) de todos sus compinches de partido. Pero no lo hará. No olviden la facilidad con que en el cortijo nacionalista catalán se manipula y retuerce todo lo judicial --¿25% de actividad docente en castellano? ¡Anda y que te den!-- y cómo se pasan alegremente dictámenes, leyes, órdenes y normativas por el arco de triunfo. Gracias PSOE, gracias PP.

De sonrojo es también ver cómo la que durante años fue digna institución al servicio del tejido empresarial catalán --sí, me refiero a la Cambra de Comerç de Barcelona-- cierra filas con un Carles Puigdemont que vive sus horas más bajas, relegado a ser el espantajo político que es, y le insufla vida al emitir un manifiesto de reconocimiento y apoyo al Consejo de la Republiqueta, reivindicando el "Estado propio" para Cataluña como solución a todos los males y pandemias que esta caterva de enfermos mentales ha generado. Tremendo.

Sigamos. De igual manera resulta bochornoso comprobar la incultura del pastelero de Amer al dirigirse a la "nación catalana y otros países satélites" con motivo del solsticio de verano, leyendo un texto --el Manifest per la Flama del Canigó 2022-- que corrobora que es un iletrado de tomo y lomo de mucho cuidado. Sólo le faltó derrapar en su soflama nacionalista, a lo Víctor Cucurull del Institut Nova Història, y afirmar que Deméter y Perséfone eran de Caldes de Montbui, que Los Misterios de Eleusis se celebran cada año, desde el neolítico, en el Dolmen de Vallgorguina, y que la fiesta romana --en honor de Juno, junio, de la fecundidad y de las cosechas-- en que los enamorados del Tíber salían a buscar ramilletes de verbenas (la flor que conocemos) al bosque, para después saltar de la mano tres veces sobre la hoguera, fue un invento catalán. Tela marinera. Todas las culturas del mundo conocen y celebran los ciclos astronómicos de la naturaleza desde tiempo inmemorial. El complejo de inferioridad de estos pobres lazistas haría enloquecer al mismísimo Sigmund Freud.

Dejaré en barbecho, para pasar a otros asuntos de ámbito nacional, el caso de los 35 millones de euros del erario público catalán invertidos en la compra de mascarillas durante la pandemia, que involucra a Quim Torra, con el que Pere Aragonès cierra filas, y a la empresa proveedora, Basic Devices, propiedad de la familia Parellada, a la espera de ver cómo evoluciona el asunto, que de claro no tiene nada, porque el Tribunal de Cuentas y la Oficina Antifraude detectaron en su día varias irregularidades en el contrato, que llevaron a un bloqueo de cuentas, levantado por arte de magia, y al inmediato archivo del asunto. We will see... y disparemos ahora la artillería por estribor.

En los últimos días Inés Arrimadas ha anunciado que Ciudadanos, que me abochornan desde hace mucho tiempo, se refundará, se refundirá, o directamente se fundirá. Habrá nuevo nombre, nuevo logotipo y nuevo color --¿mandarina?, ¿níspero?--. Y parece que Begoña Villacís tomará parte activa en el asunto. Pues vale, pues muy bien, pues me alegro.

Tristeza y absoluto pesar, que no bochorno, me transmite el drama vivido en el asalto a la valla de Melilla por dos mil migrantes, saldado con decenas de muertos y heridos. Nadie se merece eso. Lo inaceptable es que nadie se responsabiliza. El Gobierno de Pedro Sánchez celebró, en primera instancia, la actuación de la gendarmería marroquí, y sólo cuando comenzó el baile de cifras de vidas perdidas, compareció en rueda de prensa Isabel Rodríguez, ministra de Política Territorial y portavoz del Gobierno, gastando saliva en frases hechas --"duele en el alma, encoge el corazón de cualquier ser humano"-- pero sin aclarar nada importante. El bochorno inmenso, el auténtico alipori, fue ver cómo Irene Montero, la ministra genuflexa, tragaba quina, se mordía los labios y se contenía, renunciando a hablar sobre el asunto cada vez que le dirigían preguntas. Posteriormente al ser abordada por la prensa en los pasillos, se limitó a repetir, ruborizada e incómoda y no menos de media docena de veces: "Siempre van a conocer mi opinión sobre cualquier asunto; así ha sido siempre y así va a seguir siendo, siempre me van a tener a su disposición para conocer mi opinión... y blablablá"

¿Y qué opina Irene Montero? Pues la marquesita no opina nada; no dice, no sabe y no contesta. Y es que le habrán dejado muy claro que si mueve esos morritos enfurruñados de Barbie marxista que le regaló Stalin, si protesta o pone palos en las ruedas al discurso oficial, al relato del Gobierno, se queda sin su ministerio de desigualdad genital y sin poder hormonar y cambiar de género a placer a niños, niñas y niñes, y que le cierran el grifo de los millones de euros, y la dacha de Galapagar, el lujo, las niñeras, el coche oficial y su corte de chiringuiteros y lameculos, y que deberá buscarse la vida en un koljoz, en una granja colectiva anarcosindicalista en la parte rusa del Estrecho de Bering, o por ahí... ¿Les parece bochornoso? Bochornoso es adjetivo piadoso a la hora de calificar cualquier actuación o proceder de esta vergonzosa mindundi metida a política. Ella y su partido son lo peor que le ha pasado a este país en 45 años...

Seguramente para sacudirse el monumental cabreo de verse reprimida, y para no tener que presenciar la cumbre de la OTAN que ha llenado Madrid de machirulos fascistas y capitalistas, la señora ha agarrado el Falcon y se ha largado a los Estados Unidos a hacer unas compras y un poco de turismo, con una agenda llena de reuniones al más alto nivel político en Washington y Nueva York y encuentros con colectivos feministas. Allá va que se va, contaminando los cielos, porque es sabido que las mujeres contaminan menos, dispuesta a dar la brasa y a protestar contra la sentencia de la Corte Suprema que deroga el aborto como derecho constitucional en USA. Lástima que no se haya llevado con ella a Ada Colau, a la que con absoluta vergüenza ajena, hemos visto mover las lorzas en un sensual baile discotequero de orgullo LGTBI.

Y quedan, referidos a la problemática y drama de la inmigración, muchos temas e interrogantes que abochornan a cualquiera, sobre los que todos deberíamos reflexionar y sacar conclusiones... ¿Cómo arreglamos esto? ¿Cómo actuar ante la violación de nuestras fronteras? ¿Cuál es la política correcta? ¿Puede nuestro país soportar, con una crisis económica de primera magnitud ad portas, y con millones de españoles abocados a la exclusión social, la llegada de miles y miles de inmigrantes? ¿Hablaremos claro de una vez por todas de la inseguridad ciudadana y de la violencia foránea que eso conlleva? ¿Qué ha llevado a Pedro Sánchez a mover ficha en el tablero sobre el Sáhara? ¿Posee realmente Marruecos información sensible que compromete al presidente del Gobierno Español? ¿Sabremos algo algún día?

En fin, que esto es una maldita escuela de calor y sólo nos faltaba el bochorno ambiental político. Sean felices.