La campaña electoral andaluza se cierra hoy con la expectativa clara del triunfo del actual presidente y candidato del PP –aunque haya querido distanciarse de las siglas--, Juan Manuel Moreno Bonilla, que se ha publicitado como “Juanma” en carteles y mítines.

En contra de lo que se dice, las encuestas cada vez aciertan más, o se equivocan menos, y en esta ocasión todas coinciden en otorgar la victoria a Moreno sin mayoría absoluta. En tres años y medio, un candidato desconocido antes de las elecciones del 2018, al que la gente no reconocía en la calle, parachutado por decisión de la vicepresidenta de Mariano Rajoy, Soraya Sáenz de Santamaría, le ha dado la vuelta a la política andaluza y ahora se presenta como seguro ganador, con una popularidad de 6,5 puntos en el último barómetro del CIS, una cifra inhabitual en las tablas de valoración de líderes.

En el vuelco han influido diversos factores, entre ellos el hartazgo tras 37 años de Gobierno del PSOE en la Junta, con unos primeros años brillantes que asentaron el largo reinado y unos últimos manchados por el clientelismo, los chanchullos y la ineficacia. Aunque la izquierda lo niegue, también ha influido en la buena imagen de Moreno su forma de gobernar moderada y tranquila, sin desmantelar todo lo hecho por los socialistas, abriendo la comunidad a las inversiones industriales y aumentando su contribución al PIB español.

Y esta trayectoria la ha consolidado pese a que fue elegido, con solo 26 diputados, gracias a los votos de Ciudadanos y Vox, en una carambola que desplazó a Susana Díaz del poder, ganadora de las elecciones con 33 escaños. Pero la habilidad de Moreno ha conseguido imponerse a Ciudadanos, que pueden desaparecer ahora pese a haber gobernado con el PP, y hacer olvidar su pacto con Vox. Las encuestas coinciden también en que la mayoría de los andaluces están satisfechos con el Gobierno de Moreno.

Con el cambio en la dirección del PP, el talante y la forma de gobernar de Moreno se han visto reforzados. El presidente andaluz nunca contó con la confianza de Pablo Casado y ahora tiene la de Alberto Núñez Feijóo, con quien se alió para defenestrar a Casado. Por eso una victoria del PP en Andalucía contribuiría a reforzar el proyecto del expresidente gallego en su camino hacia la Moncloa.

Este camino, sin embargo, tropieza, como todo en la actualidad en el PP, con Vox. El PP no ha resuelto aún su relación con la extrema derecha y el principal antecedente, el pacto con Vox en Castilla y León, es un inconveniente para la imagen moderada que quiere vender Feijóo. Qué va a hacer el PP con Vox, tras su previsible victoria en Andalucía, es la principal incógnita de estas elecciones.

La candidata de Vox, Macarena Olona, ha advertido explícitamente a Moreno de que si quiere un solo voto de Vox en la investidura, o la abstención, la extrema derecha tendrá que estar en la Junta. Ante el desafío, Feijóo ha reclamado la abstención del PSOE para investir a Moreno y orillar a Vox, pero el candidato socialista, Juan Espadas, ya ha adelantado que eso no se producirá.

Ni Moreno ni Feijóo han descartado nunca que vaya a haber acuerdos con Vox y, ante la exigencia de los ultras de entrar en el Gobierno, empieza a plantearse un pacto respetando las políticas sociales, de género o  referentes al cambio climático, que ha hecho la Junta. Si se diera ese caso, el PP no podría maquillar su pacto con la extrema derecha, que sería mucho más relevante que en Castilla y León, dada la mayor importancia política, económica y demográfica de Andalucía.

Ese acuerdo destrozaría la estrategia de Feijóo, aunque tampoco es seguro que beneficiara al PSOE, a no ser que Pedro Sánchez se convenza de que únicamente el miedo a la extrema derecha no va a servir para ganar las próximas elecciones, que se presentan rodeadas de dificultades a la vista del panorama internacional. La alternativa de qué hacer ante un posible pacto PP-Vox en Andalucía es real porque las amenazas de Moreno de repetir las elecciones no se las cree nadie, ni siquiera él, entre otras razones porque no aseguran la resolución del problema, ya que pueden calcar los resultados.