Adicionalmente a la Covid-19 hay otra pandemia en España: la incompetencia de muchos gobernantes con enormes responsabilidades. Así, para afrontar el azote de la pandemia más severa del último siglo, tenemos a nivel nacional un ministro de Sanidad que es filósofo de formación, y en Cataluña, una de las comunidades autónomas más castigadas, tenemos al frente de la Consejería de Salud a Alba Vergés que es economista e informática.

La Sra. Vergés, además de haber demostrado que no es precisamente la eficiencia personificada tras múltiples patinazos, parece odiar al sector de los restauradores, pues se está ensañando con ellos, ya que tras el durísimo perjuicio económico y anímico que les está suponiendo a bares y restaurantes aguantar 15 días cerrados, a los que aún aguanten --pues muchos tristemente no habrán aguantado-- les espera lo peor. Así, por aquello de ser diferentes y “marcar” autogobierno, ante la limitación de la libertad de circulación de las personas en horario nocturno --el denominado “toque de queda” que prevé el artículo 5 del Real Decreto 926/2020 de 25 de octubre aprobado por el Gobierno estatal en el marco del nuevo estado de alarma decretado-- la Sra. Vergés ha decidido que, en lugar de entre las 00:00 horas y las 5:00 horas de la mañana siguiente --restricción mínima que permite dicho Real Decreto y que han decidido aplicar otras comunidades autónomas-- ha impuesto un “toque de queda” que va de las 22:00 horas a las 6:00 horas de la mañana siguiente; y para establecimientos públicos, empezando una hora antes, el toque de queda empezará a las 21 horas. Es decir, 3 horas menos de restauración, que es equivalente a 2 turnos de cenas y que sobre todo permitir cenar a horario español, y no al horario del Norte de Europa al que fuerza la citada consejera de salud catalana.

Que los independentistas son lo peor para la economía de Cataluña lo está demostrando con creces el paso del tiempo con hechos tales como la fuga de miles de empresas, la caída del PIB catalán y el deterioro reputacional que han provocado el “trío calavera” que cobardemente se reúne en Perpiñán para un nuevo ridículo, pues no había apenas periodistas para darles cobertura a su última patética comparecencia. Pero es que la inquina mostrada ahora con el sector de la restauración va a entristecer aún más las calles de Cataluña, pues los bares y restaurantes alegran nuestra existencia. ¿A quién le molesta un café con los compañeros de trabajo, tomarse una caña bien fría y unas bravas con amigos o disfrutar de una cena o de un menú degustación en pareja? Pues los catalanes lo podremos hacer en cada vez menos sitios y mucho menos tiempo que los demás españoles porque quien vela por nuestra salud es, reitero, una economista-informática que no parece tener ni mucho sentido común, ni misericordia alguna con la ruina que está causando a muchísimos millares de catalanes. Ponerle a ella al frente de algo tan grave como la lucha contra la Covid-19 en una comunidad autónoma que está liderando el número de infectados en España es una enorme muestra de desprecio hacia los catalanes. Es una forma de demostrar con hechos que a la Generalitat de Cataluña le importamos muy poco todos los que vivimos en la tierra catalana.

Señora Vergés, uno es responsable de sus acciones y omisiones, incluso en esta anárquica Cataluña carente de un digno presidente nombrado democráticamente por los catalanes que no esté ni investigado por delitos, ni inhabilitado, ni fugado. Suerte que el tiempo pone a todo el mundo en su sitio.