Gasolina, ruido, neumáticos quemados… ¡en el Paseo de Gracia! La terminal corporativa saturada de aviones privados, el puerto a reventar de yates de lujo, no había helicópteros libres para el fin de semana a pesar de que han venido de toda España y del sur de Francia, hoteles y restaurantes llenos, taxis y VTCs haciendo su agosto… y los típicos perroflautas protestando para completar el paisaje.
Esta vez el éxito del Gran Premio de España de Fórmula 1 celebrado en el Circuito Barcelona–Cataluña ha venido acompañado de eventos en la ciudad para acercar más el evento a la gente, justo lo que desean los organizadores. La imagen de los monoplazas corriendo y haciendo trompos en una de las calles más icónicas de Europa seguro que ha encantado a los promotores, y eso que la amenaza de lluvia deslució un poco el espectáculo, especialmente la actuación de Carlos Sainz, que se pasó de prudente colocando neumáticos de lluvia y no pudo derrapar tanto como él y los espectadores hubiésemos querido.
Pero seguro que hay fotos que valdrán más de mil palabras. 120.000 seguidores se han acercado al Fórmula 1 Barcelona Fan Festival ubicado en Plaza Catalunya, 40.000 de ellos al roadshow. El circuito informa de la asistencia de unas 300.000 personas a lo largo de las sesiones del fin de semana, con una entrada de 125.000 personas el domingo. No está mal para quienes dicen que se trata de un espectáculo minoritario.
Es verdad que tuvimos las dosis de protestas de los que quieren una Barcelona más hundida en la miseria de lo que ya está, y que nadie tuvo a bien llenar la única fuente del recorrido del roadshow. Si esto va de promocionar la ciudad, no nos vamos a morir por encender una hora una fuente, usando agua reciclada en circuito cerrado, pero claro, es mucho pedir tener reflejos a quien, por ejemplo, se gastó hace casi un año un dineral en ser la etapa inicial de la Vuelta a España y no solo no encendió dos fuentes para redondear la imagen, sino que no encendió las farolas y casi se nos mata algún ciclista.
No cabe duda de que es molesto tener Paseo de Gracia cerrado, pero es igual de molesto que cuando se cierra por una manifestación, por una feria artesana o por un L’Aplec del Caragol. En ocasiones los intereses colectivos tienen que primar sobre los individuales. Y mantener la Fórmula 1 en Barcelona es de interés para todos.
El impacto económico de un gran premio es brutal. Todo depende donde se ponga el perímetro, pero 300 millones puede ser una referencia. Y, además, una excelente ventana al mundo. El espectáculo de la Fórmula 1 es el más visto en televisión tras los Juegos Olímpicos y el Mundial de fútbol. El nombre de Barcelona, y Cataluña, se repite hasta la saciedad en todo el mundo este fin de semana y la Fórmula 1 hace mucho más que la pléyade de embajaditas y chiringuitos internacionales de la Generalitat que nos cuestan un fortunón. Además, la Fórmula 1 da sentido al Circuit, no solo porque atrae a prácticamente el 50% de todos los espectadores que acuden en el año a esta instalación, sino porque todos los eventos que se organizan tendrían otro precio si Montmeló perdiese su categoría de circuito de F1.
El Circuit, por fin, también se ha modernizado, abriendo un espectacular puente que permite unas nuevas salas RoofTop. Se ha mejorado la sala de prensa y siguen los trabajos para hacer del Circuit un lugar único para celebrar un Gran Premio. Bravo.
Pero la pregunta que todos nos hacemos es si esta maravillosa reacción no llega demasiado tarde. Durante años Barcelona ha estado de espaldas al Gran Premio y nos hemos empeñado en ponerle la vida lo más difícil posible a los promotores, los mismos a los que ahora queremos reconquistar. Estamos a tiempo, es cierto, pero lo malo es que se nos ha colado Madrid, en realidad IFEMA, con una apuesta vibrante y muy atractiva.
Lograr que en España haya dos grandes premios es tremendamente complicado. El calendario no puede alargarse, los pilotos piden justo lo contrario, menos carreras, y cada vez hay más candidatos a albergar un Gran Premio. Es verdad que Estados Unidos, con tres carreras, e Italia, con dos, son una excepción. Pero no podemos comparar la realidad española con ninguno de estos dos países. Para que en España haya dos grandes premios a partir de 2027 hará falta que algún grande del Ibex se anime a patrocinarlo, y no los veo con muchas ganas, menos ahora que Alonso está al final de su carrera y Carlos Sainz pierde el volante de Ferrari.
Nos quedan dos años para disfrutar de la Fórmula 1 en Barcelona, aprovechémoslos como hemos hecho este año y que a partir de 2027 sea lo que Dios, y Liberty, quiera. Mucho más no se puede hacer.