Escuchaba este jueves un extraordinario cruce de intervenciones radiofónicas entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo. Mientras el presidente del Gobierno afirmaba, con toda grandilocuencia, que la economía española va como una moto, el líder de la oposición lo negaba en redondo, afirmando que somos el peor país de la Unión Europea.
La gestión económica del Gobierno socialista resulta más que aceptable. Inesperadamente, la española es, entre las grandes economías europeas, la de mayor crecimiento y menor inflación. Además, se está creando ocupación de manera muy intensa, pese a tanto agorero que presagiaba que, con el aumento del salario mínimo y la reforma laboral, se destruirían muchos empleos. Sin duda, permanecen algunas debilidades pero, en conjunto, el balance es el mejor que podíamos esperar hace unos años.
Pese a ello, no se entiende el aire triunfalista de Pedro Sánchez, pues son aún muchos los ciudadanos que no van como una moto, sino que más bien van para atrás como los cangrejos. El tono en política es muy importante y, en este caso, el presidente se dejó llevar por una innecesaria autocomplacencia.
Pero sorprende aún más el candidato popular, que pretende ser visto como depositario de la seriedad y el sentido común, cuando afirma que España está a la cola del crecimiento en Europa. Los datos de la propia Comisión Europea nos otorgan un crecimiento del 2%, claramente por encima de la media, que se fija en un 1,1%. Y, entre los grandes, somos el que más viene creciendo, por encima de Italia, 1,2%; Francia, 0,7%; o Alemania, 0,2%.
Escuchando este disparatado juego de mensajes electorales entre los dos partidos que representan la centralidad y la moderación, no sorprende el desprestigio de la política y que, entre los que votan, no pocos lo hagan por partidos de corte radical. Y aún queda un mes para las elecciones.