Miquel Puig, coordinador de la Comisión Cataluña-Next Generation EU / CG

Miquel Puig, coordinador de la Comisión Cataluña-Next Generation EU / CG

Pensamiento

Miquel Puig: "El peligro es que falten buenos proyectos para recibir los fondos europeos"

El coordinador de los expertos económicos del Govern señala que la pandemia ha permitido romper el tabú de ayudar con recursos públicos a las grandes empresas y competir con China

29 noviembre, 2020 00:00

Miquel Puig Raposo (Tarragona, 1954) asegura que es optimista, que el volumen de recursos europeos que recibirá España debe permitir un salto económico importante, con un cambio en el modelo productivo. Puig, concejal de ERC en el Ayuntamiento de Barcelona, exdirector general de Industria de la Generalitat y exsecretario general del departamento, exdirector general de la CCMA –cuando ejerció el cargo, entre 2000 y 2002 era la CCRTV, y alcanzó el consenso de todas las fuerzas políticas con representación parlamentaria-- ha sido nombrado ahora coordinador de la Comisión Cataluña-Next Generation EU. Es decir, forma parte del grupo de expertos que ha elegido la Generalitat, como Andreu Mas-Colell o Guillem López Casasnovas, para asesorar al Govern sobre cómo abordar los fondos europeos para reorientar la economía catalana. En esta entrevista con Crónica Global, el economista, formado en el MIT, señala que el peligro es que no haya proyectos suficientes para utilizar esos fondos.

--Pregunta: ¿Qué suponen esos fondos europeos y cómo se pueden aprovechar para superar la crisis que ha provocado la pandemia del Covid?

--Respuesta: Formo parte de un grupo de asesores de la Generalitat que establece criterios sobre cómo aprovechar bien esos fondos. Hay que tener en cuenta que el volumen es muy importante. Entre 1986 y 2011, España recibió de los fondos de cohesión europeos el equivalente al 15,68% de su PIB. Ahora se recibirán en sólo tres años un 10% del PIB. Es una cantidad fabulosa. Y de lo que se trata es de establecer en qué ámbitos y cómo se pueden invertir esos recursos, que, en el caso de la Generalitat serán para educación y sanidad, principalmente.

--Pero serán las empresas privadas las que deban tirar del carro, ¿no?

--Lo que se ha hecho es una distinción. Los grandes proyectos los gestionará el Gobierno central, que corresponderá a la mitad de esos recursos, y la otra mitad será cosa de las comunidades autónomas. Habrá una vía, desde el Gobierno, para los Proyectos Estratégicos para la Recuperación y Transformación Económica.

--Es decir, que el grueso será para las grandes empresas

--Es evidente que para proyectos transformadores la articulación la deberá protagonizar las grandes empresas. En cualquier caso, el peligro es que falten buenos proyectos para recibir los fondos europeos, que llegarán entre 2021 y 2023, con convocatorias que llegarán hasta los 72.000 millones de euros.

--¿Cuál debe ser la prioridad para Cataluña?

--Hay un proyecto básico, que es el déficit crónico que sufre todo el litoral, y es que nos peleemos por el agua. Se trata de apostar por un proyecto sobre la economía circular, que tendría el apoyo seguro de la Unión Europea, y que encaja con la apuesta por la transición verde. Luego hay otros proyectos determinantes, como el vehículo eléctrico y el autónomo, que tiene un inconveniente, y que se trata de un sector que exigirá una menor capacidad productiva. La mecánica de un coche eléctrico es mucho más sencilla que la de un coche con motor de combustión. Por ello, es fundamental hacer ese proceso bien en Cataluña, porque es un sector clave. Es importante que se haga bien esa migración hacia la economía eléctrica. Hay otra oportunidad en el campo del hardware para elaborar chips, con la necesidad de la UE de no depender tanto de China y Estados Unidos, con una apuesta por el hardware libre, con arquitecturas de código abierto. Después se deberían concentrar esfuerzos en la medicina y en la investigación y robotización hospitalaria. En el Hospital Clínic se investiga con robots para desinfectar habitaciones y también se buscará incidir en la medicina basada en datos, que también desarrolla el Clínic. Otro ámbito importante es desarrollar y consolidar el ecosistema de las startups en Barcelona, reforzando la transferencia de investigación con las empresas y los mecanismos financieros para que ganen solidez.

--¿Y el turismo?

--El turismo es el sector más afectado por la pandemia, pero los instrumentos que se han puesto a disposición no se adaptan tanto a ese ámbito. Lo que hay, desde Turismo de Barcelona, es un conjunto de proyectos con personalización de datos sobre la experiencia turística. Es decir, cómo dirigir a alguien, a través de los móviles, para que aproveche mejor su experiencia turística. Y eso puede servir para esponjar el turismo, para llevarlo a otros lugares.

--¿Hay una disyuntiva que no se explica con claridad? Por una parte, habrá fondos para dar un salto en el modelo productivo, pero, ¿qué pasa con los recursos necesarios para paliar la crisis económica provocada por la pandemia?

--Lo dice el propio nombre de los fondos: Next Generation, que supone dos cosas, un salto para preparar la próxima generación de europeos y que también lo pagarán las siguientes generaciones. Pero lo que ocurre es que es una salida que han preparado Francia y Alemania. En 2019, antes de la pandemia, ya habían alcanzado acuerdos para reindustrializarse y compartir músculo industrial en temas de defensa. La preocupación es que se podían quedar atrás frente a China y Estados Unidos. Y había un mensaje subliminal y es que las normas restringían las posibles ayudas públicas a las empresas privadas. La pandemia, por tanto, supone romper dos tabúes: dar dinero a la gran empresa para poder competir con China y aceptar que la UE se puede endeudar colectivamente. Es el plan de Francia y Alemania, en alianza con los países del sur, que ven que pueden aprovechar la oportunidad.  

--Pero, en paralelo, habrá una crisis importante para muchos sectores

--Sí, pero son cosas distintas. Eso exigirá mayor endeudamiento, pero nos confundiríamos. Una parte de los recursos estará destinada a paliar esa crisis, pero las normas europeas son claras: transición ecológica y digital.

--¿Esa crisis será superable?

--Sí, pasará por el endeudamiento. Por eso la ministra Nadia Calviño ha apostado por gastar en los próximos tres años los 72.000 millones en ayudas directas, mientras que dejará los 68.000 millones restantes en créditos para los próximos gobiernos. La deuda, en todo caso, crecerá y lo hará también el paro. Y la situación del turismo dependerá de si puede remontar el próximo verano. Lo que necesita, en realidad, es una vacuna, que llegará pronto. Pero los estímulos económicos serán enormes: en educación y en sanidad, principalmente. No soy pesimista. El peligro es que la Administración no tenga capacidad para gastar esos recursos.

--¿Cataluña lo podría aprovechar para liderar en diferentes ámbitos?

--Cataluña está distraída.

--¿Cree que el Govern ha perdido el tiempo?

--En campos como la investigación ha ido muy bien, pero está distraído porque la pandemia ha creado muchos problemas y se han producido disfunciones. En todo caso, creo que por encima de las polémicas, la clase política tiene claro que debe haber acuerdos en grandes proyectos, como la transformación del sector del automóvil.

--¿Cree que el independentismo ha distraído o ha sido una palanca para ver los problemas de fondo de la economía catalana?

--Ni una cosa ni la otra. No tendría sentido decir que ha abierto los ojos para reforzar la economía, pero tampoco que haya distraído. Ya se verá. Lo que veo es que dirigentes como Ramon Tremosa y Pere Aragonès se han puesto de acuerdo para crear la comisión de expertos sobre los fondos europeos y que, en general, se ven las cosas que son necesarias.

--Respecto al sector del turismo, ¿sigue defendiendo, como hizo en su libro Un bon país no és un país low cost que se debería ingresar más por turista, aunque éste no sería el mejor momento para reivindicar un modelo distinto?

--Sí, completamente, aunque es cierto que no es el momento. Pero por el turismo no deberíamos preocuparnos. La demanda existe. La tendencia mundial a largo plazo tenderá a aumentar. No me imagino menos turistas en los próximos 20 o 50 años. No nos debemos preocupar por los turistas, sino por la sostenibilidad del sector. Está claro que un crecimiento del 6% anual como hemos tenido no es sostenible. Lo que debemos hacer es gestionar ese turismo y sacar más de él, porque está claro que aporta poco y debería aportar más.

--¿Hay calidad para ello?

--Por supuesto. Lo que ofrecemos es enorme. Un emplazamiento envidiable, geopolíticamente estable, aunque hay que cuidar cosas como el robo a los turistas en las grandes ciudades. Pero lo que se ofrece es mucho y se paga poco por ello. Ahora está claro que no es el momento, pero habrá que pensar en ese cambio de modelo.

--¿Es el momento, sin embargo, para que las medianas y pequeñas empresas puedan ganar volumen?

--Es indudable que algunas empresas medianas podrían aprovechar la oportunidad que se les abre. Es el momento para ganar dimensión, para pensar en proyectos más grandes, incluso con alianzas con competidores, para buscar mercados internacionales. Estaría bien que se valorara, porque para afrontar proyectos de importancia hay que ser más grandes. Y reitero que el gran riesgo en los próximos años es que no tengamos buenos proyectos para optar a los recursos que nos ofrece Europa.