Theodor Kallifatides

Theodor Kallifatides @JAIMEFOTO

Letras

Kallifatides: "Europa es una piedra muy bella, pero si la levantas lo que hay es una gusanera"

Nacido en Grecia y residente en Suecia, el escritor y filósofo reflexiona sobre el exilio, la identidad, España, el humanismo y el delicado momento por el que atraviesan tanto el humanismo como la fértil tradición de la cultura Europea

11 agosto, 2023 19:00

Theodor Kallifatides, escritor y profesor sueco, ha sido un gran descubrimiento para los lectores españoles desde que hace tres años fuera traducido por primera vez. Nacido en Grecia en una familia de izquierdas, dejó su país para instalarse en Suecia y, 60 años después, volver a escribir en su lengua natal y preguntarse por su identidad. Alto, de ojos azules y una energía propia de semidioses (85 años) pasa por España, con la que vive "una historia de amor”.

Se ha levantado temprano para dar un paseo y recibe en el hotel escoltado por su editor Joan Tarrida. Sale a fumar –en pipa– un momento antes de la entrevista y confiesa que nunca ha dejado de hacerlo y que fuma en Estocolmo nieve o llueva. Dice haberse enamorado de las jacarandas y su color morado. Pero quienes le han emocionado son los españoles que hace cuatro años, en 2019, convirtieron su primer libro traducido –Otra vida por vivir– en un auténtico boom. Conversa en un español limpio y con una perfecta dicción, aunque a veces se detiene para buscar una palabra que traduce al inglés. 

–Habla español por contacto con latinoamericanos en Suecia, supongo.

–En absoluto. Lo he aprendido hace cuatro años, después de la enorme sorpresa que me dieron los lectores españoles con la maravillosa acogida a mi primer libro traducido. Me pareció tan emocionante que creí una obligación moral devolverles el gesto aprendiendo su idioma. Lo hice solo, leyendo libros, sin dar una sola clase. Las lenguas son tan hermosas...No se me ocurre mejor regalo a quienes se han interesado por mí y por lo que escribo que poder comunicarme con su lengua. 

El escritor Theodor Kallifatides

El escritor Theodor Kallifatides @JAIMEFOTO

–Usted escribió en sueco hasta que descubrió que seguía siendo un griego que emigró siendo adolescente. Su último libro es una reflexión sobre la identidad. 

–En realidad, en este libro comparto un descubrimiento: no importa ya si soy griego o sueco, lo que sí es trascendental es la carga civilizatoria, la cultura compartida que haga que la huella helénica esté viva, que compartamos un paradigma cultural. Más que nunca es indispensable protegernos de los nacionalismos. Volvemos a estar amenazados.

En realidad, estamos negando nuestra realidad mestiza, de trasterrados, de exiliados. Mire: hay una leyenda griega que habla de un general que fue herido de muerte en un combate en Persia y cuando le preguntaron dónde quería que se le enterrara, si en su tierra natal, Atenas, o donde iba a morir, contestó: "Para un hombre bueno toda la tierra es una buena sepultura".

Yo tenía 14 años cuando escuché esa historia; ahora que tengo 85 entiendo que esa es una gran verdad, la lección que nos da la historia de nuestra civilización. Esa herencia que tenemos no soluciona todo, no resuelve las urgencias, pero es la única osamenta que nos sostiene. Sin los clásicos no sería nadie. Sin la poesía de Safo, sin los pensamientos de Sócrates, de Platón, de Epicuro… Ni yo, ni Europa. Si olvidamos a los clásicos Europa dejara de existir. Somos sus herederos. 

–Aunque ha escrito novelas y poesía, usted es filósofo. De hecho, cita a los clásicos de manera recurrente. ¿Lee a sus contemporáneos?  

–La filosofía en este momento vive una crisis profunda. La filosofía actual tiene ideas sobre la filosofía, pero no sobre la vida. No habla del mundo. No hace reflexiones sobre quiénes somos y qué nos pasa. Solamente da vueltas sobre conceptos y citas. No me interesa ese pensamiento ensimismado y estéril. No nos ayuda. No nos sirve.

'Otra vida por vivir'

'Otra vida por vivir' GALAXIA GUTENBERG

–En este libro usted habla de amor y de la lengua.

–Pretendo hablar de la vida. La vida es el problema y no la filosofía. El pensamiento debe mejorar la vida. Aparte de Steiner (al que cita la entrevistadora) que me resulta muy estimulante y que era filólogo… ¿quién hay? Está de moda, por ejemplo, Slavoj Zîzêk, pero no me interesa mucho. Su filosofía es… palabras, muchas palabras. Hay desde luego historiadores, politólogos, analistas que dicen cosas interesantes pero la filosofía se ha alejado de la vida.

–¿A quién lee entonces?

–A Bertrand Russell. Seguramente es el filósofo que más me ha influido en la vida y sigue teniendo una vigencia poderosísima. Me ha enseñado todo, no solo con su pensamiento, tan agudo y libre, sino por su actitud ante los totalitarismos. Por su ejemplo de paz activa, su compromiso con la justicia y la manera de asumir toda una carga histórica, las ideas de Platón o de Aristóteles. Acudo siempre a él. En realidad, yo leo mucho, pero no a los nuevos, he de confesarlo. 

–Ha comentado el extraordinario acogimiento a su obra en España. Tal vez, como decía Saramago, siempre llegamos donde nos esperan.

–Me gusta esa frase. No exagero si le digo que España ha sido, a mi edad, la prueba de que algo útil he hecho. No es un cumplido. Lo digo de verdad. Soy muy viejo y de pronto la vida me regala la sensación de que lo que has hecho ha tenido sentido. Que hay alguien al otro lado de la conversación. No se puede ni imaginar lo que significa para mí, alguien que ha transitado siempre en la soledad de sus pensamientos.

–Parece feliz.

–Si la felicidad es una especie de armonía, de paz contigo mismo, sí. Este inesperado encuentro con tantísimos lectores españoles me ha llenado de gratitud y de alegría. Que a estas alturas crean que escribo algo bueno es un premio, el mejor de los premios. Aunque la idea de felicidad no es demasiado importante para mí. Como le digo, se trata de ser coherente contigo mismo. Que tus expectativas de vida se vean más o menos cumplidas. La felicidad en realidad son momentos fugaces, lo importante es tener una conciencia tranquila y el alma limpia. 

Kallifatides, durante la entrevista

Kallifatides, durante la entrevista @JAIMEFOTO

–Teniendo en cuenta su reflexión sobre la condición de migrantes, la suya y la de tantos españoles, ambos compartimos la condición de transterrados.

–Quizás. Los dos pueblos hemos sido emigrantes. Hemos dejado nuestra tierra y acogido a otros, ahora. En el caso de Grecia están los griegos que viven en Grecia y los que lo hacemos fuera, que somos muchos y en muchas partes del mundo. Somos pueblos pobres que se buscan la vida. Y también compartimos una herencia cultural. La primera vez que vine aquí visité Ampurias. Sentí como si volviera a casa. 

–Mi generación estudió latín y griego clásicos: ahora, esas asignaturas, si existen, son optativas y se imparten en los niveles superiores de la educación.

–Una tragedia. Tenemos solamente una solución como civilización y es el humanismo. Nada funciona ni va a funcionar jamás sin la fuerza civilizatoria de la cultura. Ni el sistema político ni el económico ni la más mínima convivencia tienen futuro sin la cultura. Debemos recivilizarnos. Nos han invadido los barbaros: la sociedad individualista, consumista, extenuada, violenta. Y la alternativa a la civilización es la guerra. No hay ni una sola en la historia que no termine en catástrofe. Ninguna guerra se gana.

–La cultura no evitó el fascismo o el nazismo en el siglo XX.

–Lo sé, pero es lo único que nos queda. Es lo único que permanece en el tiempo. No podemos resistir de otra manera que con la capacidad civilizatoria.

–En este libro se hace muchas preguntas, entre otras si Suecia está dispuesta convivir con los diferentes o no. Esa pregunta se puede extender a Europa.

–Sí, en realidad hablo de Europa desde mi experiencia como griego que vive en Suecia y en su lengua desde hace 60 años. No sé… la situación en Europa ahora no es buena. En realidad es catastrófica: la ultraderecha, el racismo, la desigualdad… Nunca han sido tan ricos los más ricos, ni más pobres los pobres. Naturalmente los privilegiados no piensan en la humanidad sino en su interés. Nunca la codicia fue tan suicida. Tan ciega.

Kallifatides

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Estamos ante un capitalismo cruel, pero necesito tener esperanza. Tengo nietos. No tengo más remedio que ser optimista. Nos enfrentamos a situaciones de pobreza extrema, nacionalismos y fascismos, al deterioro de las instituciones garantes de derechos… Europa es una piedra muy bella, pero si la levantas lo que hay es una gusanera. Europa está corrompida. Nos hemos dejado corromper.

–¿Dónde está la esperanza entonces?

–En el instinto de supervivencia. No nos podemos permitir la resignación ni mirar hacia otro lado. Si no reaccionamos estaremos –recalca la frase– ante el fin de lo mejor que hemos vivido como raza humana. O cambiamos o no vamos a sobrevivir.

–No sé si preguntarle cómo.

–Habrá de ser sin violencia. Yo luché contra la dictadura griega, pero la violencia nunca fue una solución. Hay que defender la igualdad de oportunidades, la igualdad entre sexos… sin cortar cabezas.

–¿Es usted feminista?

–(Sonríe) Tengo una hija que no me permite no serlo. En el libro digo que las mujeres siempre han sido un poco feministas sin saberlo. Mi madre y mis abuelas eran mujeres valientes que sostenían todo a pesar de las tragedias, mientras los hombres… luchaban. Mi abuela fue la roca a la que nos amarramos cuando todo se rompió (Su padre fue perseguido y encarcelado y él y sus hermanos se refugiaron en la aldea materna). Mi esposa es mi vida después de 52 años juntos. Mi hija es mi amor. ¿Soy feminista o no?

–Muchas de las que habla fueron y son invisibles.

–Antes sí. Pero eso ha cambiado radicalmente. Hay mujeres importantísimas, incluso en el lado del Mal. Pero no crea que no me lo tomo en serio. En Europa hay  serias amenazas por parte de algunos países contra los derechos de las mujeres. Las mentalidades tardan mucho en cambiar, pero pueden perderse en poco tiempo.  

Kallifatides

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–Usted ha escrito: “La derecha me robó la vida, la izquierda, la Historia”.

(Se inclina para comprobar la cita en el libro y parece asombrase). Fui un exiliado político de la dictadura. No me fui de Grecia para encontrar un trabajo sino para encontrar el país en el que quería vivir. Elegí una idea de Suecia antes de ir a Suecia. Mi familia fue víctima de la dictadura. Mi país ha sido víctima de la derecha reaccionaria. Y en cuanto a la izquierda y la Historia…

Después de la guerra hubo mucha literatura por todas partes. En el cementerio de mi pueblo (Molaoi) hay un monumento funerario dedicado a un presunto héroe de la guerra, un gran patriota. Todo es mentira. Nos contamos una mentira para exculparnos como pueblo y ahí quedaron confundidos verdugos y víctimas. Los pueblos reconstruyen su historia para perdonarse. La izquierda hizo lo mismo, tal vez en menor medida y no en lo más importante, pero también se construyó su propia mitología.

–De la necesidad del mito también habla en su libro.

–Todos nos construimos un mito de aquello que deseamos. Hablo de ello desde mi experiencia personal: la necesidad de construir el sueco que quise ser. Pero en manos del poder y de los nacionalismos la mitología sustituye a la religión. Como rasgo identitario y como ritual. La historia moderna es pura mitología. La verdad no importa.

–Habla de amor y de humor.

–La literatura sin humor es una pesadilla. Y es curioso lo que nos pasa en Europa: lloramos por lo mismo, pero no nos reímos por las mismas cosas. Hace poco leí un estudio sobre el sentido del humor en Europa y es curioso porque el país que aparecía como el más serio era España. Puedo aceptar la tesis si exceptuamos a Cervantes, que para mí es el genio del humor literario.

El escritor Kallifatides

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–¿Existe una Europa del Norte y una del Sur, o una calvinista y una papista?

–No. Hay una Europa rica y una Europa pobre. 

–¿Cree que el Museo Británico debe devolver las esculturas del Partenon a Grecia?  

Ya no. ¿Los griegos deberíamos pedir derechos sobre Ampurias? Ha habido delitos en el pasado, pero no podemos cambiar la historia. No es necesario. Gastamos mucha fuerza en enfrentamientos y vendettas cuando deberíamos estar esforzándonos en convivir. En eso también hay mentalidades diferentes. En Grecia los nombres de las calles son objeto de revisión permanente por cuestiones políticas. En Suecia el nomenclátor es casi técnico. Ni Olof Palme tiene algo más que una placa en la calle donde fue asesinado.

–Es usted de los pocos escritores suecos conocidos en España que no cuenta crímenes.

–Oh, sí. A mí también me gusta mucho la novela negra, me entretiene. Sé que en España se lee mucho, precisamente de Suecia. Hay fantásticos autores suecos de ese género. También mediocres que tienen mucho éxito.