El periodista Carlos Sánchez, autor de 'Capitalismo de amiguetes'

El periodista Carlos Sánchez, autor de 'Capitalismo de amiguetes' BEGOÑA RIVAS

Ideas

Carlos Sánchez: “La burguesía catalana estaba desentrenada y no creó Inditex, cuando hubiera sido lo lógico”

El periodista económico publica 'Capitalismo de amiguetes', una obra en la que constata la querencia histórica de los empresarios por influir en la maquinaria del Estado

27 abril, 2024 19:11

Muchos años de trabajo, y siempre una constante, la de saber y contextualizar. Carlos Sánchez (Madrid, 1956) ha querido explicarse, entender el pasado para ver mejor el presente y prever el futuro. El periodista económico, con una larga trayectoria, en medios como El Mundo, o Expansión, ahora en El Confidencial, acaba de publicar Capitalismo de amiguetes, cómo las élites han manipulado el poder político (Harper Collins), en el que constata, con una mirada histórica, el interés del poder económico en estar siempre presente en la máquina política. Su lectura es conveniente si se quiere discutir, con cierta solvencia, sobre la presencia real en España de liberales, de emprendedores. En las páginas del libro de Sánchez se habla mucho de la burguesía catalana, de la industria en Catalunya, de los que empujaron, realmente, en el proceso de modernización del Estado. Y lo que apunta el periodista, en conversación con Letra Global, es que en las últimas décadas se han producido muchas paradojas: “La burguesía catalana estaba desentrenada y no supo crear Inditex, cuando hubiera sido lo lógico”, señala con convencimiento.

¿Qué ha pasado en los últimos 150 años? Es un largo proceso, en el que España ha pasado por todo, con dictaduras, --la de Primo de Rivera y la de Franco—y con democracias, la II República –muy breve—y la democracia actual, que arranca con las elecciones de 1977. Sánchez tiene claro que la mayoría de países han pasado por experiencias similares cuando nos referimos a la modernización económica. Primero, una fase proteccionista, importante, salvo el caso del Reino Unido, que fue al revés. Al ser los pioneros con la revolución industrial, lo que quisieron los ingleses es vender todo lo que pudieran en el exterior. En el caso de España los máximos beneficiados fueron los empresarios catalanes, la burguesía catalana, que siempre buscó “influir en el Estado, estando cerca del poder político, para gozar de políticas proteccionistas, con un mercado cautivo, aunque sus productos pudieran ser más baratos en el exterior, en concreto por parte de los ingleses”, señala Carlos Sánchez.

Ese proceso fue largo. Y tuvo continuidad con la dictadura franquista. “La dictadura no toca esa parte, sabe que necesita la industria, y los industriales catalanes colaboran en beneficio de sus empresas”, señala Sánchez. El proceso de apertura económica llega a finales de los años cincuenta del pasado siglo, con nombres catalanes, con “los López Rodó, Sardá, o Estapé”, que no entran en el terreno político.

Portada del libro de Carlos Sánchez

Portada del libro de Carlos Sánchez

Pero, ¿qué sucede luego, ya en democracia, cómo responde ese tejido económico catalán? Carlos Sánchez indica que, a pesar de la gran actividad económica que siempre se ha dado en Catalunya, no se entienden algunos fenómenos. “Inditex surgió en Galicia, con Amancio Ortega, cuando en Catalunya la tradición del textil era larga y la más importante en España. Mi idea es que en Catalunya pesó en un determinado momento ese poso proteccionista, el hecho de que el Estado había trabajado para la empresa catalana. Y faltó más iniciativa, más empuje, en campo abierto. Por eso digo que la burguesía catalana estaba desentrenada y no supo crear Inditex, cuando hubiera sido lo lógico. Y es que hablamos de una multinacional, de la empresa que influye más en el mundo en la moda de consumo rápido. ¿No debería haber sido catalana por tradición y empuje empresarial?”

Sánchez habla de muchos grupos de presión, en especial el del colectivo de los ingenieros de caminos, que han tenido históricamente en España un papel fundamental. Se trataba, a lo largo de los años, de estar presente y de influir en el escenario en el que se toman las decisiones. Y eso lo ha representado Madrid y “lo sigue representando, en gran medida”.

Los sectores regulados, los más fundamentales en un país, precisan de mucha vigilancia. Lo señala Sánchez en el libro con gran detalle cuando se refiere al sector de la construcción o a la energía. “España, por el sesgo proteccionista que ha tenido históricamente la política económica de los diferentes gobiernos, ha sido un país que ha regulado mucho. Se puede hablar, incluso, de hemorragia legislativa en coherencia con el sistema napoleónico de producción de leyes para proteger determinados sectores extractivos de rentas públicas con dificultades para sobrevivir en un mercado competitivo”.

Entonces, ¿Madrid se caracteriza hoy por tener un sector económico liberal que empuja? Sánchez se toma su tiempo, pero tiene claro que no es así. Hay sectores, hay empresas, todo ha cambiado, pero “los que se reclaman liberales, en realidad no lo son, porque miran al Estado, buscan cómo el poder político los puede favorecer. Ser liberal no es querer que todos podamos tomar una cerveza”, ironiza.

El alcalde Porcioles , el ministro Manuel Fraga y López Rodó en la inauguración de una exposición de Joan Miró (1968)

El alcalde Porcioles , el ministro Manuel Fraga y López Rodó en la inauguración de una exposición de Joan Miró (1968)

La paradoja es clara, y no únicamente respecto a los sectores económicos catalanes. Si se puede hacer esa asociación –lo vincularon ellos mismos, al hacerse representantes de lo ‘catalán’—tanto Catalunya como el País Vasco no deberían sentirse agraviados por ‘España’. Más bien al contrario. Las relaciones del empresariado catalán y vasco con el poder político de Madrid, ya fuera con la Monarquía o con los dirigentes –democráticos o dictatoriales—les permitió crecer y enriquecerse.

Sánchez lo pone negro sobre blanco: “un elenco que refleja a las claras los lazos fraternos que siempre ha tenido aquella alta burguesía con el poder en Madrid. Primero, durante la Restauración gracias a las excelentes relaciones con Alfonso XIII, que colmó de títulos nobiliarios a los industriales vascos y catalanes; después con la dictadura, que se apoyó en ella para impulsar la modernización de España al comienzo del desarrollismo con figuras notables como Juan Sardà, Laureano López Rodó o Fabián Estapé, y, finalmente, ya en democracia, con el importante peso político que ha tenido lo que se llamó en su día Minoría Catalana, probablemente el lobby mejor engrasado en Madrid desde los tiempos de Cambó”.

No está mal, ese repaso histórico. Lo que pide Sánchez, sin embargo, es que se instaure una mayor transparencia y se puedan regular los grupos de presión, para que se sepa qué hace cada cual, y qué decisiones se toman. Porque todo responde al éxito de quien presiona. Sánchez alaba las afirmaciones de Rafael Termes, considerado el banquero de la Transición. En un discurso en 1968, en el momento álgido de los tecnócratas de Franco, y durante la junta de accionistas del Banco Popular de los Previsores del Porvenir –como se llamaba en aquel momento—decía Termes:

“Ha llegado el tiempo en que todos proclamemos sin remilgos que ganar dinero en un mercado libre no sólo no es un delito, sino que quien sepa hacerlo merece la gratitud de su país”.

De acuerdo, sostiene Carlos Sánchez, pero…. “Sólo hay que poner un pero. Los mercados libres no existen porque están sembrados de fuerzas que condicionan las decisiones políticas. Para eso, precisamente, nacieron los grupos de presión”.

Esa historia económica y política debería llevar a los actuales decisores, --todos, en los distintos ámbitos—a pensar más en el interés general, como apunta Sánchez. En caso contrario, y si cada uno intenta sacar beneficio, lo general se romperá.