Las 32 sombras de Jackie Collins
El documental 'Lady Boss' aborda la vida y obra de la autora de novelas picantonas, siempre a la sombra de su hermana, la actriz Joan Collins
16 marzo, 2022 00:00La literatura erótica para amas de casa con ganas de empoderarse, o algo parecido, no empezó con E. L. James y sus Cincuenta sombras de Grey. En los años 70, 80 y 90 del pasado siglo, hubo en Estados Unidos una escritora de novelas picantes ambientadas en el mundo de los ricos y los famosos de Hollywood que alcanzó una popularidad tremenda, llegando a vender más de 500 millones de ejemplares de sus treinta y dos libros, que fueron traducidos a cuarenta idiomas. Se llamaba Jackie Collins (Londres, 1937 – Los Ángeles, 2015), era la hermana pequeña de la actriz y sex symbol Joan Collins (la inolvidable Alexis de Dinastía) y al principio nadie daba un duro por ella, cuando inició una breve carrera cinematográfica como actriz, siempre a la sombra de su hermanita, que, si bien no la llevó muy lejos, sí le fue de utilidad para codearse con el gran mundo de Hollywood, donde encontraría inspiración para sus novelas repletas de mujeres rebeldes, maridos infieles y situaciones comprometidas con las que tan bien se lo pasaron las amas de casa de medio mundo durante décadas. Aunque con su primer esfuerzo literario, The world is full of married men (El mundo está lleno de hombres casados, 1968), se ganó la animadversión instantánea de Barbara Cartland, decana de la novela romántica, quien la calificó de “repugnante”, Collins se hizo rápidamente con el favor del gran público e inició una carrera que la mantendría en el candelero hasta su muerte por cáncer de mama ya bien entrado el siglo XXI. Un documental en Movistar, Lady Boss (La jefa), dirigido por Laura Fairrie, nos la muestra en todo su peculiar esplendor. Y aunque casi nadie se acuerda de ella hoy en día (como de su equivalente masculino, Harold Robbins), nos recuerda que esa señora vistosa, aunque excesivamente operada, fue algo más que la hermana pequeña de una actriz tan incombustible como Keith Richards y la reina Isabel que se acerca a los 90 años en un estado de salud envidiable.
La película de la señora Fairrie es, de hecho, una nueva versión del clásico cuento del patito feo. Nos presenta a Jackie como la hermana feúcha y sin mucha gracia de una chica de Londres que llegó a triunfar en Hollywood (aunque casi siempre en películas de baja estofa y series de televisión discutibles), aprovechando los contactos de su padre, un agente artístico que tuvo tratos con luminarias de los 60 como Shirley Bassey, Tom Jones o los Beatles. Cuando Joan se trasladó a América, sus padres le enchufaron a la hermanita para que siguiera sus pasos, pero a ésta no se le dio muy bien la cosa: aparte de un tórrido romance con Marlon Brando, no sacó mucho más de su paso por Hollywood. Puede que otra se hubiera vuelto a Inglaterra, pero nuestra heroína se quedó en su sitio, se dedicó a frecuentar las fiestas de las estrellas con los ojos y las orejas bien abiertos y acabó convirtiendo su habilidad para el cotilleo en una fuente de inspiración para todas esas novelas que en su época pasaban por fuertecitas y que ahora, si las leyera alguien, no conseguirían provocar ni un leve arqueo de cejas.
Con casi todo en contra
Jackie Collins se consideraba feminista, aunque se pasara la vida en el quirófano y las feministas la odiaran por ello. La crítica siempre la miró por encima del hombro, llegando a poner en duda que lo suyo tuviera la más mínima relación con la literatura. Pero su reacción fue siempre la misma del pianista Liberace cada vez que los críticos lo ponían de vuelta y media: pasarse llorando todo el camino hacia el banco. Entre sus novelas destacan The stud (El semental, 1969) y su secuela The bitch (La zorra, 1970), ambas adaptadas al cine y con su hermana Joan en el papel principal, así como las siete aventuras que dedicó a la fascinante hija de un mafioso que atendía por Lucky Santangelo. Hollywood wives (Esposas de Hollywood, 1983) y Lady Boss (La jefa, 1990) fueron dos de sus últimos pelotazos económicos en forma de libro. También trabajó como guionista para el cine y la televisión, ya fuese adaptando sus propios libros o aportando material original. Y hasta acabó triunfando delante de las cámaras, pero no como actriz, sino como presencia constante en programas televisivos especialmente frecuentados por su público de toda la vida: las amas de casa estadounidenses necesitadas de melodramas eróticos que las sacaran un poco de su aburrimiento cotidiano.
No hace falta ser fan de la señora Collins para disfrutar del documental que le ha dedicado Laura Fairrie. Yo jamás he leído un libro suyo y no creo que vaya a hacerlo en lo que me queda de vida. Pero hay algo tan instructivo como enternecedor en la peripecia vital, con excusa literaria, de esa chica condenada a ser la hermana pequeña de una estrella menor de Hollywood que acabó siendo más famosa que ella sin necesidad de competir en el mismo oficio. También puede interpretarse Lady Boss como un innecesario homenaje a una escritora que no valía un pepino, pero lo desaconsejo fervientemente. A su manera, Jackie Collins triunfó en un mundo muy complicado y teniendo en contra casi todo, incluyendo la ominosa presencia de su hermana. Y como representante, a su pesar, de la Cultura Basura de la segunda mitad del siglo XX, hay que reconocer que ocupa un lugar destacado en tan entretenido movimiento.