Miralda: el fotógrafo que no quiso serlo
La exposición se titula Cowboy´s dream y el catálogo ofrece muchas imágenes en blanco y negro tomadas por Miralda en París y en Nueva York
12 septiembre, 2023 17:18Mi amigo Ignasi Duarte me obsequia el catálogo de la exposición que ha montado en Madrid (Círculo de Bellas Artes, cierra este día 17 y luego se traslada a la galería Trinta, de Santiago de Compostela, a partir del 21) sobre la fase fotográfica del artista conceptual Antoni Miralda (Terrassa, 1942), de la que no se acordaba nadie (ni el propio Miralda, quien, ante la insistencia de su comisario, puso a su disposición más de 7000 negativos olvidados) y que aporta una nueva e interesante mirada sobre un artista conocido principalmente por sus acciones, performances, idilios entre el arte y la comida, delirantes paradas de majorettes en los Estados Unidos, introducción de las tapas en el barrio de Tribeca de Manhattan con el restaurante El Internacional (a medias con su novia, la cocinera Montse Guillén) o el enlace matrimonial que se inventó, cuando los fastos del 92, entre Cristóbal Colón y Miss Liberty, esa estatua de la libertad que da, teóricamente la bienvenida a los recién llegados a la tierra de los libres y el hogar de los valientes desde la neoyorquina Ellis Island.
Duarte conoce (y admira) a Miralda desde hace años: ya le echó una mano con un supuesto centro sobre arte y comida (me permití rebautizarlo en su momento, con respetuosa ironía, como Museo del Papeo) que nunca llegó a ver la luz, y ahora ha logrado rescatar un fondo fotográfico de mucho interés por el que el artista no mostraba especial predilección, como demuestra el hecho de que abandonara la fotografía definitivamente al integrarse en lo más granado del conceptual catalán y compartiera estancia neoyorquina con gente como Francesc Torres, Carlos Pazos o Antoni Muntadas.
Caza del instante
La exposición se titula Cowboy´s dream y el catálogo, primorosamente editado por La Fábrica (institución ejemplar fundada por el recientemente fallecido Alberto Anaut), ofrece un montón de imágenes en blanco y negro tomadas por Miralda en París (cuando colaboraba en la revista Elle) y en Nueva York durante los años 60 y principios de los 70, fotografías que captan a la perfección el espíritu alternativo de una época y que nunca habríamos llegado a ver de no ser por la persistencia del joven Duarte (insisto en llamarle así, aunque pronto le caerán los 47; nuestro común amigo Jaume Sisa sigue empecinado en referirse a él como el nen).
En Barcelona, donde el eclecticismo se confunde con una conducta errática, nunca hemos sabido muy bien qué hacer con la gente como el joven Duarte: empezó formando parte de un grupo dedicado a lo que llamaban Poesía Portátil, escribió cuatro obras de teatro con Roger Bernat, rodó una película en Portugal que no ha visto casi nadie, se trasladó una larga temporada a París y montó coloquios con escritores españoles y latinoamericanos, ordenó las obras completas de Sisa, que publicó Anagrama en dos tomos…Si te preguntan a qué se dedica exactamente tu amigo Ignasi, no sabes muy bien qué decir, pero da igual: lo importante es que el hombre tiene la mirada puesta en todo tipo de temas susceptibles de arrojar resultados estimulantes.
Permanentemente cabreado con su generación, a la que considera una pandilla de pusilánimes siempre a la espera del carguito oficial o la subvención de turno, Duarte muestra cierta fascinación por el viejo underground de su ciudad natal, de ahí que se trate con carcamales como el Sisa y yo. O con Miralda (aunque no sea barcelonés, sino de Terrassa), al que nos acaba de redescubrir como fotógrafo y hasta fotoperiodista con la exposición del Círculo de Bellas Artes y el hermoso catálogo producido por José María Lafuente, el tipo que más ha hecho en España por preservar el underground barcelonés y la Movida madrileña.
¿Y qué clase de fotógrafo fue Miralda? ¿Cuáles fueron sus influencias? Repasando el catálogo, detecto la difusa influencia del Robert Frank de The americans, pero también, a veces, la de Willian Klein, o la de Català Roca y otros clásicos europeos. Es una fotografía basada en la caza del instante, en la improvisación de una mirada selectiva, en el eclecticismo temático y en una serie de impulsos y encuadres variopintos que acaban construyendo auténticos frescos de una época y unos lugares.
Nada tengo en contra del fértil camino conceptual que acabó tomando el artista, pero me he quedado con las ganas de saber cómo habría podido evolucionar su rol de fotógrafo alternativo, un rol al que él no concede la menor importancia y que ha debido ser exhumado por el joven Duarte: ¡bendita sea su curiosidad, tan poco apreciada en Barcelona, su ingrata ciudad natal!