Albert Batet
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Albert Batet se ha encargado de dejar claro en el primer pleno del curso político la calidad de la oposición que hará Junts en la nueva legislatura. Este jueves, el Parlament ha sido escenario de comentarios fuera de tono y populistas que, lejos de contribuir a la apertura de una nueva etapa en Cataluña, instalan a los neoconvergentes en una batalla identitaria. Una sola mañana ha servido para comprobar cuál es su apuesta para fiscalizar el Govern: crispación y ruido.
El presidente del grupo parlamentario repite, de nuevo, como agitador de Carles Puigdemont en la Cámara catalana. Más pendiente de con quién o dónde se ha ido de vacaciones el president de la Generalitat que de contribuir a la utilidad política en Cataluña. Y precisamente adopta a la perfección el mantra del fugado, quien desacreditó a Salvador Illa para hablar en nombre de los catalanes.
"Nosotros preferíamos elecciones antes que tener un presidente españolista", profirió Batet. No lo dijo en vano, al parecer. Rechazó la mano tendida del nuevo dirigente catalán en cada una de sus intervenciones, a pesar de los esfuerzos del socialista. Hablan de gobierno débil y se disponen a debilitarlo aún más aquellos que dicen representar mejor a Cataluña.
Urge que Junts se cuestione si quiere condenarse a sí mismo a la irrelevancia política o si elevará un poco el nivel que se espera del líder de la oposición. De lo contrario, incurrirán en dejación de funciones y dejarán de ser vistos definitivamente como una alternativa.