Pere Aragonès
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Pere Aragonès ha vuelto a evidenciar en las últimas horas que, por muchas prebendas y cesiones que se le concedan, el nacionalismo siempre es insaciable. Después de haber llegado a un acuerdo con el Gobierno en funciones de PSOE y Sumar para amnistiar a los condenados y encausados del procés -algo que los socialistas siempre descartaron antes de las elecciones-, ERC y Junts per Catalunya ya han empezado a añadir nuevas exigencias a cambio de su apoyo a la investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno.
La factura de Aragonès incluye otras demandas habituales de los mandatarios nacionalistas catalanes en los últimos años, a saber: la resolución de lo que llaman "conflicto político" que ellos mismos han creado -es de suponer que, bajo este eufemismo, ocultan su deseo de realizar un referéndum de secesión-; el traspaso total de la red de Cercanías (Rodalies) de Renfe a la Generalitat -de la cual ésta ya posee gran parte de las competencias, y cuya gestión previsiblemente no mejorará, vistas las reiteradas incidencias de sus Ferrocarrils-; y "corregir el déficit fiscal" de Cataluña. Una demanda, esta última, también cuestionable, vistos sus fantasiosos y estratosféricos cálculos al respecto, y habida cuenta de que quienes pagan impuestos son los ciudadanos en función de sus rentas, y no los territorios.
Y es que, a tenor de lo visto, ERC y Junts parecen haber encontrado el punto débil del PSOE y de Pedro Sánchez para alcanzar sus objetivos.