Siempre se llenó la boca con la defensa de Johan Cruyff. Era su gran ídolo pero, ante todo, fue un trampolín perfecto para entrar en el FC Barcelona. Lo que jamás se hubiese podido imaginar el que, por aquel entonces, en los albores del Elefant Blau a finales de los 90, tan solo era un humilde abogado con buena oratoria y mucho empuje, es que algún día podría asaltar la presidencia del Barça. Y lo hizo, la asaltó contra pronóstico, gracias a su primera gran mentira: el fichaje de David Beckham. Desde entonces, la gestión de Joan Laporta en el FC Barcelona ha estado marcada por muchos más embustes, improvisación, cambios constantes de rumbo y una degradación lamentable de las más grandes leyendas del club barcelonista.
Xavi Hernández, el mejor centrocampista español de todos los tiempos y de la historia del Barça --con Andrés Iniesta--, segundo futbolista con más partidos a su espalda enfundado en la camiseta blaugrana --767, tan solo por detrás de los 778 de Leo Messi--, es la última víctima de un presidente más carismático que diligente. Más ingenioso que eficaz en la gestión. Un supuesto líder cuya pasmosa facilidad para emocionarse en público contrasta con la falta de sensibilidad que muestra hacia los barcelonistas. Porque no solo pisotea a los mitos históricos del club, también a los trabajadores --que les pregunten a los de Barça TV--, a las secciones e, incluso, al exitoso Barça Femenino, en aras de jugar otra final de Champions cuya previa ha quedado eclipsada con el despido de Xavi.
El presidente Laporta ha demostrado en estos tres años de mandato que no ve mucho más allá de su ombligo. Decisiones en caliente y carentes de una explicación convincente, justificadas a menudo en la mermada situación económica de un club donde se incrementan los salarios de los altos ejecutivos --especialmente, amigos y familiares--, las comisiones a los agentes y la facturación de restaurantes de alto copete como Botafumeiro y Vía Veneto. Los recortes se aplican a todos salvo a las copiosas comilonas del presidente.
El caso Messi
El primer gran desengaño de la nueva era Laporta llegó con el adiós a Leo Messi. Pronto quedó claro que lo de Bartomeu era un juego de niños al lado de la severidad de Laporta. Su política del puño de hierro y la guillotina empezó con la ejecución del mejor jugador de todos los tiempos. Las promesas en campaña sobre su renovación, aderezadas de abrazos a maniquíes y asados argentinos de por medio, volvieron a ser humo. Como en la mentira de Bekcham, Laporta priorizó la victoria electoral a la verdad y antepuso sus objetivos personales.
La inscripción de jugadores como Kun Agüero, Memphis Depay o Éric García pasaron por delante de Messi. También la decisión de inflar unas pérdidas económicas que ascendieron a los 481 millones de euros --más de la mitad obedecía a una devaluación de futbolistas y a provisiones judiciales, aunque luego se le perdonaron 18 millones a Neymar en un caso que estaba ganado--, pensadas para poder rebajar los cuantiosos avales al año siguiente. Lo más insultante, especialmente para el entorno de Leo, fue el fichaje de Ferran Torres por 65 millones de euros entre fijos y variables (55+10) tan solo cinco meses después. El Barça todavía debe 40 millones al City por el fichaje español más caro de la historia del club.
La degradación de Koeman
Antes del doloroso y lacrimógeno espectáculo que supuso el adiós de Messi en pleno de agosto de 2021 ya había comenzado la campaña de desprestigio hacia otro mito de la historia barcelonista: Ronald Koeman. El héroe Wembley, niño mimado de su amado Cruyff, fue vilipendiado, expuesto y maltratado por Laporta y los suyos. El presidente llegó a darle un ultimátum cuando terminó la temporada 2020-21: "Si no encontramos a nadie mejor en 15 días, te quedas". No funcionó la improvisación --Nagelsmann y Hansi Flick le dieron calabazas-- en aquella ocasión y Koeman, para su desgracia, se quedó. En verano, le destrozaron la plantilla con las salidas de Messi y Griezmann a cambio de Luuk de Jong. El técnico holandés aguantó hasta octubre y se marchó, despedido en el avión, por la puerta trasera del club.
Antes del despido de Koeman, Laporta también se ventiló, vía Enric Masip, a dos de las grandes figuras de leyenda del Barça de balonmano. Recién ganada la Champions League de 2021, aquel mismo verano, el presidente decidió el despido del entrenador que llevaba en la dirección del equipo desde 2009 --lo había traído el propio Masip, que cobraba como director deportivo más que el entrenador--, Xavi Pascual. Conquistador de 61 títulos en esos 12 años, tres Champions incluidas, fue sentenciado por rencillas del pasado con Masip. Como David Barrufet, que fue leyenda sobre el parqué en el Palau durante 22 años, con más de 70 títulos, y siempre rivalizó con Masip pese a compartir vestuario. Ejercía de director deportivo del balonmano junto a Pascual y también fue liquidado ese ya mismo verano de 2021.
Pasqui, Saras y Mirotic...
Posteriormente, sufrió el azote de Laporta otro emblema de la historia del Barça, Sarunas Jasikevicius. El actual presidente ya lo fulminó como jugador y, nuevamente, decidió prescindir de él como entrenador de la sección de baloncesto el pasado verano de 2023. Laporta le ofreció un salario muy a la baja, tras clasificar al equipo durante tres años consecutivos para la Final Four de la Euroliga, y Saras se negó. Aunque su voluntad era seguir en Barcelona, se marchó.
Como se tuvo que ir la estrella del equipo, Nikola Mirotic, posiblemente el jugador más en forma de Europa en aquellos momentos. En este caso entraba en juego un salario realmente muy elevado --los dos últimos años tenía pactado cobrar unos 11 millones brutos anuales-- que colisionaba con la mermada economía del club, pero las formas volvieron a fallar. A Mirotic se le anunció la rescisión contractual antes de jugar la final de la ACB contra el Real Madrid. El serbio fue el mejor jugador de las finales de un Barça que ganó con autoridad al cuadro blanco (3-0). También manifestó que se quería quedar y que estaba dispuesto a negociar, pero Laporta fue implacable y su despido, fulminante. Hoy, el Barça ya no juega en la Final Four, ha quedado tercero en la temporada regular de la ACB y es muy inferior al Madrid.
El periplo de Xavi ya empezó mal
Xavi Hernández es la última víctima de Laporta. La última leyenda que sufre la degradación a manos de la institución deportiva más importante de Barcelona y Catalunya, la tercera más valiosa del mundo según Forbes. Sus inicios en el banquillo del Barça ya fueron complicados. A Xavi le jugaba en contra su apoyo electoral a Víctor Font, aunque él mismo se quiso mantener al margen del proceso electoral por respeto al que fue su presidente durante muchos años en el Barça cuando era jugador. Laporta, durante la campaña, llegó a decir que Xavi estaba "verde".
Aquel verano, tras retirar la confianza a Koeman, el presidente pudo abordar el fichaje de Xavi, pero se negó por los mismos motivos. Entonces, Xavi estaba libre. Al ver que Laporta no se movía por él, renovó por el Al-Sadd de Qatar y fue blindado con una cláusula de rescisión. Alejandro Echevarría decidió intervenir, ya con Koeman al filo del despido, y convenció a Laporta en octubre. Para ficharlo, tuvieron que asumir una cláusula que unos meses antes no existía. Xavi tuvo que poner dinero de su propio bolsillo para volver al club de sus amores. Y lo hizo encantado. Al poco tiempo, Laporta había virado por completo y hablaba maravillas del egarense.
Se va Cruyff y despiden a Mateu
Las energías que traía Xavi hicieron olvidar muy rápido las posibles desafecciones que se habían generado durante la campaña. El de Terrassa tenía muy claro su objetivo y se brindó en cuerpo y alma. No fue fácil. El primer año no logró ganar ningún título, aunque el equipo fue de menos a más y goleó al Madrid en el Bernabéu con la magia de Aubameyang. El curso siguiente, gracias al impacto de las palancas, Xavi consiguió un equipo mucho más competitivo y levantó dos títulos: Supercopa y Liga. El oxígeno que le dio aquella Liga se evaporó muy rápido, en cuanto Xavi reclamó una mejora contractual y Laporta impuso la llegada de Deco a la dirección deportiva.
Jordi Cruyff, hijo del gran Johan, se bajó del barco de Laporta, decepcionado. Mateu Alemany hizo el amago de salir por lo mismo, todos sabían que llegaba Deco. Finalmente, decidió quedarse y ambos convivieron durante el verano de 2023. La tensión se palpaba en el ambiente y Laporta ejecutó el despido de Alemany, uno de los dirigentes mejor valorados de la estructura --como el CEO Ferran Reverter, que también fue ahuyentado por las formas grotescas del presidente-- porque no había lugar para dos gallos en el mismo gallinero. La confianza recaía sobre Deco, el autor de fichajes sospechosos como los de Raphinha y Vitor Roque. Ese cambio de estructura debilitó a Xavi, que de sentirse respaldado, pasó a sentirse constantemente examinado. No lo llevó bien y el 27 de enero de 2024, tras perder en Montjuïc contra el Villarreal, anunció su renuncia al cargo a final de temporada.
El circo de los horrores
Laporta aceptó su decisión y le permitió terminar la temporada. El presidente lo tenía muy fácil para prescindir de Xavi dado el desenlace final del curso: otra vez sin títulos, goleados en la mayoría de los partidos decisivos e incapaces de compensar la falta de resultados con un fútbol vistoso, alegre y competitivo. No había demasiados motivos técnicos que justificasen la continuidad de Xavi. Tan solo dos: el tan manido "no tenemos a nadie mejor" y su apuesta feroz por los jóvenes de la cantera. A ello se agarró el presidente el pasado 24 de abril, cuando revocó la decisión tomada en enero y confirmó la continuidad de Xavi porque era "la persona idónea" para liderar un proyecto en construcción y pleno crecimiento.
El esperpéntico circo de los horrores llegó tres semanas después, a raíz de unas declaraciones en la previa del Almería-Barça donde el técnico lanzó un discurso sorprendentemente realista. Laporta hizo gala de su indefinición natural, mostró su falta de liderazgo más latente y se dejó embaucar por diferentes presiones que le llevaron a retroceder en su cambiante decisión inicial.
Muerto sin saberlo
Lo bochornoso del espectáculo se acrecentó con las constantes filtraciones a la prensa, que se empeñaban en decapitar a Xavi. El técnico estaba muerto sin saberlo, y seguía dando la cara ante los medios, incrédulo, esperando unas explicaciones que no llegaban... hasta este viernes, en la previa de la final de la Champions Femenina, a dos días del último partido de la temporada y con el sucesor de Xavi, que será Hansi Flick, ya fichado de forma extraoficial. Otro amigo comisionista de Jan, Pini Zahavi, ha ganado la partida de las influencias. Ahora empieza el show de hacer congeniar el rigor germánico de Flick con el laissez faire de un Laporta cada día más desorientado que tiene la misión de arreglar un Barça en crisis.
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