Laporta ha vuelto a poner al entrenador del Barça a los pies de los caballos. El pasado miércoles se empezó a rumorear que el presidente tenía un enfado morrocotudo con su entrenador por las declaraciones que este último había hecho en la rueda de prensa previa al partido contra el Almería. En esa declaración Xavi explicó que no se puede fichar como hace 25 años y que los objetivos se marcarán en función de la planificación deportiva. Un mensaje tan crudo como realista que no gustó a Laporta. 

Al día siguiente el cabreo de Laporta fue publicado por diferentes medios sin que a Xavi se le advirtiera en ningún momento de este malestar. El entrenador pidió una reunión con el presidente para esclarecer cualquier malentendido, pero Laporta le dio largas y Xavi tuvo que afrontar las dos ruedas de prensa siguientes sabiendo que algo se está cociendo en los despachos del Camp Nou, a sus espaldas. 

 

Tras ganarle al Rayo Vallecano y cumplir el objetivo de la segunda plaza, todos se emplazaron a una reunión para la semana que viene, una vez haya acabado la Liga. Por lo tanto, el entrenador tendrá que capear el temporal una semana más, afrontando dos ruedas de prensa tortuosas mientras el presidente, con su silencio, alimenta un ambiente irrespirable para el técnico. 

 

La habilidad de Laporta para destrozar mitos del barcelonismo en esta segunda etapa es asombrosa. En su mochila carga con Messi, que vino a Barcelona a firmar la renovación y se fue con un gran aplauso del público. También se cargó la imagen de Koeman, al que le pidió una semana para buscar a alguien mejor que él. Entre otros, en las secciones despidió a Barrufet y Jasikevicius, dos de los deportistas más adorados del Palau.

 

Ahora el deporte nacional en can Barça es debilitar hasta límites insospechados la figura de Xavi, otra leyenda de la entidad. Es un auténtico sinsentido ratificar a tu técnico hace tres semanas en aras de la estabilidad y despedirlo ahora, que ha conseguido el objetivo de mínimos fijado durante el pacto del sushi, la segunda posición en la Liga.

 

Los últimos capítulos de un sainete para la historia son citar al entrenador para una reunión de trabajo de la comisión deportiva en la que se analizará el papel del equipo esta temporada. Le han montado un juicio sumarísimo con Rafa Yuste, Deco, Enric Masip, Joan Soler, Bojan Krkic y Alejandro Echevarría para decidir si debe seguir o no.

 

Mientras tanto, en el compás de espera de este vodevil, Deco y Bojan se fueron a ver la final de la Europa League entre Bayer Leverkusen y Atalanta. Hay quien dice que hicieron escala en Londres y se reunieron con Pini Zahavi, el agente de Hansi Flick, principal candidato a sustituir a Xavi. La respuesta del club de nuevo fue el silencio, gasolina para un ruido que silencia el escándalo de los avales. Hubo una época en la que las malas noticias se tapaban con fichajes. En la situación actual del club,la decrepitud se tapa con más desgracia.

 

Llegados a este punto, Xavi no puede seguir al mando de la nave. Si lo mantienen en el cargo, a la primera derrota de la pretemporada el proyecto se tambaleará. Los puñales internos ganarán a la estabilidad. Pero semejante papelón no solo dejará a Xavi sin banquillo. También deja a Laporta en la cuerda floja y con tres fotos para la historia: Messi llorando desconsolado porque tenía que abandonar el club, Koeman esperando una semana a que encontraran una alternativa mejor y Xavi despedido tres semanas después de ser ratificado. El presidente tiene su hat-trick particular: Messi, Koeman y Xavi, tres mitos puestos por el presidente a la altura del betún.