Alauda Ruiz de Azúa: "Hay una inercia social por la que los cuidados recaen sobre las mujeres"
La directora de 'Cinco lobitos' reflexiona sobre el éxito de su ópera prima y detalla cómo ha sido el rodaje
13 junio, 2022 00:00Alauda Ruíz de Azúa (Barakaldo, 1978) arrasa con sus Cinco lobitos. Lo hizo en los festivales de Berlín y de Málaga y ahora lo hace en taquilla. La película lleva semanas entre las más vistas en España y eso que la competencia de Marvel y Disney no se lo pone fácil.
Su propuesta se aleja mucho del mainstream, es lo contrario: una mirada personal de la maternidad que lejos de seguir los patrones del cine social respira naturalismo y verdad.
Maternidad y contexto
La cinta retrata la situación de Amaia que, tras dar a luz a su primera hija, siente que no sabe ser madre y se ve obligada a irse a casa de sus padres después de que su pareja se tenga que ir por trabajo. ¿Una película sobre la maternidad? No. Mucho más.
La precariedad laboral, la conciliación familiar, la relación madre-hija, las problemáticas de las madres cuando también son hijas... Todos estos temas se cuelan en este film sin ánimo moralista ni de denuncia, sino como retrato generacional y contextual de la vida actual.
¿El secreto del éxito?
La directora intenta no posicionarse al respecto. Coloca la cámara en el interior de un hogar y ofrece "una silla al espectador" y se cuele en esta realidad que, tal vez, vive pero no ve. Una rara avis bañada de los silencios que se dan en las familias en las que lo que de verdad importa, en ocasiones, pasa desapercibido.
En una época de escasez de público en las salas de cine, Cinco lobitos se ha convertido en la excepción, motivo por el cual Crónica Global habla con la realizadora para desentrañar si este es el camino o sólo un espejismo y qué tienen estas nuevas miradas que surgen en el panorama español que conquistan al mundo.
--Pregunta: ¿Cómo vive el éxito de 'Cinco lobitos'?
--Respuesta: Con mucha alegría, la verdad. Es una película muy personal, la primera que hago, nos ha costado cinco años levantarla. Que pase todo lo que ha pasado desde la Berlinale al estreno, pasando por Málaga y que encima funcione bien en taquilla es una maravilla.
--P: Habla de cinco años para levantar el film. ¿Es muy costoso sacar adelante una ópera prima?
--R: Levantar una película, en general, no es fácil y levantar una primera no diré casi imposible pero sí complicado. Una directora novel no deja de ser una apuesta. Nunca has hecho nada antes y tienes limitadas las opciones para sacarla adelante, han de confluir muchas cosas: hacerlo muy bien, en el momento adecuado, un poco de suerte...
--El proyecto además es muy personal, tanto es así que algunos hablan de autoficción, ¿cómo nació este proyecto y cuánto hay de verídico?
--Yo tengo mucho respeto por la autoficción, que trata de historias concretas de la persona que lo crea. Cinco lobitos no tiene tanta relación con una historia concreta que me haya ocurrido a mí. Sí es verdad que el desencadenante del guion fue mi primer año como madre con mi primer hijo. Este hecho cambió algunas cosas y también la visión que tenía sobre ciertos aspectos y empecé a tomar notas y fantasear con este personaje, una madre de mi generación a la que las circunstancias le obligan a vivir una vida muy similar a la de su madre, cómo afecta a las relaciones familiares. El desencadenante sí es autobiográfico pero no me ha ocurrido tal cual.
--Precisamente, la película tiene mucho de halo o reflejo generacional, sobre todo, de mujeres con una voluntad de cambio y ruptura con la anterior que se trunca. ¿Existe esa sensación?
--Quería hacer un retrato de ambas generaciones bastante realista. Se ve esa pareja joven que viven una situación no tan dramática pero que sufre inestabilidad laboral, esta precariedad e inestabilidad que nos acompañan y como afecta a la crianza y a la conciliación. Y hay inercias muy potentes que hace que el peaje de los cuidados caiga en ellas. Esa es una de las capas de la peli a retratar, sin ningún tipo de reivindicación o crítica sino con la voluntad de ser un reflejo de lo cotidiano.
--De hecho, una de las cosas que más se aplaude y destaca en su film es ese retrato de lo cotidiano de la maternidad, algo poco habitual.
--Es cierto, que cuando escribí la película no encontré tanto relato personal y cotidiano, pero esto está cambiando. Creo que hay una generación que hemos sentido la necesidad de hablar de esto desde otro sitio. Sí, lo echaba en falta y creo que es importante ver el contexto para ver qué consecuencias tiene este de puertas para adentro.
--Ese puertas para adentro, lo refleja a través de una puesta en escena, un cuidado en los planos del interior de la casa muy cuidados, desde unas puertas y ventanas entreabiertas que nos dejan ver. ¿Cómo ha trabajado esa puesta en escena?
--La película se construye en torno a interiores porque la idea era estar en la intimidad de los personajes, ver qué pasa en esa pareja, esa familia, esa relación madre-hija. De ahí que buena parte de la película se trabajara en el interior de las cosas. Por un lado, quería trabajar a favor del actor, que su trabajo fuera orgánico; y por otro, que el espectador se sintiera un testigo privilegiado, de ahí que la cámara se sitúe cerca de los protagonistas pero de forma respetuosa, a través de una puerta. Como si pusiéramos al espectador una silla allí y se sintiera especial.
--Otro trabajo con los actores es de los silencios fruto de la incomunicación entre las parejas y la familia.
--Eso ya no sé si es de ahora o de siempre. Me da la sensación de que en las familias y las parejas, no en todas, pero con las personas a las que tenemos más cariño o tenemos un vínculo más fuerte nos cuesta mucho hablar determinadas cosas. Supongo que es porque es más doloroso y te expones más y se producen esos silencios de los que hablas y se acaba hablando de cosas más banales y superficiales y hay un montón de cosas a resolver a nivel emocional.
--Otro detalle que se ve en esos interiores es el relato de una historia pocas veces abordado en el cine de la relación de las hijas con sus madres en la edad adulta. Madres, que a su vez son hijas.
--No sabría decir. Durante mucho tiempo el ámbito doméstico, donde ocurren los cuidados de niños y personas mayores y vulnerables estaban en un plano secundario en el cine y en la sociedad, como si no tuviera interés. Esto está cambiando, la profesión también y hay más relatos en torno a eso, que, por otra parte, es una parte bastante importante de cómo se construye cualquier familia o relación personal, el de los cuidados.
--Unos cuidados que parece que recaen sobre la mujer y que los hombres están más ausentes. Un hecho que sucede en la película también.
--Seguro que hay hombres que se encargan de los cuidados, pero las cifras están allí. Sólo hace falta salir a la calle o ir a un parque para ver que los cuidados mayoritariamente recaen sobre las mujeres. Deberíamos tener una conversación en términos de corresponsabilidad y ver por qué eso ocurre así, por qué existe esa inercia social y cultural por la que parece que los cuidados siempre recaen en ellas por diferentes motivos. Pertenece al ámbito femenino, parece, cuando todos deberían ser capaces.
--Este proceso de cambios, de miradas de estas generaciones, ¿se empieza a notar también en las últimas películas del cine español? ¿Hay un cambio de miradas y de voces?
--Sí tengo esa sensación de que hay un cambio generacional, de nuevas voces, temas y miradas pero no tiene un único patrón tampoco, hay diversidad. Han aparecido relatos, creadores y directoras y se siente ese cambio generacional, pero no hay una única etiqueta. En los presupuestos puede que todos nos podamos mover entre números parecidos, pero hay desde cine social, a lo íntimo, pasando por lo sexual, o la familia.
--En todo caso, este tipo de cine ha atraído a la gente a las salas de vuelta. Películas como la 'Cinco lobitos' o 'Alcarràs', llevan semanas en cartel y se mantienen entre las diez más vistas. ¿Este tipo de cine puede hacer recuperar la experiencia de acudir a las salas?
--Nos hemos encontrado un escenario postpandémico y lo cierto es que no se han recuperado los espectadores que había previos a la pandemia. Lo que sí ha pasado es que nos hemos encontrado este fenómeno tan bonito como es el boca a oreja. La gente responde muy bien a un tipo de cine que lo siente más cotidiano, que lo representa más, pueden verse en la pantalla o reconocer a gente. Tengo esperanza de que eso no se pierda. Creo que siempre sentiremos la necesidad de que alguien nos cuente y sentir esa conexión, sentirnos reflejados. Tenemos muchos creadores y creadoras con miradas propias y personales y se apuesta por este tipo de cine. Es el camino para hacer un cine diferencial.
--Lo que supone un golpe a ese cine español que tiene una voluntad más hollywoodiense.
--No lo sé. Como público, en cada momento dado te apetece una cosa y es estupendo que uno pueda vivir diferentes historias. Está muy bien el cine de entretenimiento, pero no debemos perder esa otra parte del cine que te remueve emocionalmente por dentro. Es tan bonita y tan gustosa como espectador...