Hitchcock: “Yo soy todas mis películas”
Cuarenta y un años después de su muerte, el maestro del suspense sigue sorprendiendo y fascinando al público e inspirando a directores; la editorial Blume recoge en un volumen toda la filmografía
31 octubre, 2021 00:00Hay un instante, en algunas secuencias de sus filmes, en el que aparece un curioso personaje, bien sentado en un autobús junto a un receloso Cary Grant y una jaula con un pájaro en Atrapa a un ladrón (1955); como invitado de Ingrid Bergman en Encadenados (1946) o saliendo con dos perros de una tienda de mascotas en Los pájaros (1963). Lo que comenzó siendo un asunto meramente práctico acabó convirtiéndose en el cameo más esperado y célebre del séptimo arte, además de seña de identidad de sus producciones. Hasta en 38 largometrajes apareció en persona esta “máquina publicitaria” en algún momento de sus tramas. “Me he convertido en un cuerpo de películas, no en un hombre; yo soy todas mis películas”, reconocía Alfred Hitchcock. En 1974, durante una entrevista con Andy Warhol, este le preguntó si sería algún día la estrella absoluta de alguna de sus cintas, a lo que el director respondió haciendo gala de su habitual sarcasmo: “Lo sugerí en una ocasión, hace ya años”.
Alfred Hitchcock nació en Londres en 1899. Durante cerca de seis décadas transformó el universo cinematográfico con un lenguaje audiovisual único, irrepetible y muy imitado. Desde el cine mudo en blanco y negro de sus primeros años en su Inglaterra natal hasta la época dorada de Hollywood ya convertido en una mediática estrella, Hitchcock. 57 películas y 20 episodios de televisión repasa, en sus más de 600 páginas, toda su filmografía con anécdotas, documentos, fotografías, secretos de rodaje o escenas míticas recopiladas y escritas por los expertos Bernard Benoliel, Gilles Esposito, Murielle Joudet y Jean-François Rauger.
Robert Capa y una “profanación flagrante”
Las páginas de esta suerte de enciclopedia hitchcockiana desvelan numerosas curiosidades de los rodajes. Por ejemplo, que la historia de amor de Grace Kelly y James Stewart en La ventana indiscreta (1954) está inspirada en la relación entre Robert Capa e Ingrid Bergman y que el famoso fotógrafo de Magnum realizó la foto fija de Encadenados con la actriz sueca y Cary Grant encabezando el reparto.
Su extensa filmografía está plaga de escenas inolvidables, auténticas obras maestras en sí mismas que, en ocasiones, supusieron un auténtico quebradero de cabeza para el director. La huida final de Cary Grant y Eva Marie Saint por el monte Rushmore en Con la muerte en los talones (1959) hubo que filmarla en estudio, sobre una recreación exacta a escala real del monumento, ante la negativa de las autoridades a permitir el rodaje en el escenario original, por considerarlo una “profanación flagrante”.
Una bailarina de estriptís
Muchos ríos de tinta han corrido sobre una de sus películas más taquilleras, Psicosis (1960), donde los 45 segundos más terroríficos de la historia del cine (el brutal asesinato de Janet Leigh) se rodaron en un decorado construido expresamente para la escena: una bañera con ducha y cuatro paredes móviles que permitían libremente los movimientos de cámara.
Una secuencia brutal en la que fue necesario “mantenerse dentro de los límites marcados por la censura y conservar el pudor de la actriz”. Para ello, algunos de los planos en los que la protagonista debía aparecer desnuda en realidad vemos a una bailarina de estriptís que no tuvo ningún reparo en aparecer ligera de ropa en el plató.
Hitchcock las prefería rubias
Mucho antes de que se acuñara el término de chica Bond o chica Almodóvar, el británico ya contaba con su propia troupe de féminas. Joan Fontaine, Tippi Hedren, Kim Novak, Julie Andrews, Marlene Dietrich, Doris Day, Ingrid Bergman y Grace Kelly interpretaron bajo sus órdenes papeles donde su patente vulnerabilidad se vestía con sofisticados diseños de Edith Head. Su fascinación por las rubias era innegable, especialmente por Grace Kelly, con la que trabajó en tres ocasiones. Por desgracia para Hitchcock, un auténtico príncipe azul se interpuso en su camino y la estrella hollywoodense cambió el plató por salones de palacio en los que interpretó, como ella misma dijo, “el papel de su vida”.
En varias ocasiones el director la tentó con proyectos como con El hombre que sabía demasiado (1956), pero la princesa lo rechazó. Algunos años más tarde, en 1962, fue ella la que se interesó por el papel protagonista de Marnie, la ladrona, pero fue tal el escándalo entre los monegascos al conocerse la noticia que tuvo que renunciar a él. Su alteza serenísima jamás volvió a pisar un escenario, pero vivió de película como una reina.
El idilio con Cary Grant
Si ella fue su musa más querida, la elegancia y elocuencia del carismático Cary Grant protagonizaron cuatro de sus mejores obras: Sospecha, Encadenados, Atrapa un ladrón y Con la muerte en los talones. De él reconoció que fue “el único actor al que siempre quiso en toda su vida” y eso que trabajó con intérpretes de la talla de James Stewart, Paul Newman y Sean Connery.
Hitchcock estuvo nominado hasta en cinco ocasiones como mejor director por la Academia, pero jamás se hizo con la estatuilla. Curioso para un director que sigue atrayendo y aterrorizando al público cuatro décadas después de su desaparición.