Felipe II, entre el fanatismo y la prudencia
El cine ha explotado poco la figura de este rey y de otros personajes de su época, aunque ello ayudaría a poner de relieve la realidad compleja y global de su reinado
31 octubre, 2021 00:00Pocas figuras históricas han suscitado una bipolaridad tan extrema como este rey. En su tiempo fue estigmatizado en buena parte de Europa y dentro de nuestro propio país como el paradigma de la oscuridad, el fanatismo y el despotismo parricida que, presuntamente, le llevaría a ordenar la muerte de su propio hijo, el príncipe Don Carlos. En el otro extremo ideológico, su figura ha sido reivindicada como la imagen de la prudencia, la convicción en la defensa de unos valores religiosos, la gran representación de la expansión cultural española del Siglo de Oro. En los últimos años, se ha intentado superar esta bipolaridad, revisando la figura de Felipe. Ahí están, sobre todo, los historiadores anglosajones (Pierson, Maltby, Parker, Thompson y Kamen) que han cuestionado todos los tópicos negativos sobre este personaje histórico. Últimamente, también el historiador español Enrique Martínez Ruiz ha aportado una imagen objetiva de este rey en sus diversas escalas, de hombre, rey y mito.
Si la literatura y el arte han explotado mucho la figura del rey Felipe II, el cine lo ha hecho poco. El cine europeo, siguiendo la pista de la llamada leyenda negra, sí abordó el personaje en tiempos de cine mudo en la película de Emmett Flynn (1923) en la que contraponía a Felipe con su hermanastro Juan de Austria. Ingleses y neerlandeses han buscado las huellas de Guillermo de Orange en las cintas de 1937, Fire over England, y 1934, Willem van Oranje. Ambas retratan a un Felipe frío y calculador, mezquino y déspota. En 1940 se produjo The Sea Hawk, dirigida por Michael Curtiz, en la que Felipe II era toda una avanzadilla del Führer. Sobre los moriscos en tiempos de este rey ha girado la película La batalla de los tres reyes (1990), una curiosa coproducción hispano-marroquí-ruso-turca.
El personaje que más atrajo la atención de la literatura en el reinado de Felipe II fue el de su hijo Don Carlos. Ya en 1633 se editó la obra de teatro de Ximénez de Enciso El príncipe Don Carlos o los celos en el caballo. Después, el abad de Saint-Réal redactó una novela sobre Don Carlos (1672), Alfieri escribió su obra de teatro en 1783 y Schiller editaría en 1787 el texto arquetípicamente romántico sobre el enfrentamiento del hijo liberal con el padre despótico. Ese sería el eje literario de la ópera de Verdi Don Carlo, estrenada en París en 1867. En los siglos XIX y XX en la novela y en el teatro se ha cultivado la figura de Don Carlos. Hasta el historiador Fernández Álvarez se atrevió a escribir en 1970 un drama sobre el hijo de Felipe que subtituló Un conflicto generacional del siglo XVI. También Serrano Poncela escribió El hombre de la cruz verde girando en torno al personaje.
Pues bien, en el cine nadie se ha acordado de construir una película con este personaje como protagonista. Solo se acerca a él El segundo poder (1976), de José María Forqué, basada precisamente en la novela de Serrano Poncela. La fascinación en España especialmente se ha focalizado en el personaje de Doña Ana de Mendoza, la princesa de Éboli, la llamada “mujer fatal” que como tal la calificó Gregorio Marañón. De la propia biografía de la princesa lo que más ha interesado es su papel en el asesinato de Escobedo, el secretario de Don Juan de Austria. La única película no española sobre este personaje fue la de Terence Young, con Olivia de Havilland de protagonista y basada en la novela Esa dama (1946), de Kate O’Brien. En España, a la Éboli se le han dedicado multitud de obras literarias, desde Antonio Gala a Almudena de Arteaga.
En el marco del cine sobre la Éboli trató un capítulo de la serie Mujeres insólitas (1977) con Marisa de Leza como protagonista. Pero, sobre todo, la Éboli fue protagonista de la película La conjura de El Escorial, dirigida por Antonio del Real, que abordaba el problema de las relaciones de Felipe II con la princesa. El rey, interpretado por Juanjo Puigcorbé, ofrece una imagen de hombre activo, inteligente y tranquilo. El eje de la cinta es el asesinato de Escobedo el lunes de Pascua de 1578. La Éboli es interpretada por Julia Ormond; Antonio Pérez, por Jason Isaacs, y el Duque de Alba está representado por Fabio Testi, mientras Jordi Mollá hacia del secretario Mateo Vázquez.
Curiosamente, fue Jordi Mollá el que interpretó a Felipe II en Elizabeth: la edad de oro (2007), con muy distinto perfil ideológico. Esta película, con Isabel de Inglaterra como protagonista, tuvo de actriz principal a Cate Blanchett. En la película son sublimados los personajes de los piratas Walter Raleigh y Francis Drake y el tema central es el fracaso español en la Armada Invencible. Drake fue el protagonista de la película italiana Il dominatore dei sette mari (1962), a la gloria de Inglaterra.
La televisión española ha vuelto sobre el personaje de la Éboli dedicándole una miniserie dirigida por Belén Macías, con Belén Rueda de personaje principal (2010). Hace de Felipe II Eduard Fernández y de Antonio Pérez, Hugo Silva. Tuvo notable éxito entre otras razones porque se trataba de un producto de buena calidad que recibió algún premio Goya. El parche lo luce Belén Rueda en el ojo izquierdo cuando en los retratos de la Éboli siempre se le ha representado con el ojo derecho tapado.
En cualquier caso, es increíble que tantos personajes históricos apasionantes del reinado de Felipe II (desde su propia mujer Isabel de Portugal al arzobispo Carranza pasando por Juan de Lanuza) hayan carecido de interés para el cine español, cuando ningún medio como el cine podría servir mejor a la causa de poner de relieve la realidad compleja y global del reinado de Felipe II.