Francisco Cabrillo, director del Centro de Análisis de la Sostenibilidad del Modelo Económico (CASME) de la Fundación Civismo

Francisco Cabrillo, director del Centro de Análisis de la Sostenibilidad del Modelo Económico (CASME) de la Fundación Civismo Cedida

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Cataluña mejora su índice de libertad económica pese al ahogo fiscal y la sobreregulación

El intervencionismo de la Generalitat aleja la comunidad del podio liderado por Madrid, según un estudio elaborado por la Fundación Civismo bajo la batuta de Francisco Cabrillo

29 enero, 2024 00:00

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Cataluña es hoy un poco más libre que hace unos años... aunque Madrid lo es mucho más. Según el último índice de libertad económica, elaborado por la Fundación Civismo bajo la batuta del economista Francisco Cabrillo, el acusado intervencionismo de la Generalitat, tanto en materia normativa como impositiva, perjudica la comunidad catalana en beneficio de otros territorios.

La reciente edición del índice, que analiza el peso del sector público así como las regulaciones de los principales sectores económicos, sitúa Cataluña en el séptimo lugar de la clasificación. De esta forma, la región escala cuatro puestos respecto a la anterior entrega del estudio, que en esta ocasión analiza 12 indicadores basándose en datos estadísticos previos al Covid.

Los lastres de Cataluña

En un entorno de federalismo competitivo, la sobreregulación y la presión fiscal pueden ahuyentar inversiones y dificultar el desenvolvimiento de los negocios en cada uno de los territorios que conforman España. Precisamente este es el mal que aqueja Cataluña y que, por el contrario, ha ayudado a impulsar la economía madrileña.

En conversación con Crónica Global, Cabrillo recuerda que "Cataluña normalmente ha presentado una posición media en este índice". "Como región potente saca buenos resultados en variables como el peso del sector público frente al sector privado. No es para nada una región con un sector público cada vez más fuerte como Castilla-La Mancha o Asturias. Pero a la vez Cataluña es una región muy reglamentista", explica el catedrático que también ocupa la dirección del Centro de Análisis de la Sostenibilidad del Modelo Económico (CASME) del think tank.

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Voracidad fiscal

En sectores como el comercio, el medio ambiente, la movilidad y la vivienda, el intervencionismo del gobierno autonómico se hace patente. En el caso de la regulación verde, una de las piedras de toque de la Generalitat, Cataluña ocupa el furgón de cola del ránquing. Esto es, se posiciona como la comunidad más entrometida en el desarrollo empresarial.

Tampoco es un ejemplo en materia impositiva. Ni respecto a los tipos efectivos, que se encuentran en la franja alta de las autonomías, ni respecto al esfuerzo fiscal. En 2019, Cataluña recaudó aproximadamente 23.400 millones de euros, de los cuales el 50% de los ingresos correspondieron a impuestos indirectos.

El ejemplo de Madrid

Y eso que la monografía de la Fundación Civismo solo tiene en cuenta figuras como el IRPF, Sucesiones y Donaciones, Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados y Patrimonio, dejando al margen los tributos propios en los cuales Cataluña aventaja al resto de regiones. Si se tuvieran en cuenta estas gavelas adicionales, la posición de Cataluña empeoraría aún más, como reconoce el especialista.

Este régimen fiscal desfavorable contrasta con el de la comunidad de Madrid. En las simulaciones realizadas de supuestos prácticos para el presente índice, Madrid muestra el escenario más provechoso para los contribuyentes. Por otro lado, Cabrillo desecha las explicaciones facilonas sobre la prosperidad madrileña al efecto capital, que incluso tiene "efectos positivos sobre el conjunto de España porque de lo contrario el interior del país sería un desierto".

Impuestos altos, ¿seguro?

Por otro lado, el economista carga contra la falsa correlación entre impuestos altos y mejores servicios públicos. "El gasto público debe estar ligado al ingreso. El problema es que si uno eleva los impuestos está reduciendo la actividad económica y, al final, obtienes menos recursos para sufragar esos servicios. Hay que tener mucho cuidado. La idea de que hay una base estable y que sobre esa base se puede gravar al 10% o 15% sin consecuencias no es cierta, porque esa base no se mantendrá igual", argumenta.

Cabrillo también carga contra otro mito que vincula la salida de la pobreza con una fiscalidad elevada. "Hay la idea de que como somos más pobres, necesitamos subir más los impuestos para financiar los servicios. Pero el resultado de esto es un círculo vicioso del que no se puede salir. Si Extremadura tiene impuestos más altos que Madrid la siguiente pregunta es: ¿quién va a querer invertir en Extremadura?". Veremos si en el próximo índice cunde el ejemplo.