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Óscar Fanjul mece la cuna de Alicia y crea paraísos en la sombra

14 octubre, 2023 23:54

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Siendo pintor de Corte, Federico de Madrazo retrató a Eugenia de Montijo y a Sissi emperatriz, y utilizó dos metros por dos de tela en el retrato de Josefa del Águila Ceballos. Esta última obra entró hace dos años en el Museo del Prado, gracias a la donación de Alicia Koplowitz, una mujer nacida entre algodones y sábanas de Holanda. Perdiendo dinero, Alicia ha devuelto al Estado una pieza del genuino representante del entronque Fortuny-Madrazo, marca del arte español en el ochocientos.

Koplowitz es la accionista de Omega Capital, su sociedad patrimonial, gestionada por Óscar Fanjul, el economista que fundó Repsol y reformuló el Instituto Nacional de Hidrocarburos (INH). Él enhebró un proceso de concentración empresarial dentro del sector público de la energía con el objetivo de privatizar los negocios de Estado. Fusionó Repsol y Gas Natural (la actual Naturgy) y abandonó la primera línea para confeccionar paraísos en la sombra. Desde entonces, dirige las inversiones de Omega en calidad de vicepresidente; y en los últimos años ha diseñado la invisibilidad tributaria de Ferrovial, la empresa de Rafael del Pino Calvo-Sotelo, corazón de la endogamia hereditaria y puesto de honor en la lista de Forbes.

El presidente de Ferrrovial, Rafael del Pino (dcha.), y el consejero delegado, Ignacio Madridejos, en la junta de accionistas que aprobó el traslado a Países Bajos / EP

El presidente de Ferrrovial, Rafael del Pino (dcha.), y el consejero delegado, Ignacio Madridejos, en la junta de accionistas que aprobó el traslado a Países Bajos / EP

Estudió de joven en el Tecnológico de Massachussets y en Harvard, y en su caso llegó muy pronto el momento de correr los visillos de la fama. Metido en la creación de la gran compañía energética, en los años noventa, tuvo que vencer la oposición a su proyecto presentada por parte de Pere Duran Farell, fundador de Gas Natural.

Aquel fue un duelo de florines sin desenfundar: Fanjul pertenecía a la aristocracia financiera afín a Felipe González y a sus líderes económicos, como los exministros Boyer y Solchaga, surgidos de las estructuras del Banco de España, donde crecieron Pepe Barea y Luis Ángel Rojo. Por su parte, Duran, el ingeniero catalán, había creado la primera central nuclear de España y dirigía desde Corporación Catalana la cuota territorial de Hidroeléctrica y la gran distribuidora de gas; importaba todo el gas natural utilizado entonces en España, se despegada de empresas como la Maquinista Terrestre y Marítima y era cabeza de puente del primer desembarco japonés en España, a través de Kao Corporation. En aquella disputa, Fanjul fue la mano pública del Estado frente al poder nacionalista en el mapa eléctrico y gasista catalán.

Recorría casi a diario la actual milla de oro que une el Retiro con el somontano en la plaza de la Lealtad; en el distrito financiero de Madrid, se cruzaba con los altos cargos de la banca y de las empresas de referencia.

Fanjul es un capitalino desprovisto del toque madrileñista, hijo de republicanos, nacido en Chile y regresado del exilio en 1960 para hacer el bachillerato en el Colegio del Pilar y, a continuación, licenciarse en la Complutense. Tuvo la oportunidad de estudiar macro en las élites académicas de EEUU. Fue un minesoto del enfoque analítico de la demanda, impartida en Harvard, símbolo del agua salada, frente a la economía de la oferta en universidades, como Chicago o Minneapolis, ubicadas en la zona de los Grandes Lagos, el agua dulce de Milton Friedman.

Desenfunda con aceleración discreta; Fanjul perteneció a una lista de sabios que empieza en Andreu Mas-Colell, pasa por Alfred Pastor, circunda la Econometric Society de Xavier Vives y desemboca en Sala Martín, el profesor de Columbia que condicionó las inversiones de China a la existencia de una Cataluña, sujeto de derecho internacional.

Andreu Mas-Colell en la reunión anual del Círculo de Economía en Barcelona

Andreu Mas-Colell en la reunión anual del Círculo de Economía en Barcelona

El contrincante de Fanjul en el despegue energético español, Duran Farell, actuó de bisagra territorial entre Felipe González y Jordi Pujol; contribuyó a los pactos de 1993 y aceptó a regañadientes el paso siguiente entre Aznar y Pujol, en 1996. Aquel mismo año, Fanjul pasaba a segundo plano y la presidencia de Repsol era ocupada por Alfonso Cortina por iniciativa del Gobierno conservador. Fue una baja muy sensible en el penúltimo cambio de turno de las “100 familias que mandan”, en palabras de Ramón Tamames (Estructura económica; Alianza).

Mientras la derecha tomaba el control en España, la ciudadela catalana resistía en manos de empresarios europeístas como Colomer, Ferrer-Salat, Antoni Negre, Lara Bosch, Delgado, Molins, Bassat, García Nieto, Tusquets y Rodés, una melange de energía, química, cemento, siderurgia, edición, finanzas y la entonces emergente economía digital. La clase dirigente del final del siglo pasado copó instituciones como el Círculo de Economía, Foment del Treball o las cámaras de comercio; y de forma paralela impulsó a entidades del entramado civil, como el Ecuestre o el Círculo del Liceu, que habían sido el nido de la lana, el algodón y las finanzas durante la hegemonía de los Valls Taberner, Garí, Arnús, Juncadella, Lacambra y Villalonga.

Fanjul jugó la carta de Gas Madrid para fortalecer a Repsol en los años en los que, en Barcelona, una ola de cambios casi imperceptibles, pero muy profundos, relevaba a los Samaranch, Daurella, Arnús Garí, Güell de Sentmenat y Cuatrecasas, entre otros, a caballo entre el pasado y la Transición.

La ciudad dejó de crecer por la alta Diagonal de los Güell y los Muntadas Prim para concentrar su expansión en el Maresme. El Puerto Balís de Llavaneres renovó los yates del vetusto Masnou y los bonsáis del jardín de Duran Farell, en Premià, se erigieron compitiendo con el Jardín Botánico de Santa Clotilde de Lloret, un encargo remoto del marqués de Roviralta al paisajista Nicolau Maria Rubió. El zen japonés trataba de imponer su ley en la economía y la ornamentación, superando el orden neoclásico de los tilos y la hiedra, acompañados de conjuntos escultóricos. El Eixample de Francesc Folguera y Tecla Sala o la vía Laietana de Cambó representaban el pasado canónico del diseño sobre la piedra, mientras que los cinturones abiertos en los Juegos del 92 pronto quedaron camuflados bajo el urbanismo táctico de los últimos años.

“Las leyes de la conciencia no nacen de la naturaleza, sino de la costumbre”, escribió Montaigne en los Ensayos (Galaxia Gutenberg). Pues bien, Fanjul ha unido la estrategia y la costumbre; rige el timón desde sus comienzos. Su familia perteneció al bando perdedor de la Guerra Civil, pero él apostó por ser un ganador. Sus abuelos huyeron de España y embarcaron en La Rochelle a bordo del Winnipeg rumbo a América, horrorizados por el pacto germano-soviético que unió a Hitler con Stalin, antes de la segunda gran guerra.

El experto economista no ha perdido un minuto; aprovecha todas las oportunidades; se siente un apasionado de los mercados que retribuyen racionalmente y ha sido un ideólogo de hacer compatible la vida con la baja tributación. Él es el nederlandista fiscal que diseñó la instalación de la sede corporativa de Ferrovial en Países Bajos, donde los beneficios empresariales apenas tributan, un espacio ya conquistado por Omega antes de la separación de los negocios entre las hermanas Koplowitz (Esther y Alicia), cuando todavía eran accionistas hegemónicas en Fomento de Construcciones y Contratas, la FOCSA catalana de Pacote Mas-Sardà, Piera y los Villalonga.

La empresaria Alicia Koplowitz / EP

La empresaria Alicia Koplowitz / EP

La Ferrovial de Rafael del Pino conoció, a través de Fanjul, el eficiente offshore del conjunto de las islas coloniales de Aruba, Curazao y San Martín, vinculadas a Ámsterdam; invitó al economista al consejo de administración de la constructora, en 2015, como vocal independiente. Y, cinco años después, le nombró vicepresidente al reconocer en él su destreza en el arte de crecer y alimentar a la propiedad sin caerse del caballo. Buena mano y vista de lince.

Lo sabe bien Alicia Koplowitz, la mecenas con identidad construida y miembro de la Real Academia de Arte de San Fernando, en la que fue nombrada gracias a los académicos correspondientes, Rafael Moneo y Calvo Serraller. En todo caso, su Madrazo en cuestión no puede compararse con las piezas mayúsculas de su propia colección privada, como los Modigliani o las vírgenes de Zurbarán.

En la misma colección, revela un experto, están incluidos un lote de Delacroix y el autorretrato de Edgar Ravenswood, el protagonista de la novela de Walter Scott Lucía de Lammermoor, un drama trágico de la ópera con música de Gaetano Donizetti, un compositor de huella profunda en el Liceu de Barcelona. ¿Quién dijo que la economía y el arte no van de la mano? Los mercados periféricos, que no se limitan a calcular su honda a partir del ebitda recurrente, son la mejor senda complementaria en el camino del éxito.