La parte variable de las hipotecas se multiplicará por ocho en el cierre del año

Esta circunstancia está motivada por el hecho de que en el último mes del año se prevé que se dé la mayor diferencia entre el tipo medio del euríbor, la referencia para la mayoría de este tipo de préstamos, y el que registraba doce meses atrás.

Del 0,5% al 4%

Las previsiones apuntan a que el indicador concluirá diciembre con un tipo medio del 3%, que contrasta con el -0,502% que marcó en el último mes de 2021. Una diferencia de 350 puntos básicos, la mayor de las que se ha dado a largo de 2022 en las sucesivas depreciaciones de los préstamos.

El tipo medio que soportan las hipotecas variables en España se aproxima al que resulta de sumar al euríbor un tipo fijo del 1%. De esta forma, los intereses de un crédito de este tipo darán un salto hasta el 4%, frente al exiguo 0,5% que soportaban al cierre de 2021.

Para hacerse una idea de lo abrupto que ha sido el movimiento a lo largo del año, cabe recordar que al cierre del primer trimestre el euríbor, que aun se movía en terreno negativo, marcaba una diferencia de poco más de 70 puntos básicos respecto al tipo medio de marzo de 2021. 

Por entonces, la invasión rusa de Ucrania cumplía poco más de un mes y aunque ya había generado mayores tensiones inflacionistas de las que ya de por sí soportaban las principales economías, las previsiones de un conflicto bélico corto impedía que, por entonces, se encendieran las alarmas.

Subidas de tipos inéditas

Lo cierto es que casi nueve meses después del inicio de las hostilidades la guerra continúa, los precios energéticos han disparado la inflación a niveles no vistos en las últimas cuatro décadas y los principales bancos centrales han tenido que responder con celeridad para tratar de que sus objetivos no se alejen hasta cotas casi irreversibles. 

Desde su creación en 1999, el BCE nunca se había visto obligado a subir los tipos de interés de una vez más allá de medio punto. Hace unas semanas ejecutó la que fue su segunda alza consecutiva de 75 puntos básicos, que apenas tuvo repercusión en los mercados porque su impacto estaba ya más que descontado. 

Previsiones desbordadas

Después de seis años consecutivos en terreno negativo, el euríbor se ha dado la vuelta por completo a sus cotas más elevadas en más de diez años, lo que ha hecho que sus diferenciales de doce meses se hayan disparado de los apenas tres puntos básicos en enero hasta los cerca de 350 que alcanzará en diciembre.

La evolución del indicador ha sorprendido incluso a las propias entidades financieras, que esperaban un alza mucho más moderada del tipo de referencia hipotecario. Incluso bien entrado el primer trimestre de este año, las estimaciones de la banca apuntaban a que el euríbor cerraría el año en torno al 0,5%.

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Más a tipo fijo

Los más afectados por esta evolución son aquellos tenedores de hipotecas a tipo variable firmadas en los últimos años, a partir de 2018, dado que en los primeros ejercicios de amortización se concentra el grueso en el pago de intereses.

No obstante, los ejecutivos de los principales bancos coincidieron en señalar durante la presentación de los resultados del tercer trimestre que el peso de las hipotecas variables en su cartera se había reducido considerablemente, dado que en los últimos años los clientes ha contratado de forma masiva préstamos a tipo fijo; además, también se han registrado numerosos traspasos a esta modalidad desde la de tipo variable. 

La banca adapta precios

En cualquier caso, la abrupta subida del euríbor ha hecho reaccionar a las entidades financieras, que han procedido a revisar al alza los precios de sus hipotecas a tipo fijo, en torno al 4%, que se asemeja a lo que deberá pagar de media un hipotecado a tipo variable con la actual evolución del mercado.

La subida repentina de costes ha hecho que el sector negocie con el Gobierno la adopción de posibles medidas, al margen del ya existente código de buenas prácticas, para ayudar a los colectivos más vulnerables a afrontar el pago de sus préstamos, dado que la fulgurante subida, junto a los efectos de la inflación, podría derivar en una oleada de impagos.