Pugna entre los Raventós por los efectos de la venta de Codorníu
Carlyle toma el control del grupo vitivinícola en plena división familiar por la venta a un tercero y los costes que ha implicado
3 noviembre, 2018 00:00Carlyle se ha convertido en el dueño oficial de Codorníu. Esta semana, justo antes del puente de Todos los Santos, su filial Bubble ha adquirido el 68% de la matriz Unideco tras conseguir el visto bueno de los reguladores de la competencia. Alex Wagenberg, el director de la multinacional en Europa, ha asumido la presidencia de la vitivinícola y el nuevo consejo de administración ya está en marcha. Alberto de Carandini Raventós, Marc Ferran Claraso y Rosa Maria Lamuela Raventós se sentarán en el nuevo órgano directivo, que echa a andar en plena pugna entre los herederos de las bodegas, los Raventós.
El enfrentamiento entre los dos bloques de la familia salió a escena en la junta de accionistas de Unideco que se celebró el lunes pasado, indican fuentes empresariales. El problema de fondo es que no había unanimidad en iniciar la operación. Los Raventós más vinculados con la gestión diaria de la compañía apostaban por mantener la gestión de las bodegas centenarias, mientras que los familiares que sólo mantenías las acciones preferían hacer caja con sus respectivas participaciones.
Raventós, Pagés y Ferrer Urrutia
Javier Pagés y Mar Raventós, director ejecutivo y presidenta de Codorníu, que ha sido comprada por un fondo estadounidense / CG
Los más reacios a la venta a Carlyle fueron la antecesora de Wagenberg en el cargo, Mar Raventós (Raventós-Chalbaud); el aún director general, Javier Pagés (Pagés Raventós); y los Ferrer Urrutia. Su plan para mejorar el reparto de dividendos en la empresa pasaba por buscar a un socio minoritario e incorporarlo en Codorníu. Esta estrategia les permitía mantener una posición de control en la vitivinícola.
Para ello contrataron a AZ Capital, un banco de inversión con una presencia destacada en Cataluña, ya que suele asesorar a Caixabank y Criteria en las grandes operaciones que emprende el grupo financiero. Los asesores liderados por Jorge Lucaya no han conseguido una alternativa a la operación de Carlyle, pero sí que han mejorado de forma sustancial el desembolso económico de la multinacional estadounidense.
Factura de AZ Capital
La oferta inicial del fondo de inversión era pagar unos 220 millones de euros por la toma de control de Codorníu. Tras un primer rechazo de la familia, intentó convencer a todos los Raventós de que se trataba de la mejor salida para el futuro de la compañía con 270 millones sobre la mesa. Esa iniciativa tampoco prosperó y tuvo que elevar finalmente la valoración del grupo hasta los 300 millones de euros.
Jorge Lucaya (centro) posa con su equipo en la oficina de AZ Capital
AZ Capital se apunta este éxito y ha girado una factura a Codorníu que así lo refleja. Se eleva a los 2,4 millones de euros, tal y como ha publicado La Vanguardia. Esta cifra ha generado otra brecha en la familia, ya que los accionistas que estaban dispuestos a vender en un primer momento consideran que la debe abonar el equipo gestor saliente. Es decir, el que contrató la asesoría del banco de inversión.
Deberes para Carlyle
La junta de Unideco no tomó ninguna decisión al respecto. Se limitó a apuntar la petición de que la nueva propiedad de Codorníu negocie cómo se va a pagar a AZ Capital, cuestión que los mismos interlocutores señalan que tiene todos los números de no prosperar. Se da por sentado que Carlyle abonará la factura e intentará eludir la nueva polémica en la empresa familiar más antigua del país.
Otros interlocutores de Codorníu señalan que el equipo de Wagenberg ya ha hecho acto de presencia esta semana en la sede histórica de la compañía, en Sant Sadurní d’Anoia (Barcelona). En los próximos días se espera que hagan públicos los detalles sobre la nueva hoja de ruta que se seguirá en el grupo y los posibles cambios que se esperan en la cúpula y en la dirección intermedia, ya que se da por sentado el aterrizaje de algunos ejecutivos de la multinacional.
También deberá resolver la petición del comité de empresa de Codorníu, en el que CCOO tiene mayoría. Los sindicalistas ya han solicitado un primer encuentro con el nuevo presidente en el que le piden garantías de empleo y un plan industrial que garantice el futuro de la empresa. La plantilla de la vitivinícola y sus filiales alcanza las 500 personas.