La fiscalía, implacable con Los Manolos: pide 240 años de cárcel para el clan de La Mina
El ministerio público solicita penas que oscilan entre 1 y 22 años de prisión para los líderes de la banda y sus adláteres
19 agosto, 2023 23:30Noticias relacionadas
El juicio a 29 miembros del clan de Los Manolos por los delitos de pertenencia a organización criminal, tráfico de drogas y posesión de armas ha llegado a su fin con la lectura de las conclusiones definitivas de la fiscalía. La representante del ministerio público, que durante un mes interrogó con preguntas incisivas a peritos y testigos, no ha modificado ni un ápice de la petición inicial de la condena y ha solicitado para ellos un total de 240 años de cárcel.
En su escrito, al que ha tenido acceso Crónica Global, la fiscal sostiene que el clan de Los Manolos, asentado en el convulso barrio de La Mina de Sant Adrià de Besòs (Barcelona), operó como un “colectivo criminal” entre octubre de 2019 y julio de 2020. Esta banda, continúa, estaba formada en su mayoría por miembros de la misma familia que, bajo las directrices de los patriarcas, el tío Lolo (Manuel S. A.) y el tío Pijón (Juan A. M.), cultivaban y distribuían marihuana, además de otros ilícitos.
Los clanes rivales, desterrados
Si bien el grupo no se regía por una estructura rígida, ambos procesados, continúa el Ministerio Fiscal, ostentaban un lugar de relevancia dentro del entramado criminal. Era, precisamente, “su superioridad sobre los restantes miembros, que obedecían sus órdenes y seguían sus indicaciones”, la que mantenía la cohesión y su estatus frente a otros clanes antagónicos. De hecho, eran ellos quienes pergeñaban los ataques armados hacia otras familias, a quienes llegaron a obligar a cerrar sus negocios y enviaron al destierro.
En un escalafón por debajo de tío Lolo y tío Pijón la fiscalía sitúa a los hermanos del primero: tío Antonio (Antonio S. A.), tío José (José S. A.) y tío Miguel (Miguel S. A.), quienes dedicaban sus esfuerzos a instalar las plantaciones indoor de marihuana en pisos de su propiedad o controlados por ellos. A continuación, pero con un “especial protagonismo criminal” en tanto en cuanto eran hijos del tío Lolo, la fiscal coloca a Manuel y Lisardo S. B. --alias Curro y Moño--, que tenían bajo su control a un gran número de miembros que obedecían sus indicaciones en lo referente al cultivo y vigilancia de la marihuana. En el nivel más bajo se encontraban los jardineros y electricistas que, “a cambio de un sueldo”, y bajo el férreo control de la cúpula, se ocupaban de las tareas más ingratas, como el cuidado de las plantas y la instalación de las reactancias.
El dominio de La Mina
Así se evidenció durante una de las sesiones del juicio, celebrado en el auditorio de la Ciudad de la Justicia de Barcelona, en la que los agentes de la Unidad de Investigación de Badalona y de la División de Investigación Criminal (DIC) de los Mossos d’Esquadra desgranaron, a preguntas de la fiscalía, los archivos localizados en los terminales móviles incautados a los sospechosos durante los registros.
Uno de los vídeos recuperados, que evidencia “el dominio del clan de Los Manolos en el barrio de La Mina”, lo protagoniza Lisardo S. B., hijo del tío Lolo. En las imágenes aparece en el interior de su BMW acompañado de dos personas. Al otro lado de la ventanilla, abierta, se ve a un viejo conocido de la policía catalana por sus vínculos con el tráfico de drogas. El hijo del patriarca le ordena que vaya a buscar un coche y se lo deje en un conocido bar cercano. Aunque el interpelado no se niega, Lisardo saca una navaja de gran tamaño y comienza a hacer “un traqueteo muy intimidante”. “Si no lo haces, te cortaré un dedo”, lo amenaza. El otro, nervioso, se trastabilla y solo alcanza a pronunciar: “¿Cuándo he dejado de hacer lo que tú me has dicho?”. “Nunca”, responde Lisardo.
Implicados en un tiroteo
Tanto él como su hermano, sostiene la fiscalía, protagonizaban “conductas muy violentas” contra miembros de clanes rivales con el objetivo de mantener la hegemonía en el barrio. Uno de ellos, un tiroteo, tuvo lugar el 15 de febrero de 2020 en la calle Concili de Trento de Barcelona contra los Perrulas, el clan de los Portugueses. Los Mossos d’Esquadra aseguraron durante el juicio que los hijos del tío Lolo participaron en estos hechos. Se basan, entre otras evidencias, en un vídeo grabado por el tío José de un cónclave celebrado pocas horas después del suceso en el que el tío Lolo preside la mesa en torno a la cual aparecen sentados varios de los procesados.
El patriarca se dirige visiblemente molesto a sus hijos, Manuel y Lisardo S. B., y con relación al fuego cruzado con el clan antagónico les pide que “apechuguen” con las consecuencias. En las imágenes se ve a Lisardo herido, con un vendaje en una pierna que los médicos de urgencias del Hospital del Mar le colocaron la noche de autos, tras acudir poco después de la hora en la que se registró el tiroteo con los Portugueses bajo el pretexto de que se había caído de un patinete.
Armas, incluso de guerra
Para desafiar a los clanes antagónicos, añade la fiscalía, los hijos del tío Lolo se servían de “todo tipo de armas”, una de ellas de guerra. Sabedores de la gravedad que acarrea su posesión, añade, se valían de otros miembros del clan para ocultarlas en sus domicilios.
De hecho, la dorada de Lisardo S. B., una pistola semiautomática de fabricación checa, fue hallada en el domicilio de una joven con la que mantenía una relación durante los registros efectuados por los Mossos d’Esquadra. También se recuperó una AK-47, un rifle de asalto, en la casa de otra mujer con la que los miembros tenían lazos familiares.
Medio millón al trimestre
Además de al cultivo y venta marihuana, que los Mossos d’Esquadra sostienen que llegaron a mover a escala internacional de la mano de Manuel A. B., que actuaba como intermediario entre productores y grandes narcos, parte de este grupo también se dedicaba al menudeo de cocaína y heroína. Solo del negocio de cannabis se estima que ingresaban un beneficio trimestral de 200.000 euros, unas ganancias que ascendían a más de medio millón al trimestre con su venta al menudeo.
Lejos de esconderse, a Los Manolos les gustaba hacer ostentación del dinero que amasaban con la venta de la marihuana. La vanidad de algunos de sus miembros los arrastraba a fotografiarse con fajos de billetes que, según la policía catalana, “casi con total seguridad”, procedían del narcotráfico. Sin embargo, para disimular el origen criminal de los inmuebles adquiridos con dinero negro, afirma la fiscalía, se valían de testaferros. También lavaron dinero negro con la compra de varios vehículos. Así lograron blanquear, al menos, 143.400 euros de procedencia ilícita.
Por todo ello, en la última sesión de un juicio que ha quedado visto para sentencia, la fiscalía ha pedido para los 29 miembros del clan --entre los que figuran adláteres de los miembros y consortes-- un total de 240 años de cárcel. Las penas oscilan entre el año de prisión, para los miembros en el escalafón más bajo del grupo criminal, y los 22 y 16 años de cárcel que solicita para Manuel y Lisardo S. B., los hijos del tío Lolo. Para este último, pide seis años de cárcel, dos menos que para el tío Pijón.