Primeras planas

Ada es facha y otro éxito de Los Jordis

Las matemáticas no engañan. El independentismo manifestante pierde más peso que volumen. Sabino Méndez retrata a Sànchez y Cuixart. El factor Trapero

12 septiembre, 2017 09:44

Mucha toma aérea, pero poco entusiasmo es lo que hay en la prensa soberanista. Después de subir seis veces el Everest sin oxígeno, en calzoncillos y a la pata coja (Kilian Jornet style), la hazaña empieza a resultar no sólo reiterativa sino relativa. Luego están las matemáticas aplicadas mediante las que se constata que 1.800.000 personas son ochocientas mil más que un millón, que a su vez son quinientos mil más que la mitad. En conclusión, la última Diada, la gran Liada, la madre de todas las manifestaciones estuvo bien, mucha peña en Can Pixapins, los de las tierras del Ebro, cerca de la plaza de España, y los de Sant Feliu de Guixols, en el lado Besós de Aragón. Magnífica organización, aunque se detectan ciertos síntomas de cansancio. Muchas horas del pie, al sol, y eso de llevar una camiseta para antes y otra para el momento pancarta se cumplió de aquella manera porque hacía calor y porque la desobediencia es lo que tiene.

No es escaso mérito llenar dos o tres veces el Camp Nou para ver la reposición del A punt, Ara és l'hora, Aquest any segur, Volem votar, etc, etc. El objetivo es el 1 de octubre, pero hay indicios de que se trata de una meta volante. Sostiene el presidente Carles Puigdemont que todo está dispuesto para votar como siempre, pero los munícipes de L'Hospitalet, Santa Coloma, Lérida, Tarragona ya han manifestado que no cederán locales para el referéndum. Ada Colau se lo está pensando. Por las mañanas se levanta partidaria de la participación, pero a la tarde le sobreviene un no se sabe qué que la vuelve rigorista y responsable. Ayer mismo se alivió de asistir a la manifestación probablemente para que no le comieran más la oreja. Ya dicen que Ada es una facha. En Forocoches llaman a los manifestantes "pantumakers". Y Assange sigue demostrando sus profundos conocimientos sobre la geoestrategia ibérica. Se refiere al líder del PSOE como Pancho Sánchez en otro celebrado trino.

La fatua de Puigdemont de "mirar a los ojos" a los alcaldes no ha sentado bien en el mundo municipal metropolitano, que no se esperaba de un político que lanzase a la turba contra los colegas. Se llama populismo y es tendencia desde mucho antes de que pedecatos y republicanos a las órdenes de la CUP reventaran el Parlament.

Más o menos la pelota está hoy en el tejado de Mariano, de quien se espera mucho, tal vez demasiado. La mayoría de la mayoría silenciosa ansía una réplica que sobrepase la tradicional languidez monclovita, pero no está en la naturaleza de Rajoy llevar a cabo grandes alardes. Con un empate a uno en Cataluña ya le vale por aquello del valor doble de los goles fuera de casa. Los movimientos de la brigada acorazada Aranzadi son complejos. La logística de una campaña judicial no es fácil. Para empezar a hablar habrá que ver de qué va el Mayor Trapero, citado hoy en Fiscalía.

Así es que la Diada no cambia nada. Comienza el cole, llueve en Barcelona y tráfico denso. También se reúne el Tribunal Constitucional para analizar la ley de transitoriedad jurídica y fundacional republicana, que al parecer es la obra cumbre de su excolega Carles Viver Pi-Sunyer. No es previsible que haya discrepancias sobre semejante truño legislativo.

elpais.200

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Día grande en las secciones de opinión. En El País, Félix Ovejero firma una tribuna sobre la naturaleza, composición y deriva nacionalista: "El problema catalán inmediato es otro: una sociedad rota. Pero no porque sí. La brecha es la ajustada aplicación de un proyecto que asume la exclusión como principio regulador. Basta con examinar el léxico arrojado a diario al discrepante, cualquiera: sucursalista, botifler, anticatalán, españolista, traidor. El campo semántico resulta claro: no eres conciudadano sino extranjero. Desde esa perspectiva, se ilumina lo sucedido este tiempo: las banderas de parte que señorean las instituciones de todos; los señalamientos y el temor a ser señalados; el acoso a las familias que reclaman educación bilingüe; los linchamientos a periodistas; la intimidación en las universidades. El desprecio a los procedimientos parlamentarios no fue un circunstancial calentón, sino una implicación de un nacionalismo que se presenta como “el pueblo catalán”. Forcadell lo dijo en su día: PP y Ciudadanos son extranjeros. Y al extranjero, en el Parlamento, no se le deja hablar. No es que el nacionalismo, de pronto, se comporte mal. El mal está en su naturaleza".

También aborda el tema Félix de Azúa en artículo para el mismo medio. Se trata de un ajuste de cuentas con los teóricos del suflé: "Lo malo de ser una Casandra es que siempre llevas razón. Sobre el asunto catalán un puñado de casandras, a cuyo frente se encuentra el superhéroe Fernando Savater, hemos abrumado a los lectores de diarios advirtiendo una y otra vez en los últimos 10 años sobre lo que se avecinaba. Recibimos la rechifla de los socialistas listillos, el escarnio del fascio catalán, alguna agresión labriega, y, lo más chusco, la fuga de los políticos del Gobierno en cuanto alguna Casandra daba su opinión en un acto al que no había sido invitada. También, claro, el matonismo de los falangistas de Podemos, cariñosos peluches de cama de Puigdemont".

La perspectiva de Sabino Méndez sobre los organizadores de la Diada queda reflejada en un notorio texto en La Razón: "Yo no quisiera que se malinterpretara lo que voy a decir a continuación sólo por el hecho de que sea cierto. Pero es que, si no hubieran sido bufonescas sus conductas buscando con tanta ansiedad la cámara, jamás se me habría ocurrido fijarme en ese mismo aspecto de sus apariencias. Los dos Jordis son bajitos y se han dejado barba como si eso les alzara un poco. Sánchez tiene una cara curiosa, con ojos de payaso triste, como si fuera una tristeza arrastrar esa tan hispánica zeta al final de su apellido. Esos ojos son un poco bovinos, lo cual no tendría nada de particular sino fuera por el contraste tan cómico que ofrecen cuando aparece junto a Jordi Cuixart quién, por su parte, es como un pajarito delgado, nervioso, con una mirada de ave alerta, asustada. Cuando se quieren poner serios e indignados parecen dos muñequitos. Sánchez tira gravitatoriamente hacia abajo, Cuixart hacia arriba. Ambos son un poquito desproporcionados. El resultado visual es tan cómico que uno añora a Boadella y piensa en el partido que podía sacar a dos figuras así en una de sus sátiras. Ingenuamente, han dicho que con su recaudación pretendían demostrar que la democracia no tiene precio, sin darse cuenta que, en ese mismo momento, con su argumento estaban poniéndoselo. Los catalanes que preferimos el día de Sant Jordi siempre supimos que, tarde o temprano, la Diada terminaría convirtiéndose en una jornada recaudatoria".

¿Y qué opina el Gobierno de todo esto? Acude al rescate de los curiosos Raúl del Pozo en la contraportada de El Mundo: "«En la Diada han sacado mucha gente a la calle, pero ha sido más la que se ha quedado en casa», dicen en la Moncloa. Añaden que las querellas están en marcha, los autores de la intentona pagarán por lo que han hecho, los funcionarios desobedecen al Govern, ni en Barcelona, ni en Hospitalet, ni en Tarragona, ni en Lérida, ni en Tarrasa, ni en Mataró -ciudades de más de 100.000 habitantes- habrá colegios electorales. «Que pongan urnas en centros de salud o en una mezquita no es un referéndum». Yo creo que esta teatralidad política puede acabar, si no hay talento y liderazgo político, con el incendio del teatro. Muchos demócratas piensan que, o el Gobierno actúa con firmeza contra la delincuencia nacionalista o esos aventureros podrían rompernos la nación y el bolsillo. Albert Rivera propone, ante lo que él llama charlotada, que el Gobierno de España deje de financiar la Generalitat".

12 de septiembre, santoral: Dulce nombre de María, Autónomo de Bitinia y Poncio de Serrancolin.