Jordi Turull y el Tribunal Supremo Pablo Llarena / FOTOMONTAJE DE CG

Jordi Turull y el Tribunal Supremo Pablo Llarena / FOTOMONTAJE DE CG

Política

Turull se presenta ante Llarena con un discurso de arrepentido

La investidura fallida del 'pujolista' evidenció la división independentista, los gestos de complicidad entre ERC, comunes y PSC, y la pugna entre PP y Ciudadanos

23 marzo, 2018 00:00

Independentismo crepuscular. Lo dice la CUP, que da por superado el procés y cualquier tipo de pacto con fuerzas soberanistas resistentes a implementar la república. De ahí que los antisistema frustraran ayer la investidura de Jordi Turull. Tomaron la decisión poco antes de que el candidato de Junts per Catalunya y ERC pronunciara uno de los discursos más autonomistas y conciliadores de un dirigente secesionista en los últimos años. Los cupaires, al igual que el resto de los miembros del Parlamento de Cataluña, alucinaron.

Fue Miquel Iceta, el primer secretario del PSC, quien tildó esa intervención de pujolista. Es inevitable ver el doble sentido del calificativo, pues Turull ha crecido políticamente a la sombra de la familia Pujol. Solos los suyos le perdonan haber posado junto a Oriol Pujol en la escalinata del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña cuando el hijo del expresidente fue a declarar por el caso ITV. Pero ¿quiénes son los suyos?

Entre PDeCAT y Junts per Catalunya

En este caso, tanto PDeCAT como Junts per Catalunya, pues Turull ha sabido moverse entre esas dos aguas. Ayer se decantó por el diálogo y la reconstrucción de puentes que reclaman la nueva CDC y ERC. Pero sus soflamas independentistas le preceden.

Por eso, toda la oposición interpreta su bajo tono, su falta de emoción y, sobre todo, su “olvido” de la república catalana como una estrategia judicial, pues hoy debe comparecer ante el juez Pablo Llarena, que le ha citado junto a Josep Rull, Carme Forcadell, Dolors Bassa, Raül Romeva y Marta Rovira para notificarles el auto de procesamiento. El magistrado tendrá que decidir si encarcela al candidato y al resto de dirigentes separatistas, lo que abriría la puerta a su inhabilitación. Bassa, Rovira y Forcadell renunciaron anoche a sus actas de diputadas.

Tender la mano al Rey y Rajoy

La perspectiva no pinta bien para ninguno de ellos, por lo que es lógico que Turull modulara ayer su lenguaje e incluso tendiera la mano al Rey y Mariano Rajoy.

Cambiar de tono en vísperas de su comparecencia judicial, la que propició el adelanto del pleno de investidura, indujo a sospecha. Sonó a estrategia de defensa. Pero no fue el único diputado que aireó sus “astucias”, como dijo el líder de Catalunya en Comú, Xavier Domènech.

El mismo dirigente de los comunes enseñó sus cartas, pues se sumó a esa propuesta de diálogo y consenso de Turull, aplaudida también por Iceta y el diputado de ERC Sergi Sabrià. Pero para hacerla extensiva a la política española con la finalidad de finiquitar el gobierno de Mariano Rajoy. Todo un reto para socialistas y republicanos que evocó las mejores –o peores, según se mire— épocas del tripartito catalán y sus repercusiones en el tablero político nacional.

El cruce de guiños entre ERC, PSC y comunes durante la sesión de investidura apunta maneras de nuevo tripartito, algo que nadie descarta, pero que exige afinar mucho los relatos de estas tres formaciones. En paralelo, la líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas, y el presidente del PPC, Xavier García Albiol, hicieron el recorrido inverso, es decir, importar a la Cámara catalana las rencillas que mantienen sus respectivos partidos en el ámbito nacional.